Gallegos en Afganist¨¢n
La muerte de nuestros compatriotas Rub¨¦n Alonso y Juan Andr¨¦s Su¨¢rez, gallego de nacimiento uno y de adopci¨®n otro, en una acci¨®n de guerra -porque una guerra es lo que hay en Afganist¨¢n- plantea con una fuerza pol¨ªtica desconocida hasta ahora un interrogante que atenaza a millones de ciudadanos de nuestro pa¨ªs: ?por qu¨¦ est¨¢n y por qu¨¦ mueren nuestros soldados en Afganist¨¢n?
El hecho de que la Brilat tenga su base en nuestra tierra (Figueirido, Pontevedra) y que de los 87 soldados que han perdido la vida en aquella atormentada naci¨®n casi una veintena fueran gallegos, convierte a Galicia en una de las comunidades m¨¢s castigadas y explica que la angustia sea aqu¨ª m¨¢s aguda y que la demanda de clarificaci¨®n al Gobierno adquiera un car¨¢cter general.
Al ocupar Afganist¨¢n e Irak, EE UU se asegura el control de la elipse estrat¨¦gica de la energ¨ªa
Evidentemente todav¨ªa no hemos recibido una explicaci¨®n convincente que justifique nuestra presencia en aquel convulso pa¨ªs. Es cierto que la ministra Chac¨®n en su comparecencia del pasado lunes en el Congreso ha introducido matices importantes respecto al anterior discurso oficial y que, afortunadamente, no ha insultado nuestra inteligencia con la insoportable ret¨®rica y la grandilocuencia patri¨®tica a la que nos ten¨ªa acostumbrado Jos¨¦ Bono, pero ha orillado el problema de fondo.
Lo cierto es que las tropas espa?olas est¨¢n en un pa¨ªs en el que, siete a?os despu¨¦s de la invasi¨®n norteamericana, se han recrudecido los combates, los se?ores de la guerra campan a sus anchas, los campos de opio se han extendido por doquier y financian la insurgencia, el terrorismo y la corrupci¨®n. Enviamos soldados a un escenario en el cual, como observaba Evelyn Waugh refiri¨¦ndose a Etiop¨ªa, el poder del Gobierno y de las tropas extranjeras que lo sostienen nunca lleg¨® m¨¢s all¨¢ de las estaciones de ferrocarril (en este caso, de los aeropuertos). En estas condiciones, ?cree de verdad la ministra que es posible, como ella propone, que el Gobierno afgano asuma las responsabilidades en materia de seguridad?
La se?ora Chac¨®n ignora en su an¨¢lisis que el deseo de independencia nacional es la fuerza m¨¢s poderosa de nuestra ¨¦poca. Infringir ese deseo es tocar el m¨¢s sensitivo de los nervios pol¨ªticos. En el pa¨ªs asi¨¢tico, como tantas veces a lo largo de la historia, se est¨¢ cumpliendo a rajatabla la predicci¨®n pol¨ªtica que Robespierre hizo en 1792: "La m¨¢s extravagante de las ideas que puede anidar en la mente de un pol¨ªtico es creer que basta que un pueblo entre a mano armada en un pueblo extranjero para que ¨¦ste adopte sus leyes y su constituci¨®n. Nadie quiere a los misioneros armados, y el primer consejo que da la naturaleza y la prudencia es rechazarlos como enemigos".
As¨ª pues, no descarten ustedes que, mutatis mutandis, en Afganist¨¢n se repita lo que sucedi¨® en Vietnam e Ir¨¢n, y que Estados Unidos, adem¨¢s de muerte, horror y destrucci¨®n sin l¨ªmite, deje tras su retirada un incendio pol¨ªtico y social de incalculables consecuencias para todos. Son los efectos que conlleva ignorar las lecciones de la historia.
Pero, sobre todo, la se?ora Chac¨®n ha olvidado explicitar en su intervenci¨®n que Afganist¨¢n era un objetivo largamente perseguido por Washington y que Zhigeniew Brzezinski, consejero del ex presidente Carter ya consideraba prioritario. Y olvid¨® tambi¨¦n recordar que mucho antes del 11-S -en 1998- los expertos estadounidenses calificaban esa regi¨®n como "¨¢rea de responsabilidad", es decir, como zona de posible intervenci¨®n con el fin de controlar Asia Central y especialmente la sensible zona del Caspio.
Al ocupar Afganist¨¢n y posteriormente Irak, EE UU se ha asegurado el control durante los pr¨®ximos a?os de la c¨¦lebre elipse estrat¨¦gica de la energ¨ªa, el ¨¢rea que se extiende desde la pen¨ªnsula Ar¨¢biga hasta Asia Central. Con esta operaci¨®n, Washington ha obtenido una ventaja estrat¨¦gica en la regi¨®n en detrimento de las otras potencias -Uni¨®n Europea, Rusia y China-, asegur¨¢ndose de este modo una eminente posici¨®n de dominio.
En tales circunstancias y con los datos expuestos, comprender¨¢ el Gobierno que tiene la obligaci¨®n de aclarar, sin confundir objetivos con quimeras, qu¨¦ pintan nuestras tropas en Afganist¨¢n.
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