La aventura de Ar¨¢nzazu
Los dos artistas repasan un momento clave en la obra del escultor guipuzcoano
Tras su estancia en Latinoam¨¦rica, Jorge Oteiza se reencontr¨® con N¨¦stor Basterretxea en el proyecto del Santuario de Ar¨¢nzazu, donde colaboran con los arquitectos Francisco Javier S¨¢enz de Oiza y Luis Loarga. Sin embargo, el obispo de San Sebasti¨¢n censura la estatutaria de Oteiza y a Basterretxea le borran en una noche once murales.
N¨¦stor Basterretxea: El Obispado nos enga?¨® y calific¨® nuestra obra de "b¨¢rbara" e "inaceptable". Empezamos a tener fama de locos y chalados, y la gente acud¨ªa a vernos por curiosidad, hasta que un d¨ªa se present¨® en Ar¨¢nzazu la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa representada por 12 miembros, todos vestidos de ping¨¹inos. Quer¨ªan conocernos. Y nada m¨¢s entrar en el recinto Jorge les lanza: "Aqu¨ª est¨¢ el trabajo de Basterretxea con sus pasos [trazos] largos del Athletic de Bilbao". Soltaron una carcajada y se fueron. No s¨¦ si creyeron que yo era jugador del equipo bilba¨ªno. "?Pero qu¨¦ co?o has hecho? S¨®lo se trataba de mostrarles nuestro trabajo", le recrimin¨¦ a Jorge. De esas me hizo muchas. No ten¨ªa mayor consideraci¨®n, ni tacto. Lo mismo la daba tratar con un carpintero que con un obispo. ?l disparaba con su lenguaje atropellado, y desconcertaba a todos.
Basterretxea: "Jorge sorprend¨ªa, sobre todo, por la calidad de su pensamiento"
Sistiaga: "?Sabes d¨®nde veo la magia de Jorge? En las curvas, los ¨¢ngulos"
Pregunta: ?Cu¨¢nto dur¨® la aventura de Ar¨¢nzazu?
N. B.: Un a?o. Entonces nos llamaron del obispado y nos ense?aron el famoso documento del Vaticano, que, por un lado, nos felicitaba por nuestro conocimiento de la religi¨®n y, por otro, a?ad¨ªa: "Este informe no tiene validez fuera de Italia". Y esta parte la borran los frailes y el obispo nos echa a patadas de Ar¨¢nzazu. Lo grave es que en la comunidad no hab¨ªa ni una persona sensibilizada con el arte. Ni un solo fraile para defendernos. Aqu¨ª mandaba el obispo, un tal Font Andreu, un catal¨¢n franquista antivasco. Un Rouco Varela de aquellos tiempos. Un animal de bellota.
P.: Pero les urg¨ªa acabar la fachada y vuelven a llamar a Oteiza. Usted debe esperar 27 a?os para hacer lo mismo en la cripta.
Jos¨¦ Antonio Sisitiaga: No hay duda de que los 14 ap¨®stoles de Jorge es una obra maravillosa. A m¨ª me coincide con mi estancia en Par¨ªs de 1955 a 1961. Par¨ªs era el camino l¨®gico para aprender. Cualquier dictadura supone un retroceso, tambi¨¦n para los artistas, que est¨¢n amarrados, rodeados de mediocridad y no pueden viajar. Por eso siempre me ha apetecido vivir cerca de la frontera, y es donde conoc¨ª a Jorge.
N. B.: Cuando decidimos volver de Madrid, no sab¨ªamos d¨®nde instalarnos. Un d¨ªa nos tropezamos con un amigo de colegio de Jorge, Pedro Chotero, que nos ofreci¨® una parcela en la Avenida de Francia de Ir¨²n, muy cerca del puente Santiago en la frontera. Yo dise?¨¦ la casa, para nuestras dos familias. Al estilo Le Corbusier, hace 45 a?os era una joya. Parece que ahora la quieren rehacer, y lo veo dif¨ªcil, porque actualmente se ha convertido en una casa de putas.
J. A. S.: Cuando por primera vez voy a la casa de Ir¨²n, Jorge ya conoce mis pinturas. Hablamos de todo. Me acuerdo de aquella bodega-taller que ten¨ªa. Entonces estaba escribiendo el Quosque tandem..., y de vez en cuando Itziar [su esposa] aparec¨ªa para recordarle que ten¨ªa que esculpir alguna obra pendiente encargada. Cog¨ªa un martillo, pegaba unos golpes sobre la mesa, y se cre¨ªa que le hab¨ªa enga?ado.
P.: Son los a?os de la intensa relaci¨®n de ustedes con ¨¦l.
N. B.: La amistad era profunda. Viv¨ªamos en la misma casa. Jorge sorprend¨ªa, sobre todo, por la calidad de su pensamiento y su cultura, que ¨¦l mismo estaba conformando. Era sorprendente. Le pregunt¨¦ una vez: ?Qu¨¦ es una obra de arte? Y me contest¨®: "Una obra de arte es un ordenamiento inteligente, sensible del espacio, que puede ser m¨²ltiple, y algo abierto a la magia". ?Cojonudo! Eso me ha servido mucho.
J. A. S.: ?Sabes d¨®nde veo eso de la magia de Jorge en sus esculturas? En las curvas, los ¨¢ngulos, donde el ¨¢ngulo recto var¨ªa. Hay una sensibilidad en la ejecuci¨®n de su geometr¨ªa en la que siempre esa magia, que ¨¦l define, se debe a la curvatura. Por un mil¨ªmetro de diferencia que puede haber entre la base y la parte superior de la obra. Y esa peque?a variante es el misterio que ocurre en toda la escultura de Oteiza. Por eso, pienso que su obra es superior a la de los rusos, aunque sea posterior. La desarrolla de forma diferente y con mayor riqueza.
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