El agresor machista envejece
El maltratador tipo ronda los 40 a?os - Se muestra violento ya en el noviazgo o tras la boda - V¨ªctimas y verdugos pertenecen a cualquier clase social
Hay mujeres v¨ªctimas de malos tratos que cuando llegan al centro de recuperaci¨®n integral que dirige en Madrid Lola Aguilar no levantan la cara para hablar y su hilo de voz apenas se oye. Ah¨ª comienza un programa psicol¨®gico, personalizado, para sacar a cada una del laberinto y devolverles una vida independiente. Suelen emplear en ello entre 14 y 24 meses, y el 72% recupera su autonom¨ªa y autoestima. Teniendo en cuenta que el promedio de a?os bajo los malos tratos es de un lustro, casi parece un milagro.
El centro de Madrid fue pionero en Espa?a, se fund¨® en 1991 y part¨ªa del trabajo de mujeres, capitaneadas por Ana Mar¨ªa P¨¦rez del Campo, desarrollado desde 1974. En los 15 a?os en que ella lo dirigi¨® (1991-2006), las mujeres atendidas fueron 350. Tambi¨¦n hubo 484 ni?os, sus hijos. Durante los primeros a?os, la edad del maltratador que se registraba en el historial de las mujeres residentes era de 34 a?os, pero a partir de 2000 es de 41, lo que permite alumbrar la esperanza de que el maltrato remite entre los m¨¢s j¨®venes.
Todos los ni?os sufren secuelas ps¨ªquicas y f¨ªsicas por esta violencia
M¨¢s de la mitad de las mujeres tiene estudios medios, y el 15%, universitarios
Ellas suelen ser m¨¢s j¨®venes, una media de 34 a?os, y empezaron su fatal relaci¨®n cuando rondaban la veintena. Enamoradas, embarazadas, o las dos cosas, iniciaron la convivencia con un maltratador que dio sus primeras se?ales de serlo apenas casarse (66%) o ya en el noviazgo (25%).
"No hay un perfil de la mujer maltratada, cualquiera puede serlo, s¨®lo hay que dar con un maltratador, da igual la mujer que seas, ellos son seductores natos", afirma P¨¦rez del Campo.
Desechar la idea de un perfil para la mujer maltratada es romper los mitos, uno de los objetivos de este trabajo. Hay en ¨¦l mujeres con estudios, un 57% de segundo grado y un 15%, universitarias; espa?olas y extranjeras; empleadas y en paro. Una radiograf¨ªa tan variada como la que muestran los agresores. El porcentaje m¨¢s alto entre los registrados en este centro eran alba?iles, seguidos de profesiones de seguridad -polic¨ªas, guardias civiles, militares-. Despu¨¦s hay un surtido, desde encofradores a un vicec¨®nsul y un consejero de una autonom¨ªa. Mec¨¢nicos y m¨¦dicos, concejales y guitarristas, cantantes y directores de cine. De todo.
En un 77% de los casos, las mujeres que han pasado por este centro los denunciaron, y casi en la misma proporci¨®n se encontraron con padres que no abonaron la pensi¨®n alimenticia que se les impuso. Un 42% inici¨® all¨ª la separaci¨®n, aunque un 85% de las mujeres sigui¨® sufriendo malos tratos despu¨¦s de separarse, porque muchas de ellas, por varias razones, no perdieron el contacto con sus agresores. Los problemas jur¨ªdicos son uno de esos obst¨¢culos. "Es imprescindible", dijo ayer P¨¦rez del Campo, "que se resuelvan cuanto antes las historias judiciales de los delitos, porque si no, no hay manera de recuperar a las mujeres".
Tampoco para los ni?os es saludable reencontrarse con el maltratador, coincidieron ayer las expertas ante el delegado del Gobierno contra la Violencia de G¨¦nero, Miguel Lorente. El 100% de los chicos que ingresaron con sus madres "ten¨ªa secuelas ps¨ªquicas, pero tambi¨¦n f¨ªsicas", asegur¨® ayer la directora, Lola Aguilar, que es pediatra. Entre las f¨ªsicas destac¨® el crecimiento retardado, la falta de control de los esf¨ªnteres y una serie de dermatitis y dolores recurrentes asociados al estr¨¦s. Lorente dijo que el Gobierno planea una serie de medidas para combatir esta violencia de g¨¦nero entre los menores. El 46% de los actuales maltratadores lo fue de ni?o, un dato que le lleva a asegurar a P¨¦rez del Campo que hay que romper esa cadena generacional evit¨¢ndoles la convivencia con el padre agresor.
Afirmaciones como ¨¦sa han convertido al centro y a la Federaci¨®n de Mujeres Separadas y Divorciadas en diana de todo tipo de insultos por tel¨¦fono, por correo electr¨®nico, en p¨¢ginas web y, por ¨²ltimo, en cartas an¨®nimas. Ayer mostraron una de ellas. Las lindezas son casi impublicables, pero se insta con toda suerte de violencias a asesinar a m¨¢s mujeres de las que pierden la vida cada a?o. "Habr¨ªa que mataros a palos a todas, o a cuchilladas", "El d¨ªa m¨¢s feliz de mi vida fue el 26 de febrero, cuando en un solo d¨ªa fueron eliminadas cuatro putas, ?genial!, ?grandioso!", dicen en may¨²sculas; y en todo momento tratan a las mujeres de par¨¢sitas y piden el cese de la "violencia feminista". "Mujeres a fregar", llaman.
Por predicar con el ejemplo, P¨¦rez del Campo denunciar¨¢ a la polic¨ªa esta situaci¨®n y pedir¨¢, por primera vez en 17 a?os, protecci¨®n para el centro y la federaci¨®n. Afirma con rotundidad que hay un contramovimiento organizado para impedir que la sociedad se identifique con las v¨ªctimas.
Adem¨¢s, P¨¦rez del Campo pidi¨® la colaboraci¨®n de los hombres contra el "terrorismo de g¨¦nero", como lo llama: "En esta violencia no cabe la neutralidad, hay que estar al lado de las v¨ªctimas sin condiciones. Apelo a los hombres y a su militancia activa".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.