"No me hablen de la muerte porque ya la conozco"
Jos¨¦ Saramago siempre fue algo m¨¢s que un escritor. "Un aprendiz", ser¨ªa su respuesta. As¨ª se present¨® ante la Academia Sueca cuando recogi¨® el Premio Nobel de Literatura, el primero concedido a un autor portugu¨¦s, hace ahora 10 a?os. "Un maestro, el maestro", puntualizar¨ªa el cr¨ªtico m¨¢s exigente del universo, Harold Bloom. Para el autor de El canon occidental, Saramago, que este noviembre ha cumplido 86 a?os, es "el novelista vivo m¨¢s talentoso del mundo" y "uno de los ¨²ltimos titanes". Como un tit¨¢n ha escrito su ¨²ltimo libro, El viaje del elefante (Alfaguara). Un triunfo del lenguaje, la imaginaci¨®n y el humor, arrancado literalmente a la muerte.
Cap¨ªtulo I
Observar¨¦ lo que sucedi¨® con el silencio con que las ra¨ªces de las plantas agujerean la tierra
(Mongane Wally Serote)
Un d¨ªa de las navidades de 2007, Jos¨¦ Saramago se fij¨® en sus ojos. Eran enormes. Se hab¨ªan expandido como c¨ªrculos conc¨¦ntricos en su rostro. Y los ojos lo miraban a ¨¦l. Con extra?eza. Con curiosidad. Con asombro. Parec¨ªan decirle: "As¨ª que sigues por aqu¨ª, todav¨ªa aqu¨ª".
No es un episodio de El hombre duplicado (2002), una de sus novelas. Pero durante un tiempo s¨ª que hab¨ªa un doble, otro Saramago, testigo de su lucha por salir con vida. El doble era un tipo sereno. Le corrigi¨®. No, no han sido los ojos los que han crecido. Es la carne, la musculatura que ha desaparecido. Por eso con tu piel ocurre lo que con las momias, que se ha replegado y se ci?e a los huesos. Es eso lo que agranda los ojos. Siguen siendo lo que eran, pero el entorno ha cambiado. El doble lo conoc¨ªa bien. Iba a a?adir: son como astros resplandecientes en la ruina. Pero se atuvo al estilo m¨¢s conciso, po¨¦tico, s¨ª, pero menos barroco del Saramago que volvi¨® a abanear la narrativa contempor¨¢nea, no s¨®lo la portuguesa, cuando public¨® Ensayo sobre la ceguera (1995). La primera revoluci¨®n en la forma de narrar hab¨ªa sido en 1980 con Levantado do ch?o (Levantado del suelo).
-Has perdido 20 kilos, Z¨¦. Siempre has sido delgado, enjuto. Como el abuelo Jer¨®nimo. Pero 20 kilos son muchos kilos. Mides 1,80. Ten¨ªas 71 kilos y ahora tienes 51. Piensa en las manzanas asadas. Y en lo que dijo Josefa.
El doble lo sab¨ªa todo. Sab¨ªa que el abuelo Jer¨®nimo Merlinho, el de la aldea natal de Azinhaga, el marido de Josefa Caixinha, se hab¨ªa despedido de la vida abrazando cada uno de los ¨¢rboles de la huerta. Jer¨®nimo, el que ense?¨® al nieto a contar historias durmiendo en el verano bajo la higuera, ser¨¢ recordado como un cl¨¢sico en toda la historia de los discursos de entrega de los Nobel. As¨ª comenz¨® la intervenci¨®n de Saramago: "El hombre m¨¢s sabio que conoc¨ª en toda mi vida no sab¨ªa leer ni escribir". S¨ª, el doble lo conoc¨ªa bien. ?Qu¨¦ hab¨ªa dicho Josefa? "El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir".
Jos¨¦ llevaba tiempo, unos a?os ya, con malestar f¨ªsico. Un hipo interminable lo hab¨ªa debilitado. Pero lo ayudaban mucho las manzanas asadas. No hab¨ªa dejado de escribir como un tit¨¢n. Ni de moverse por el mundo denunciando la globalizaci¨®n como "un nuevo totalitarismo" o con su cita preferida, la de La sagrada familia (la de Karl Marx): "Si el hombre es formado por las circunstancias, entonces es necesario formar las circunstancias humanamente". Las cosas de Saramago, dec¨ªan los c¨ªnicos. En 2005 hab¨ªa escrito Las intermitencias de la muerte. No era tampoco una abstracci¨®n. La muerte era una presencia f¨ªsica, tangible. "Uno es creador de sus personajes", hab¨ªa escrito, "y al mismo tiempo, criatura de ellos". El personaje de la muerte pas¨® de lo invisible a lo visible. No era un juego. Ven¨ªa para llev¨¢rselo. Jos¨¦ Saramago lo recuerda bien. Pero ¨¦l no estaba conforme. Una parte de su cuerpo s¨ª parec¨ªa resignada. Aceptaba la crisis. Lleg¨® a pararse de tal forma, que casi era imperceptible eso que llaman el hilo de la vida. Al principio, en la cl¨ªnica de Lanzarote, llegaron a dudar de la conveniencia del ingreso.
-Supongo que no quer¨ªan que aqu¨¦l fuese el lugar del fin de Saramago. Les estoy muy agradecido. La muerte no me ha llevado. Era consciente, sab¨ªa, ve¨ªa, sent¨ªa, que estaba al borde de pasar al otro lado. M¨¢s tarde dec¨ªa: 'No me hablen de la muerte porque ya la conozco. De alguna forma ya la conozco'.
Hab¨ªa otras partes de su cuerpo que no estaban conformes. Ni el coraz¨®n, ni la cabeza. El coraz¨®n sigui¨® latiendo con fuerza. La mente, durante un tiempo, dos d¨ªas despu¨¦s de salir de la UCI, estableci¨® unas coordenadas que ahora Saramago recuerda como un entra?able autorretrato vanguardista. "En aquel momento, que fue de los peores, se plantaba en mi cabeza algo que era un fondo negro con cuatro puntos luminosos que formaban un cuadril¨¢tero irregular. Y yo ten¨ªa muy claro que ese cuadril¨¢tero era yo".
Uno tiene una memoria corporal. ?Qu¨¦ relaci¨®n ha tenido con su cuerpo Jos¨¦ Saramago? Yo he aceptado mi cuerpo. No ha sido nunca el cuerpo de un Adonis. He tenido con la edad un cierto declive. No he sido nunca un hombre de m¨²sculos. Tengo un esqueleto estrecho. Lo acept¨¦. Con una cierta vanidad, quiz¨¢s s¨ª, quiz¨¢s no, me gusta que despu¨¦s de los cambios, y en este caso ¨²ltimo la enfermedad, mi cuerpo siga presentando una cierta...armon¨ªa. Una buena apariencia f¨ªsica. En el fondo no estoy descontento. Pero pasar de ah¨ª a una especie de adoraci¨®n de mi propio cuerpo, cuid¨¢ndolo mucho, nunca he ca¨ªdo en esa tentaci¨®n. Ni siquiera puedo utilizar la palabra tentaci¨®n porque nunca la he tenido.
Los ojos de Saramago, definitivamente, y al margen de la encarnadura de la cara, son enormes. Ojos que contienen ojos. Sus pausas al hablar no parecen destinadas al descanso, sino que ceden el lugar a la mirada como una avanzadilla del lenguaje. Esa clase de silencio con que las ra¨ªces avanzan en la tierra.
Cap¨ªtulo II
Mi propia voz me animaba
(William Wordsworth)
Un d¨ªa, a comienzos de 2008, Jos¨¦ Saramago oy¨® de la boca de un m¨¦dico la palabra "milagro". No suena mal en boca de la ciencia, pero ¨¦l nunca se conforma con lo inexplicable. ?l identific¨® el milagro con la profesionalidad del cuerpo m¨¦dico, con los cuidados de su mujer, Pilar del R¨ªo ("Ganaremos la primavera"), con la lealtad del coraz¨®n ("un coraz¨®n estupendo") y con la emersi¨®n de una energ¨ªa en principio extra?a a su car¨¢cter. El humor. Un humor expansivo, impelente, incesante. Un humor que impresion¨® al doble, a aquel otro Saramago que permanec¨ªa sereno, algo perplejo, s¨ª, observ¨¢ndolo todo. Nunca se hab¨ªa visto a s¨ª mismo contando chistes.
-Me gustar¨ªa que hubieras estado en el hospital durante la visita de los m¨¦dicos y que escucharas los di¨¢logos. Yo, que estaba en una situaci¨®n de riesgo, mal, muy mal, pero me sent¨ªa con una libertad de expresi¨®n exultante. El humor con el que yo me comunicaba en el di¨¢logo con ellos me sorprend¨ªa, me emocionaba. O¨ªa a ese que hablaba, el enfermo que yo era, y pensaba como un ser redoblado: ?C¨®mo es que estoy hablando as¨ª con esta gente? No soy capaz de reproducir ning¨²n di¨¢logo. Era el tono. Mi tono era ¨¦se. Ellos se miraban. Sonre¨ªan. Yo segu¨ªa... No era algo premeditado. Yo no pensaba: tengo que demostrar a esta gente que estoy bien. Era todo lo contrario de lo que se pudiera esperar de una persona en mi estado.
Saramago, el hombre silencioso, el hombre serio, al que alg¨²n c¨¢ustico atribuy¨® una "gravedad 'cachimbal". [Sonr¨ªe] ?Eso era cuando fumaba en pipa! Es verdad. Yo he sido, desde muy ni?o, callado, reservado, melanc¨®lico. Nunca he tenido la risa f¨¢cil. Incluso la sonrisa, para m¨ª es algo que me cuesta trabajo. Y las alegr¨ªas o las tristezas en m¨ª son interiores, no las manifiesto. Ya de ni?o era as¨ª.
Sin embargo, si hay una constante en su obra es la iron¨ªa, un tipo de humor muy profundo. El humor llega m¨¢s tarde. En lo que escrib¨ªa a los 23 a?os no hab¨ªa humor ninguno. El conocimiento propio, el conocimiento de los dem¨¢s, ¨¦sa es la base del humor. El humor es una creaci¨®n muy laboriosa.
Despu¨¦s de publicar 'Levantado del suelo', dijo: "No escribo para satisfacer dict¨¢menes. Escribo un poco como quien respira, como quien habla". Tal vez el lenguaje acudi¨® ahora en ayuda del cuerpo. Sin duda. Era como si me transportara, como si me apoyase en el lenguaje. Yo mal pod¨ªa moverme en la cama, pero me sent¨ªa llevado por el lenguaje. Una mente que era consciente de la realidad de mi estado, de la situaci¨®n l¨ªmite, que a la vez era capaz de desdoblarse y funcionar como si no pasara nada, como si la libertad de la mente, del argumento ir¨®nico, no estuviera bajo la presencia constante de la enfermedad, eso ha contribuido much¨ªsimo para salvarme. El humor, una capacidad de animaci¨®n oral extraordinaria, ese funcionamiento de la mente. Y curiosamente, de todo esto yo he salido con un esp¨ªritu totalmente sereno, de una serenidad impresionante. No es como si no hubiese pasado nada, porque creo que esa sensaci¨®n de serenidad total es tambi¨¦n una consecuencia de la enfermedad. No porque yo hubiera aprovechado para hacer un examen de conciencia. Yo no he hecho ning¨²n examen de conciencia. Quiz¨¢ por la proximidad, por una proximidad casi tangible de la muerte, he salido con una serenidad que se mantiene hoy. Comparada con el centro del hurac¨¢n, donde no pasa nada, donde el aire no sopla.
-Lo convencional es pensar que uno, en esas circunstancias, hace balance de la vida. De lo bueno y de lo malo. Calcular el peso del alma. Es cuando pronuncia una de esas grandes frases, como el Borges que dec¨ªa: "He cometido el m¨¢s grande pecado que un hombre puede cometer...No he sido feliz".
-Eso es una operaci¨®n mental, que fabricas luego. Conmigo no ha ocurrido eso. Yo he regresado a la vida. He regresado con naturalidad y con esa serenidad total de la que hablaba. No pod¨ªa moverme y no me mov¨ªa. Quiz¨¢ llegase el d¨ªa... Y lleg¨®. Un m¨¦dico me ha dicho: usted necesita por lo menos un a?o para recuperar algo que se parezca a la normalidad. Bueno, ha sido todo m¨¢s r¨¢pido, sorprendentemente r¨¢pido, pero, al mismo tiempo, duro. Ya que hablamos de humor, tal vez la frase apropiada para el momento sea una expresi¨®n francesa: Reculer por mieux sauter (Esperar el mejor momento).
En 'El viaje del elefante', el humor es gozoso. De la estirpe de Cervantes y Fellini. Despu¨¦s de la enfermedad, ?podr¨ªamos hablar de un tercer Saramago, de una especie de catarsis? Quiz¨¢ se pueda decir eso. Sal¨ª del hospital y me sent¨¦ a trabajar. No pod¨ªa con mi alma. Y los dos primeros d¨ªas despu¨¦s de salir me dediqu¨¦ a la correcci¨®n de lo que hab¨ªa escrito antes, unas cuarenta p¨¢ginas. Y al tercer d¨ªa ya estaba avanzando en El viaje del elefante. ?sa es una situaci¨®n en la que tiene cierta l¨®gica que uno se pregunte: ?qui¨¦n est¨¢ haciendo esto por m¨ª? Porque en principio no podr¨ªas. ?C¨®mo vas a poder escribir en esas condiciones? Lo hacemos, pero nos parece tan sorprendente que hayamos podido hacerlo. Mi relaci¨®n con este libro es ¨¦sta: ?c¨®mo es posible que lo haya podido hacer?
Samuel Beckett hablaba de una "extra?a obligaci¨®n" en ese seguir adelante... Yo hab¨ªa escrito 40 p¨¢ginas de El viaje del elefante en 2007. La pauta ya estaba marcada. Ten¨ªa un punto de partida, unos datos hist¨®ricos m¨ªnimos. El empe?o del rey portugu¨¦s Jo?o III de regalar a su primo el archiduque de Austria un elefante hind¨² que llevaba dos a?os en Lisboa, y la aventura que supone trasladar en comitiva ese animal hasta Viena. Hay una frase en el p¨®rtico de la novela que pertenece al Libro de los itinerarios: "Siempre llegamos al sitio donde nos esperan". Tal vez ¨¦se es el secreto. Para m¨ª escribir es tambi¨¦n una funci¨®n vital. Tambi¨¦n para m¨ª es un viaje. Bueno, el caso es que sale algo que es, pero podr¨ªa no ser. La composici¨®n de este libro es extra?a. En el fondo yo no s¨¦ nada de este libro.
Si lo dijese otro autor me parecer¨ªa una 'boutade'. A usted le creo. ?Qui¨¦n, en realidad, est¨¢ narrando? No tengo ninguna respuesta. La asociaci¨®n de ideas tiene para mi trabajo una importancia que no he podido calibrar. Me f¨ªo mucho de la asociaci¨®n de ideas. Yo siempre he negado la existencia del narrador. Los estudiosos me dec¨ªan: "?Usted est¨¢ equivocado!". Y yo les pon¨ªa un ejemplo: ?d¨®nde est¨¢ el narrador en una obra de teatro? Cuando me puse a escribir esta historia, me dije: ?quer¨¦is un narrador?, ?pues aqu¨ª estoy! As¨ª que estoy contando la historia como quien est¨¢ sentado en la cocina de mi pueblo contando una historia. Y aqu¨ª podr¨ªamos decir el refr¨¢n: "A quien cuenta un cuento siempre le crece el cuento". Por lo dem¨¢s, el libro es un homenaje a la lengua portuguesa.
Cap¨ªtulo III
"Siempre he intentado vivir en una
torre de marfil, pero una marea
de mierda no deja de golpear sus
muros y amenaza con tirarla abajo"
(Gustavo Flaubert)
Garc¨ªa M¨¢rquez dec¨ªa recientemente que "sufr¨ªa como un perro" cuando le¨ªa la prensa. ?Usted tambi¨¦n est¨¢ enojado con el periodismo de hoy? Creo que Gabo dramatiza y yo ya no dramatizo nada. Tal vez es verdad que hay una cierta rebaja en la calidad de los escritos. Pero depende. ?C¨®mo podemos decir que el periodismo de ahora es peor que el de antes? Pienso en Portugal, en Espa?a, con las dictaduras, cuando la informaci¨®n era intoxicaci¨®n, y entonces, ya no sufro. Ni como un perro ni como nada.
No hace periodismo de redacci¨®n, pero vuelve a estar en primera l¨ªnea. Un premio Nobel, un autor c¨¦lebre, va y abre un sencillo 'blog' en la Red, 'Cuaderno de Saramago' (en portugu¨¦s y castellano), como un aprendiz. Sus libros obtienen las mejores cr¨ªticas en los principales medios de Estados Unidos, como 'The Washington Post' o 'New Yorker', sin importarles su posici¨®n pol¨ªtica. Est¨¢n en las librer¨ªas de todos los continentes. Podr¨ªa publicar en los grandes medios de opini¨®n. ?Por qu¨¦ ese 'blog'? ?Por disidencia? Quiz¨¢s es esa novedad de volver a empezar. Escribir sin ning¨²n condicionamiento. Los medios te pagar¨ªan, claro est¨¢. Pero mira, ha ganado Obama, me felicito, y a continuaci¨®n escribo un art¨ªculo en el que pido sin medias tintas el cierre de Guant¨¢namo y el cese del bloqueo econ¨®mico a Cuba. Y as¨ª, sobre lo que se me ocurre. En realidad, el sistema acaba por integrarte. En el fondo no eres m¨¢s que una guinda en el pastel. Te toleran. Se r¨ªen de ti. ?Cosas de Saramago!
Lo que usted llama guindas pueden ser espacios de resistencia. Por lo que parece, el rid¨ªculo lo est¨¢ haciendo el sistema. En un texto sobre Marcos Ana (en prisi¨®n franquista desde 1939 a 1961) usted hablaba de derrotar el cinismo, la indiferencia y la cobard¨ªa. Por supuesto. Para nada soy c¨ªnico. Lo que digo es que soy por definici¨®n muy esc¨¦ptico. No es bueno, ya lo s¨¦. Me gustar¨ªa entusiasmarme, pero no lo consigo. Hay una grave crisis, pero los ciudadanos no tenemos mecanismos para influir. Pero, por lo menos, deber¨ªan decir la verdad. F¨ªjese usted, Ant¨®nio Guterres, cuando era primer ministro, declar¨® en una entrevista: "La pol¨ªtica es el arte de no decir la verdad". ?Y nadie se levant¨® para protestar! Aunque no queramos, a los ciudadanos nos arrastra la corriente. O la estampida. Ahora bien, hay que decir: no estoy de acuerdo. El escepticismo no es resignaci¨®n. Yo nunca me resignar¨¦. Cada vez me siento m¨¢s como un comunista libertario. Hay tres preguntas que no podemos dejar de hacernos en la vida: ?por qu¨¦?, ?para qu¨¦?, ?para qui¨¦n?
?Usted nunca se vendi¨®? Quiero decir, ?no tiene la sensaci¨®n de haberse vendido nunca, por ejemplo, para un premio? No. Nunca me he vendido. No me he vendido. Ni material, ni simb¨®licamente. El Premio Nobel consagra algo que ya estaba ah¨ª. En la, digamos, clase literaria hay una serie de gente que no me soporta.
?Por qu¨¦ existen estos odios entre escritores, a veces m¨¢s intensos cuanto m¨¢s vecinos? Eso que dec¨ªa Jean Chapelain: "El escritor no lee a sus colegas, los vigila". Para m¨ª resultan inexplicables. No s¨¦. No creo que se trate de la persona, no creo haber dado motivos. Tal vez no se soporta eso que llaman el ¨¦xito, o la fama, el Nobel... Cuando yo aparec¨ª en los a?os ochenta, el panorama literario estaba organizado, completo, cada uno en su
lugar. Y si hab¨ªa envidias, pues tambi¨¦n estaban en su lugar. Yo no estaba previsto.
Manuel Vicent dice que en la cultura habita lo mejor y lo peor de la humanidad. En mi caso, creo que algunos simplemente se sintieron amenazados en su lugar. Pero lo que nadie puede decir es que haya escrito un libro malo.
Con odios o sin odios, no creo que tenga que preocuparse ya por los duelos en los salones literarios. Cuando me dieron la noticia del Premio Nobel estaba en la feria de Francfort. Di una rueda de prensa y dije: "Yo no he nacido para esto, pero esto me fue dado". Es verdad. No he nacido para esto. No nac¨ª para esto ni para aquello. Nadie puede decir que nadie naci¨® para esto. [Al fin, sonr¨ªe] Tampoco Obama naci¨® para ser presidente.
En sus obras hay personajes inolvidables, fascinantes, que pertenecen a la realidad inteligente. ?No me diga que no se enamor¨® de Blimunda, la de 'Memorial del convento'? Blimunda... ?Ser¨ªa mucha mujer para m¨ª! Aunque es sencilla. Tal vez la mujer del m¨¦dico de Ensayo sobre la ceguera... S¨ª, tal vez ella.
Da la impresi¨®n de que, en la realidad, ha sido m¨¢s amigo de las mujeres que de los hombres. S¨ª. Eso es verdad.
Hubo un tiempo en que se propag¨® que hab¨ªa elegido el exilio. Un exilio espa?ol. Y es verdad que tiene un hogar en la isla, en Lanzarote. Pero no parece usted un autoexiliado. Cuando estoy all¨¢, tambi¨¦n estoy aqu¨ª. Nunca me he ido. Expres¨¦ mi protesta a un Gobierno conservador por la actitud censora que tuvo con El Evangelio seg¨²n Jesucristo. Y he criticado otras cosas de Portugal. Y de Espa?a tambi¨¦n. Y de este mundo, que para tantos tiene la forma del infierno. Pero, ?qu¨¦ ser¨ªa de un escritor sin la libertad de palabra?
Da la impresi¨®n de que su imagen en Portugal ha cambiado mucho en los ¨²ltimos tiempos, de que es m¨¢s querido, menos pol¨¦mico, incluso para aquellos que mantienen opiniones pol¨ªticas contrapuestas. Ya s¨¦ que no le gustan las grandilocuencias, pero digamos que es respetado por todos como un h¨¦roe portugu¨¦s. Es verdad. Noto menos rechazo. Y un proceso de reencuentro, despu¨¦s de malentendidos. En fin. Tambi¨¦n hay gente que antes dec¨ªa: "Es bueno, pero es comunista". Y ahora dice: "Es comunista, pero es bueno".
Pronto habr¨¢ una gran sede de la Fundaci¨®n Saramago. Y en un lugar muy especial de Lisboa. La Casa dos Bicos, al pie de la Alfama. Eso s¨ª que es un reencuentro. S¨ª. Es un edificio que cede la c¨¢mara municipal por 10 a?os. Constituye un gran reto. Tiene que ser una factor¨ªa creativa. La Casa dos Bicos fue construida en el siglo XVI, inspirada en el italiano Palacio de los Diamantes. En el siglo XX fue almac¨¦n de bacalao. La zona, en la Ribeira Velha, es muy popular. Una maravilla. Te voy a decir algo muy importante para m¨ª. Llega un momento en que te crees que tal vez no es una utop¨ªa que te den el Nobel. Tu nombre empieza a ser barajado, junto a otros. Van pasando los a?os. El nombre se repite. Y piensas: bueno, pues, ?por qu¨¦ no? Tal vez me den el Nobel. Pero nunca, nunca, jam¨¢s so?¨¦ que la Casa dos Bicos pudiese ser sede de una fundaci¨®n llamada Jos¨¦ Saramago. ?Las veces que pas¨¦ por delante desde ni?o! Soy poco expresivo, pero, a veces, s¨®lo con pensarlo tiemblo de emoci¨®n con todo el cuerpo, de arriba abajo.
Cap¨ªtulo IV
"El instante en que ya no sea
m¨¢s que un escritor habr¨¦
dejado de ser un escritor"
(Albert Camus)
Eduardo Loren?o habla de Saramago como "la mano izquierda de Dios". Es ateo, pero crece empapado de cultura cristiana. ?Para el erotismo, para el amor, ha tenido que luchar mucho contra el pecado? No. Cuando escrib¨ª El Evangelio seg¨²n Jesucristo, que tuvo las consecuencias que sabemos, en el discurso de agradecimiento al jurado le puse un t¨ªtulo que era El derecho al pecado. Uno de los grandes inventos de la Iglesia cat¨®lica ha sido inventar el pecado, y despu¨¦s de inventar el pecado, inventar un instrumento de control de la gente. ?Qui¨¦n ha decidido lo que es pecado y lo que no lo es? Gran parte de la historia es un absurdo. Y la historia oficial, en la que la Iglesia ha tenido tanto que ver, es una sucesi¨®n de disparates. Pensemos en los muertos por la Inquisici¨®n. Incluso, en un grado menor, lo que ocurri¨® con el gran Cam?es. Tuvo que defender cada uno de sus versos para obtener el pl¨¢cet del Santo Oficio. Escrib¨ª una obra de teatro sobre ese caso, Que farei com este livro?, que refleja el estado de permanente vigilia, peligro y prohibici¨®n en que ha vivido la literatura en nuestros pa¨ªses.
?Qu¨¦ ha significado para Jos¨¦ Saramago su compromiso como comunista? Actualmente no tengo otra militancia que no sea la militancia indirecta de lo que escribo. Pero la participaci¨®n pol¨ªtica me ha dado algo muy importante. Un sentimiento solidario muy fuerte, la conciencia de tomar parte en una lucha por la humanidad, con todas las sombras hist¨®ricas que esa lucha ha tenido. En estos asuntos es muy importante la memoria colectiva, pero tambi¨¦n la personal. Recuerdo siempre a un camarada con el que yo trabajaba y que fue preso por la polic¨ªa pol¨ªtica. Lo sometieron a la tortura del sue?o, la privaci¨®n del sue?o, durante dos semanas. En ese estado no me denunci¨®, no habl¨®, no dijo de m¨ª ni una palabra. Asoci¨® eso a la integridad humana. Ha habido mucha gente as¨ª sin esperar nada a cambio. No puedo imaginarme fuera del partido. Hace unos a?os, despu¨¦s de la revoluci¨®n, ?lvaro Cunhal (l¨ªder comunista portugu¨¦s) tuvo que someterse a una grave operaci¨®n y antes escribi¨® unas cuantas cartas dirigidas a militantes del partido, cartas que pod¨ªan ser entregadas a los destinatarios en el caso de que muriesen. No se muri¨® entonces, las cartas han sido destruidas, pero yo s¨¦ que en la carta que me estaba destinada, Cunhal dec¨ªa que estaba seguro de que yo no abandonar¨ªa el partido. Y ten¨ªa raz¨®n. Y la va a tener mientras yo viva.
Pero los partidos comunistas en Europa son una especie en extinci¨®n... En Portugal creo que no existe ese riesgo que menciona. El PCP tiene una base real. Todos lo dem¨¢s han pasado por operaciones de cosm¨¦tica, de nombre, de siglas. Y lo peor para ellos es que no est¨¢n mejor por eso, por haber tratado de hacer ese transformismo.
Ha habido gente que le ha descalificado por esa fidelidad, interpret¨¢ndolo como un rasgo estalinista. ?Qui¨¦n ser¨ªa Saramago en la Rusia estalinista? Un hombre que tendr¨ªa todos los problemas. Un r¨¦gimen que hab¨ªa hecho de la subordinaci¨®n del ciudadano un principio, pues estaba condenado a lo que ocurri¨®. La decadencia en todos los aspectos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica fue debida a la separaci¨®n entre el partido y el pueblo.
?Por qu¨¦ cree que es tan criticado, tanto en Espa?a como en Portugal, cuando habla de iberismo? Es delicado tocar ese asunto porque nos lleva al campo de los instintos, de las pasiones, y ah¨ª no nos ponemos de acuerdo. Hay patriotas que no pueden ni o¨ªr la palabra Espa?a, porque tienen esa idea, esa experiencia hist¨®rica, de que de Espa?a siempre va a venir algo malo. Portugal est¨¢ ahogado. Y Espa?a tambi¨¦n, enredada en su propia noria, con asuntos que parecen eternizarse y que no se resuelven. Pero Espa?a tiene ya una experiencia de diversidad, con las autonom¨ªas, que puede servir para llegar con serenidad a f¨®rmulas unitarias entre los dos Estados. Espa?a y Portugal necesitan ambas una convulsi¨®n positiva. S¨¦ que esta opini¨®n levanta ampollas, pero lo planteo con honestidad intelectual. Contribuir¨ªa a un multilateralismo ib¨¦rico. Por supuesto, respetando las culturas y las lenguas. Se enriquecer¨ªa la situaci¨®n de Iberia. Y tambi¨¦n tendr¨ªa un efecto positivo en Europa.
?Significa algo que Espa?a y Portugal tengan un Gobierno de izquierda? No nos enga?emos. Es cierto que tenemos en un lado y otro Gobiernos de izquierda, pero de una izquierda que no se nota mucho. A lo mejor no pueden hacer otra cosa. ?Qu¨¦ pasar¨ªa en Europa si se decantaran m¨¢s hacia la izquierda? Hombre, no tenemos un Arias Navarro para decir: ?Vamos a invadir Portugal! Hay que arrumbar de una vez esa idea, que tuvo justificaci¨®n con Franco, una dictadura mucho m¨¢s cruel que la nuestra, que hasta le hizo decir a los integristas portugueses: "Espanha, terra perigosa". El problema es que las izquierdas en Europa est¨¢n casi desaparecidas. Por ejemplo, ?qu¨¦ hay en Espa?a con referencias intelectuales? Median¨ªas. Est¨¢n dejando solo al juez Garz¨®n. Yo lo que veo son median¨ªas.
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