Algunos males del sistema educativo
Un nuevo curso en marcha y estamos como siempre. Desde la reforma introducida por la LOGSE, el sistema educativo espa?ol hace agua por todas partes. Los resultados del Informe PISA, que s¨®lo han sorprendido a los ingenuos, han dado lugar a reacciones de lo m¨¢s variopintas. Unos opinan que la causa del bajo nivel de nuestros estudiantes est¨¢ en los cambios sociales, otros en la presencia de inmigrantes, y otros en la poca formaci¨®n de los padres. Tambi¨¦n hay quienes dicen que la cosa no es para tanto, y que las estad¨ªsticas hay que interpretarlas correctamente. Pero a nuestras autoridades educativas ni se les ocurre la posibilidad de que la causa pueda estar en una mala ley de educaci¨®n. Eso ni se plantea, y la ministra del ramo sigue cantando alegremente las excelencias de nuestro sistema educativo.
Se mantiene un modelo que concede el t¨ªtulo de la ESO a muchos alumnos que no lo merecen
Si los docentes hici¨¦ramos una huelga de celo, el sistema se hundir¨ªa
En primer lugar, ?hac¨ªan falta los datos que ofrece PISA para caer en la cuenta de nuestro desastre educativo? ?Es que no podemos ver la realidad hasta que est¨¦ traducida en gr¨¢ficos y estad¨ªsticas? Que la famosa reforma educativa es un disparate ya lo llevamos denunciando algunos desde hace tiempo (lo cual, por cierto, nos ha valido ser tachados de fascistas, reaccionarios y nost¨¢lgicos), y para ver por qu¨¦ es un disparate no hace falta esperar a que los soci¨®logos de la educaci¨®n hagan sus estad¨ªsticas y sus informes, basta con abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor. Hay alumnos que acaban la Educaci¨®n Secundaria Obligatoria incapaces de operar con decimales, ignorando cosas muy elementales de geometr¨ªa y, en algunos casos, sin saber la tabla de multiplicar. En muchas facultades de ciencias ha sido necesario implantar un curso cero, que se imparte durante septiembre, donde se ense?an cosas que antes sab¨ªa un estudiante corriente de 14 a?os. Y la necesidad de este curso no se hizo patente hasta que llegaron los primeros alumnos procedentes de la reforma. Que el gamberrismo e indisciplina en los institutos ha subido hasta cotas alarmantes es algo del dominio p¨²blico, y del descenso del nivel de madurez de nuestros estudiantes hay pruebas cotidianas. No es ins¨®lito que un "ni?o" vaya con su mam¨¢ a matricularse a la facultad, y se han dado casos de alumnos universitarios que han ido a la revisi¨®n de notas acompa?ados de sus padres.
A prop¨®sito de todo esto, importa mucho aclarar una cosa: si los efectos de la reforma no son todav¨ªa m¨¢s desastrosos, es porque los profesores hacemos bastante m¨¢s de lo que estrictamente nos corresponde. E importa mucho aclararlo porque tambi¨¦n hay quienes achacan el fracaso de nuestro sistema educativo a los profesores, "que no hemos sabido adecuar nuestra mentalidad a los nuevos tiem-pos". Los alumnos llegan a primero de Bachillerato (que empieza a los 16 a?os) ignorando cosas muy b¨¢sicas pero indispensables para seguir las asignaturas de matem¨¢ticas, de f¨ªsica o de lat¨ªn. Cumpliendo rigurosamente con su deber, un profesor tendr¨ªa que empezar por el primer tema dando por sabido todo lo que los alumnos tienen que saber. Y los que no lo sepan, que reclamen a la se?ora ministra, que mantiene un sistema que concede el t¨ªtulo de ESO a quien no lo merece. Afortunadamente, no hacemos as¨ª, porque los alumnos son las v¨ªctimas del sistema, no los culpables, y casi todos los profesores, la mayor¨ªa de los que conozco, nos demoramos explicando cosas que no tenemos ya obligaci¨®n de explicar en ese nivel. Si los docentes hici¨¦ramos una huelga de celo, cumpliendo estrictamente con nuestras obligaciones pero nada m¨¢s, el sistema se hundir¨ªa en muy poco tiempo. Por ello, la acusaci¨®n de que los profesores no hemos sabido adaptarnos a la nueva situaci¨®n es injusta, y tambi¨¦n interesada, porque es otra manera m¨¢s de los creadores del desprop¨®sito de eludir sus responsabilidades.
Los defensores de nuestro sistema educativo sostienen que, con todos sus defectos, consigui¨® escolarizar a todo el mundo. ?Pero qu¨¦ significa realmente "escolarizar"? Si un alumno est¨¢ en una clase sin enterarse de nada porque tiene varias asignaturas pendientes del curso anterior, no est¨¢ escolarizado, est¨¢ encerrado entre cuatro paredes. Quien llega al final de la ESO redactando mal y escribiendo con faltas de ortograf¨ªa, no ha estado escolarizado, ha estado encerrado entre cuatro paredes. Si un alumno quiere aprender pero no puede porque se lo impide el alboroto de algunos compa?eros, no est¨¢ escolarizado, est¨¢ encerrado entre cuatro paredes. Un lugar donde los derechos de quienes no quieren aprender est¨¢n m¨¢s protegidos que los derechos de quienes s¨ª quieren, s¨®lo por abuso de lenguaje puede ser llamado centro educativo. Con el sistema anterior los alumnos acababan la ense?anza obligatoria a los 14 a?os mejor preparados que los que la acaban hoy a los 16. Que en m¨¢s a?os se obtengan peores resultados no parece precisamente un progreso.
Entre los males de nuestro sistema est¨¢ la proliferaci¨®n de unos presuntos expertos que, usando un discurso vac¨ªo, est¨¢n empe?ados en intervenir en la formaci¨®n de los docentes. Algunos de ellos son profesores de instituto que han desertado de la tiza y aprendido la jerga pedag¨®gica. No tienen que soportar las consecuencias de sus propias teor¨ªas, pero se dedican a dar cursillos a quienes seguimos dando clase. Otros son profesores de Universidad, que jam¨¢s han trabajado con alumnos de instituto, pero que hablan del tema con el atrevimiento propio de los ignorantes. Veamos algunos ejemplos. Hay un sesudo pedagogo que afirm¨® que se?alar en color rojo las faltas de un examen era vejatorio para el alumno, y otro, m¨¢s inteligente todav¨ªa, que lleg¨® a decir que los fallos y los errores son una expresi¨®n de la creatividad de los ni?os. S¨¦ de otro, de la Universidad de Murcia, que impartiendo una conferencia sobre la educaci¨®n para la salud, dijo que un profesor de f¨ªsica tambi¨¦n pod¨ªa contribuir a este aprendizaje estudiando en clase la elasticidad de los preservativos. En la Universidad de La Coru?a hay quien sostiene que los profesores no entienden el mundo en que viven por culpa de su subconsciente franquista, y en la de M¨¢laga quien afirma que, como los alumnos est¨¢n colocados en hileras, la comunicaci¨®n horizontal entre ellos es imposible. Este mismo profesor se lamenta de que el saber, en la escuela, es jer¨¢rquico y circula de modo descendente (?qu¨¦ tendr¨¢ de malo que los conocimientos vayan desde quien los tiene hacia quienes carecen de ellos?). Otro, ¨¦ste de la Universidad de Zaragoza, dice que el profesor no debe ser quien detenta la ciencia dentro del aula, ni que su objetivo sea transmitirla a los alumnos (?qui¨¦n ha de "detentar" entonces la ciencia dentro del aula?).
Hay un profesor de la Universidad de Valencia que critica a los profesores porque no leemos libros de pedagog¨ªa. Esto es una buena noticia: mientras los docentes sigamos reacios a estas necedades, la cosa todav¨ªa puede tener soluci¨®n. Pero lo m¨¢s grave es que, si no se pone pronto remedio, de estos ignorantes depender¨¢ a¨²n m¨¢s que hasta ahora la formaci¨®n de los futuros profesores. Dios nos coja confesados.
Ricardo Moreno Castillo es profesor de instituto y autor de De la buena y la mala educaci¨®n (Los Libros del Lince).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.