Obligaciones pol¨ªticas
Han pasado 30 a?os desde que entr¨® en vigor la Constituci¨®n. Se supone que en estos 30 a?os deber¨ªa haberse hecho real el principio de neutralidad religiosa y haberse consolidado un Estado aconfesional, tal como expresamente se declara en el art¨ªculo 16 de la Constituci¨®n. No es as¨ª. Transcurridos estos a?os la Iglesia oficial es cada vez m¨¢s belicista y grosera con el Estado de Derecho. No acepta declaraciones ni principios constitucionales. Es m¨¢s, aprovecha cualquier coyuntura para hablar con un lenguaje que dirige para enfrentarnos a unos con otros o, bien, a para hacerse v¨ªctima en un intento de lograr que los m¨¢s tontos o los m¨¢s malvados crean, como un acto m¨¢s de fe, que los gobiernos de izquierdas se emplean en perseguir creyentes que sean cat¨®licos.
No pienso en la sentencia de un juez de Valladolid por la que se declara que los crucifijos deben ser retirados de un colegio p¨²blico, y tras la que algunos miembros de la Conferencia Episcopal hablan de cristofobia, guerra de los crucifijos o como ha dicho el arzobispo Ca?izares que por decir algunas de estas frases lo van a "crucificar".
No s¨¦ si las declaraciones de este obispo son muestra de un acto de soberbia compar¨¢ndose con Jes¨²s, como si fuera lo mismo hablar desde el p¨²lpito de su catedral y bien pagado con el dinero de todos, o un intento malsano de reflejar persecuciones que no existen aunque eso s¨ª unas afirmaciones que realiza con la tranquilidad que le da el saber que desde la Constituci¨®n no se crucifica ni se da garrote a nadie, lo que no ocurr¨ªa con aquel caudillo que lo era por la gracia de dios y que sus mismos h¨¢bitos le llevaban bajo palio a su mayor gloria.
Adem¨¢s, no me interesa porque las sandeces, aunque se digan con agua bendita, nunca me han interesado. De todas formas que algunos miembros de la conferencia episcopal hagan gala de fanatismo religioso o jueguen virtualmente a ser perseguidos es lo menos que espero de una Iglesia espa?ola anclada en el pasado m¨¢s oscuro, enemiga de la ciencia, de sus avances, y de la salud de sus almas, no es lo que m¨¢s preocupa.
Esta Iglesia oficial que vive a todo lujo con el dinero de creyentes y menos, que nos atiza con los dogmas de fe por doquier y que se emplea en incitar a unos contra otros, separando, como el trigo de la paja, los crist¨®fobos de los que no lo son, no es de este mundo ni de este Estado social, democr¨¢tico y de derecho. Una iglesia que, a diferencia de sus comportamientos en otros Estados, no quiere avanzar socialmente sino conservar los privilegios y las cuotas de poder que manten¨ªa durante la dictadura del nacionalismo cat¨®lico espa?ol, no debe preocupar a una sociedad democr¨¢tica y avanzada socialmente por mucho que se empe?e con o sin anatemas. No es lo que preocupa.
Lo que preocupa es que tanto la ministra de Educaci¨®n como la consejera andaluza se laven las manos en el respeto a la legalidad constitucional en los colegios p¨²blicos. Que se manifiesten para declarar que son los padres y los consejos escolares quienes tienen el derecho a solicitar la retirada de s¨ªmbolos religiosos es tanto como dejar en manos de particulares la responsabilidad de los poderes p¨²blicos de hacer verdad la declaraci¨®n constitucional de aconfesionalidad y neutralidad religiosa del Estado.
El derecho de padres y consejos escolares no enerva ni sustituye ni puede hacerlo esta obligaci¨®n de los poderes p¨²blicos. Una neutralidad que no se respeta si desde los centros de ense?anza p¨²blica se realza una determinada religi¨®n pues la colocaci¨®n de sus s¨ªmbolos en lugares preferentes la hacen de mejor valor a los ojos de los ni?os e influyen en su educaci¨®n. En fin no estar¨ªa nada mal para la salud democr¨¢tica que la Iglesia cat¨®lica mas a?eja entendiera que no est¨¢ sola en Espa?a; que la religi¨®n no empieza Ca?izares y termina en Rouco Valera. Tampoco estar¨ªa nada mal que los gobiernos nacional y auton¨®mico hicieran algo tan sencillo como cumplir con sus obligaciones p¨²blicas y ayuden a que en Espa?a sean reales los principios de aconfesionalidad y neutralidad religiosas.
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