Arcadio Blasco
Despu¨¦s de un largo periodo de inactividad, que se ha aprovechado para realizar diversas reformas, el Museo de la Universidad de Alicante ha vuelto a abrir sus puertas el mi¨¦rcoles pasado. En una ciudad donde no abundan las exposiciones de inter¨¦s, la noticia de la reapertura del MUA resulta excelente. Desde su fundaci¨®n, el museo fue la ¨²nica sala de Alicante que realiz¨® una pol¨ªtica con fundamento. Cuando las dem¨¢s instituciones se conformaban con los flecos del Consorcio de Museos, o saldos de baja calidad, el MUA expon¨ªa a j¨®venes artistas que mostraban el arte que se hace hoy. No se puede decir m¨¢s a su favor.
Esta l¨ªnea atrevida del MUA no fue bien vista en la propia universidad, y pronto sobrevinieron las cr¨ªticas. Algunos lamentaban que se gastara dinero en un museo y, sobre todo, que ¨¦ste se dedicara al arte contempor¨¢neo, que no entend¨ªan. Aunque se tiende a pensar lo contrario, la universidad es una instituci¨®n bastante conservadora. El rechazo a lo nuevo, que oculta un temor a perder privilegios, es pr¨¢cticamente una constante en ella. Quienes no ve¨ªan con buenos ojos la actividad del museo, se?alaban que la universidad ten¨ªa necesidades m¨¢s urgentes en las que gastar el dinero. ?Hay algo m¨¢s necesario que la educaci¨®n del esp¨ªritu?
A la hora de reabrir el museo, se ha querido dar a la ocasi¨®n un car¨¢cter especial preparando una muestra antol¨®gica de Arcadio Blasco. La elecci¨®n ha sido atinada y la oportunidad -los ochenta a?os del artista- est¨¢ fuera de duda. Blasco es, en estos momentos, el artista alicantino vivo de mayor fama y el que presenta una trayectoria m¨¢s distinguida. Pese a ello, Alicante no hab¨ªa tenido ocasi¨®n de contemplar una muestra de su obra de las dimensiones y la naturaleza de la actual. Para muchos alicantinos, sobre todo para los m¨¢s j¨®venes, la exposici¨®n supondr¨¢ el descubrimiento de Blasco. Ser¨¢ un ¨¦xito porque el arte de la cer¨¢mica predispone favorablemente al espectador. Personas que se mostrar¨ªan insensibles ante un ¨®leo, se sienten conmovidas ante una obra hecha con barro.
A Arcadio Blasco podemos verlo como el artista preocupado por desarrollar una obra personal y que encuentra en la cer¨¢mica el camino que le abre las puertas de la inspiraci¨®n. No insistir¨¦ en este punto de vista porque ser¨ªa rid¨ªculo, por mi parte, tratar de desvelar al lector quien es Blasco en el mundo del arte. En todo caso, dir¨¦ que su obra me parece de una inquietante complejidad. Por su formaci¨®n, Arcadio Blasco piensa que el arte debe tomar una postura ante la injusticia y los atropellos que causa el poder. Afortunadamente, nunca ha permitido que estas ideas deformaran su sentido art¨ªstico y ha sabido mantenerse con la cabeza suficientemente fr¨ªa a la hora de crear.
Quiz¨¢ sea la palabra normalidad la que mejor exprese la postura de Blasco ante la vida: no hay en ¨¦l el menor resabio del artista que presume de su condici¨®n. Estamos ante un hombre perfectamente normal que se gana la vida con el arte. Desde que hace un tiempo se retirara a vivir a Mutxamel, su pueblo, Blasco se ha integrado perfectamente en el ambiente, lo que le ha procurado un reconocimiento popular, ¨ªntimo, discreto, que le ha llenado de satisfacci¨®n. Los movimientos de izquierda siempre han encontrado en ¨¦l la persona dispuesta a echarles una mano. Blasco ha lamentado los repetidos fracasos de estos grupos, pero se ha abstenido de criticarlos en p¨²blico. Est¨¢ convencido de que su deber es ayudar a las causas imposibles. Su mayor satisfacci¨®n, sin embargo, son las clases de dibujo que cada semana imparte a los alumnos del instituto de Mutxamel.
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