Dos beb¨¦s asfixiados en la chabola
Dos ni?os de un a?o y tres meses mueren en el incendio de un chamizo en Villaverde - La abuela sali¨® a ayudar a otra nieta
"?Mam¨¢!, ?mam¨¢!". Fueron los chillidos desconsolados que se o¨ªan en el exterior de la chabola. Francisco, de s¨®lo un a?o, ped¨ªa ayuda. Varias veces. Las llamas se hicieron con el chamizo donde viv¨ªa la familia, seis personas, en medio de un descampado de Villaverde. Al poco, este lamento desgarrador ces¨®, mientras dos hombres intentaron entrar en la vivienda para rescatarle a ¨¦l y a su hermano David, de tres meses. Fue imposible. Las enormes llamas y el humo arrasaron la chabola en minutos.
Era poco antes de la una de la tarde en un minipoblado chabolista en el l¨ªmite territorial de Madrid, en el llamado Camino de la Rabia, junto a los dep¨®sitos de combustible de la Central Log¨ªstica de Hidrocarburos (CLH) y la M-45. En la chabola estaban los cuatro hermanos, que eran cuidados por la abuela, Carmen Bonaque. Saray, la madre de los ni?os, les acababa de dar de comer y se hab¨ªa marchado a trabajar limpiando portales por el distrito.
Los dos hermanos mayores, de tres y cinco a?os, no hab¨ªan ido a la escuela. Estaban en una chabola contigua a donde se produjo el incendio. Ten¨ªan un fuerte catarro con fiebre y se quedaron en la cama, seg¨²n explicaron algunos familiares. El padre, Francisco, que trabaja recogiendo chatarra por toda la regi¨®n, hab¨ªa dejado la chabola a primera hora de la ma?ana. Algunos hombres regresaban ya para comer.
La segunda hija del matrimonio formado por Francisco y Saray, le dijo a su abuela que quer¨ªa hacer pis, por lo que salieron de la chabola. Esta carece, l¨®gicamente, de agua corriente y de servicio.
Cuando la mujer regres¨® con la peque?a, de la chabola sal¨ªa un inmenso humo. "Era tan fuerte que ya no pude ni entrar. Y sab¨ªa que los dos ni?os estaban dentro", explicaba la abuela, envuelta en una alfombra, apoyada en la puerta de una furgoneta y con el susto a¨²n en el cuerpo. Los dos peque?os estaban en una de las habitaciones, metidos en la cama.
Al instante, el peque?o Francisco empez¨® a chillar y a pedir que fuera su madre. No paraba de llorar. "Hemos intentado romper alguna ventana para meternos, pero era imposible salvarlos. Hab¨ªa mucho humo y enseguida las llamas han empezado a salir. ?No hemos podido hacer nada!", explic¨® con rabia un familiar de los peque?os.
Santiago Jim¨¦nez, un t¨ªo de los ni?os, cogi¨® una manta y la empap¨® en agua. Se cubri¨® con ella e intent¨® meterse en la chabola. El humo le ceg¨® los ojos. No pudo entrar ni dos metros. Tuvo que salir de inmediato para no resultar intoxicado. "Ni me lo he pensado. Son mis sobrinos y he entrado a por ellos enseguida, pero hab¨ªa tanto fuego y humo...". Santiago no pudo terminar la frase. Se quem¨® ligeramente la mano derecha y parte del pelo. Andaba cabizbajo, deshecho y con muchas ganas de llorar. "Tambi¨¦n es que ha habido muy mala suerte. Como los colchones son de espuma, las llamas han corrido mucho. Adem¨¢s, todo es de madera y pl¨¢sticos...", a?ad¨ªa.
"Tengo dos ni?as, pero los que han muerto para m¨ª eran como mis hijos. Esta misma ma?ana he estado dando leche con galletas a Francisco. Siempre que me ve¨ªa me dec¨ªa que le diera un zumo o un bollo", recordaba el t¨ªo de los fallecidos con una mirada muy penetrante.
En el siniestro intervinieron los bomberos de la Comunidad de Madrid, pese a ser la capital. El aviso en el tel¨¦fono de emergencias 112 entr¨® a las 13.04. El comunicante informaba de que el incendio hab¨ªa ocurrido en el vecino Getafe. Los bomberos llegaron 19 minutos despu¨¦s. Y ya no pudieron hacer nada por los peque?os. Hab¨ªan fallecido por el humo y las llamas. Los facultativos de una UVI m¨®vil del Summa s¨®lo pudieron confirmar la muerte, seg¨²n un portavoz de Emergencias 112.
El padre, que tiene 25 a?os, lleg¨® a los pocos minutos, tras terminar su jornada de recoger chatarra. Francisco Vargas Bonaque estaba destrozado y no comprend¨ªa lo que acababa de ocurrir. "Cuando mi madre ha salido para afuera, ha explotado la tele. Tambi¨¦n ha querido entrar mi t¨ªo y no ha podido hacer nada", explicaba en un claro estado de choque. La familia residi¨® hasta hace tres a?os en el cercano poblado chabolista de El Salobral, situado al otro lado de la avenida de Andaluc¨ªa. Pero las autoridades les echaron de all¨ª. Se marcharon una temporada a Valencia, de donde es originaria la esposa, Saray. Pero tampoco les fue bien. Por eso, decidieron entrar de okupas en una casa del Ivima en la calle de Luis Feito, en Carabanchel. "Tuve que abrir la puerta a patadas, porque lo que tengo claro es que a mis hijos no les voy a dejar tirados", explicaba el padre.
Hace unos 15 d¨ªas la polic¨ªa les ech¨® de esa vivienda, por lo que se tuvieron que refugiar en una chabola improvisada en el camino de la Rabia, en Villaverde. Este improvisado poblado est¨¢ formado por tres infraviviendas dentro de un tapiado de un metro y medio de altura. En ellas viven una decena de personas, todos ellos gitanos espa?oles.
"Nos dejan tirados como perros y no nos dan casa ni nada, pese a que ten¨ªamos cuatro criaturas", protestaba Francisco. Justo en ese momento llegaron familiares y se fundi¨® en un abrazo. Se ech¨® a llorar desconsoladamente.
Mientras, la madre, de 19 a?os, permanec¨ªa ajena a la tragedia ocurrida en su hogar. La mujer se hab¨ªa marchado a mediod¨ªa y, como no llevaba tel¨¦fono m¨®vil, no pudo ser localizada. Adem¨¢s, su familia no sab¨ªa exactamente los portales que le tocaban limpiar ayer por la tarde.
El furg¨®n f¨²nebre sali¨® del minipoblado a las 17.30 en direcci¨®n al Instituto Anat¨®mico Forense, donde hoy se les practicar¨¢n las autopsias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.