El caballero Riquer y su dama, la filolog¨ªa
Biograf¨ªa. La biograf¨ªa de Mart¨ªn de Riquer que han elaborado con tanto tino Cristina Gatell y Gl¨°ria Soler (autoras de otra del historiador jesuita Miquel Batllori) se concibe como un di¨¢logo abierto. Guarda muchas horas de conversaci¨®n con personas inteligentes (y bastantes de bibliograf¨ªa bien le¨ªda) y, encajadas entre las transcripciones de una y otra, est¨¢n los impagables p¨¢rrafos en cursiva que reproducen los desenvueltos comentarios y recuerdos obtenidos del propio interesado. Nadie busque un libro pol¨ªtico sobre el franquismo catal¨¢n, tema sugerente donde los haya... Porque puede que Mart¨ª de Riquer i Morera, conde de Casa D¨¢valos, combatiente en el Tercio Nuestra Se?ora de Montserrat, mutilado de guerra, catedr¨¢tico universitario, juanista convencido, preceptor del actual monarca y senador por designaci¨®n real en 1977, no sea un representante muy cabal de nada que no sea ¨¦l mismo. Lo ha sabido muy bien el propio interesado. Se cuenta aqu¨ª que cuando en 1965 una alumna insurgente le record¨® que, como profesor, era un instrumento de la burgues¨ªa represora, Riquer le record¨® con aplomo valleinclanesco que se enga?aba porque, en todo caso, ¨¦l pertenec¨ªa a la aristocracia. Y tambi¨¦n se recuerda que, a?os despu¨¦s, tras leer Erec y Enide, la ¨²ltima y preciosa novela de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, y cuando le agradec¨ªa al escritor el cari?oso tributo de admiraci¨®n que el relato encierra, le confes¨® que lo que m¨¢s le divertir¨ªa es haber sido personaje de uno de sus relatos policiacos. Y no como v¨ªctima, sino como asesino...
Mart¨ª de Riquer. Viure la literatura
Cristina Gatell y Gl¨°ria Soler
La Magrana. Barcelona, 2008
624 p¨¢ginas. 19 euros
Mart¨ªn de Riquer. Vivir la literatura
Cristina Gatell y Gl¨°ria Soler
Traducci¨®n de Ana Mar¨ªa Cadarso
RBA. Barcelona, 2008
616 p¨¢ginas. 19 euros
Quienes tuvimos la fortuna de seguir sus cursos, podr¨ªamos a?adir muchas m¨¢s de estas respuestas que desequilibraban a cualquier contrincante, aunque circulen algunas manifiestamente ap¨®crifas. Pero todas lo retratan. Hay formas de ingenio que defienden una intimidad vulnerable; otras, como las que prodigaba Riquer, son la manifestaci¨®n espont¨¢nea de una vida vivida a gusto. No se puede negar que ha sido muy ilustrativo recapitular -como este libro hace- los pasos de un Riquer noucentista antes de 1936, los de un intelectual vencedor en la Barcelona de los cuarenta y los de un universitario que luego supo hacer m¨¢s habitable el sombr¨ªo edificio de la Gran V¨ªa y construir despu¨¦s el breve esplendor de la Aut¨®noma de 1970. Pero, casi inevitablemente, el coraz¨®n de sus admiradores se va tras las p¨¢ginas que evocan la vida familiar en el chalet de la calle de las Camelias, las alegres "cenas de los sabios", las cartas noticiosas a sus seis hijos (cada uno con su nombre rotundo y su divertido apodo familiar) y ver c¨®mo fue el gozoso rescate del archivo familiar que iba a permitir la redacci¨®n de uno de los libros m¨¢s sabrosos de las letras catalanas del siglo XX, Quinze generacions d'una fam¨ªlia catalana (1979, Quaderns Crema, 2008).
La felicidad tiene mala prensa. Pero es un don que algunos se han ganado a pulso. El encanto de las clases de Riquer ten¨ªa que ver con la capacidad de entusiasmo, algo que se contagiaba a los predispuestos, pero que nunca engendr¨® discipulazgos incondicionales. En aquella inolvidable secci¨®n de Rom¨¢nicas de Barcelona, Riquer y Blecua formaron gentes que nada ten¨ªan que ver entre s¨ª, ni con ellos, y que, sin embargo, se reconoc¨ªan en su magisterio. Acierta Jos¨¦ Manuel Blecua Perdices al calificar su metodolog¨ªa como "positivismo m¨¢gico". Era, en verdad, la vieja escuela del dato positivo, pero siempre abierta a la hip¨®tesis perturbadora: por eso le gustaban las letras medievales que son, a la par, aristocr¨¢ticas y populares, regionalistas e internacionalistas, y que tienen una red de s¨ªmbolos muy alambicada pero a la vez muy n¨ªtida, y que de a?adidura fueron escritas por sujetos de rotunda fe vitalista. Y es que, en el fondo, la idea riqueriana de la literatura era la que el duque de Aquitania, Guillem IX, el primero de los trovadores, expuso en una canci¨®n que nuestro maestro sab¨ªa comentar como nadie: montado a caballo y durmiendo ("en durmen sobre chevau"), un caballero hab¨ªa compuesto un poema por el mero placer de divertirse ("un vers de dreyt nien"). Por todo eso, a Riquer le gustaba tanto el Tirant lo Blanch y defendi¨® que el Quijote (su memorable edici¨®n es de 1944; su estudio Para leer a Cervantes se public¨® en 2003) era una novela de aventuras c¨®micas escrita por un competente lector de libros de caballer¨ªa.
Ese joven de cara redonda y risue?a que nos mira desde las cubiertas de este libro -de t¨ªtulo feliz- con no poco de zumba y armado de su inseparable pipa, ha tenido la rara fortuna de seguir siendo como fue siempre, y parece que nos ha dejado a los dem¨¢s el enfadoso cuidado de envejecer.
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