En el coraz¨®n de la protesta
La Universidad est¨¢ agitada. Bolonia, una inofensiva declaraci¨®n destinada a homologar las titulaciones en la UE, ha desatado los temores de los alumnos a que la Universidad acabe ense?ando s¨®lo lo que necesitan las empresas. Las protestas se han extendido ya por cinco grandes centros
Nos ha costado a?os que t¨² est¨¦s aqu¨ª esta noche".
Pablo P¨¦rez, de 20 a?os y aspecto ani?ado, recibe con esta frase al periodista. Participa con otros 30 estudiantes en un encierro en el edificio del rectorado de la Universidad de Sevilla. Acaba de terminar una reuni¨®n con representantes de todas las facultades sevillanas. Es hora de cenar en un aula de la Facultad de Historia. Mientras unos comen de los tupperware, otros ven La vida de Brian arremolinados ante un ordenador port¨¢til. M¨¢s tarde llegar¨¢n los trabajos, las reuniones, la preparaci¨®n de las "acciones", los carteles, los debates con profesores... lo que toque.
Porque Pablo y sus compa?eros pertenecen a ese grupo de alumnos que, para sorpresa de muchos, ha logrado, con pocos medios y mucha perseverancia, levantar a miles de compa?eros contra algo tan poco dado a efusiones (a primera vista) como el denominado Proceso de Bolonia. Una protesta que ha inflamado a cinco universidades clave (Aut¨®noma de Barcelona, Barcelona, Complutense, Valencia y Sevilla) y que ha puesto en jaque a las autoridades universitarias y al propio Gobierno. ?C¨®mo es posible que una pac¨ªfica reforma europea suscrita en 1999 por 29 pa¨ªses en Bolonia (hoy son 46), con la intenci¨®n de modernizar e internacionalizar la ense?anza superior, se haya convertido, nueve a?os m¨¢s tarde, en un catalizador de encierros, manifestaciones, pancartas, pintadas, e incluso algunas coacciones o incidentes violentos que salpican los campus?
"El fondo de todo esto es qu¨¦ vamos a poner por delante: el mercado o la sociedad", dice Javi, estudiante de Filosof¨ªa
"Aunque no consigamos nada, hemos ganado porque la gente se est¨¢ cuestionando las cosas", dice una joven de Derecho
Los responsables de los campus afirman que los actos violentos le quitan cualquier tipo de legitimidad a la protesta
Los alumnos temen que la reforma implique la intervenci¨®n de las empresas en las decisiones acad¨¦micas
Aunque entre la gran masa de universitarios, muchos reconocen estar poco enterados, estos grupos s¨ª han conseguido que el plan Bolonia est¨¦ hoy mal visto en los campus espa?oles. Pero adem¨¢s, con una gran capacidad para conectarse entre s¨ª, este movimiento asambleario ya ha dado el salto a los centros de secundaria, donde informan a los alumnos y les invitan a crear sus propias asambleas. Y todo ello, en un momento en el que ya no hay margen pol¨ªtico para dar marcha atr¨¢s.
Enfrente tienen a unos responsables universitarios que no han acertado a despejar los fantasmas de la privatizaci¨®n, del mercantilismo y de otros males que se le achacan a la reforma. Los alumnos temen que las empresas acaben interfiriendo en qu¨¦ y c¨®mo se ense?a en la universidad, que las carreras de letras desaparezcan por no ser rentables para el mercado, que haya menos becas y el m¨¢ster sea la verdadera llave para obtener un buen trabajo cuando es m¨¢s caro que el Grado, el t¨ªtulo de cuatro a?os que sustituir¨¢ a las diplomaturas y licenciaturas actuales.
Lo que se est¨¢ librando en los campus espa?oles es una desigual batalla de j¨®venes que se comunican en trazos gruesos a trav¨¦s del correo electr¨®nico, Tuenti y otras redes sociales, frente a unos administradores de la reforma que a¨²n conf¨ªan en el valor de una seca nota explicativa en el tabl¨®n de anuncios para difundir los cambios. En el campo de la comunicaci¨®n, las instituciones est¨¢n perdiendo por goleada. Y ¨¦sa es la causa de que los rectores de las universidades m¨¢s afectadas hayan pedido ayuda al Gobierno. Pero ?qui¨¦nes son esos alumnos que est¨¢n poniendo contra las cuerdas a los dirigentes universitarios? Para algunos s¨®lo son una panda de energ¨²menos descerebrados. Otros, con actitud paternalista, les ven cari?osamente como j¨®venes inconformistas que protestan, que es lo que toca a su edad, aunque no comprendan muy bien de qu¨¦ se quejan. Borja P¨¦rez, alumno al que dejamos en el encierro de la Universidad de Sevilla, saca sobresalientes en la carrera de Geograf¨ªa y lleva estudi¨¢ndose los papeles de la reforma desde que lleg¨® hace tres a?os al campus. Olga Arnaiz tiene 24 y un par de t¨ªtulos ya a sus espaldas (la licenciatura de Filolog¨ªa Inglesa y un m¨¢ster en Espa?ol como segunda lengua), y otros dos doctorados en camino, uno en la Complutense y otro en la Aut¨®noma de Madrid. Hija de periodista, est¨¢ en el grupo de comunicaci¨®n de las asambleas complutenses. Para Laura Flores (19 a?os), en 2? de Derecho en la Universidad de Sevilla, o In¨¦s C¨¢mara (18 a?os), en 1? de Bellas Artes en la Complutense, el entusiasmo de exprimir al m¨¢ximo su vida universitaria parece haberse canalizado a trav¨¦s de la lucha antibolonia.
"Unos lo compaginamos con las clases como podemos, y otros directamente se han olvidado de las clases para dedicarse a esto", dice Mario Souto, estudiante madrile?o de F¨ªsicas (est¨¢ entre 3? y 4?) de 22 a?os. Es cierto que "esto", es decir, el movimiento estudiantil antibolonia, consume una gran cantidad de las horas de los universitarios que forman los grupos, mueven las asambleas de estudiantes, preparan los textos para las mesas informativas, asisten a las reuniones de coordinaci¨®n con otras facultades, preparan debates y votan las acciones concretas, ¨¦sas a las que se unen muchos m¨¢s alumnos. Esos que le dedican muchas horas pueden ser unos 40 ¨® 50 en cada facultad. Dicho esto con las prevenciones que hay que tomar cuando se habla de un movimiento asambleario, tan heterog¨¦neo en sus componentes como lo es hoy la Universidad espa?ola, que acoge a j¨®venes de todas las capas de la sociedad; y tan abierto que para participar s¨®lo hace falta aparecer en una reuni¨®n y levantar la mano.
As¨ª, los t¨®picos, como que los alumnos que se movilizan son poco trabajadores, se desvanecen. Lo reconocen sus propios profesores. Muchos de ellos est¨¢n perplejos con que sus chicos se hayan metido en las protestas. Tambi¨¦n est¨¢ presente en el discurso que se oye en algunas universidades la esencia del mayo del 68, del que en realidad hablan un poco de o¨ªdas y con inexactitudes, como advierten algunos docentes. Eso s¨ª, casi todos son de carreras de letras y ellos argumentan por qu¨¦. "Es normal porque Bolonia ataca m¨¢s directamente a las humanidades", argumenta Javi Ruiz, uno de los asamblearios de la Universidad de Valencia. Tiene 19 a?os y estudia 3? de Filosof¨ªa. "Desde el momento en que esta reforma habla de que deben primar criterios de rentabilidad, las carreras de letras est¨¢n m¨¢s amenazadas porque es m¨¢s dif¨ªcil que las empresas vean rentabilidad en estas titulaciones", a?ade Javi. Dice adem¨¢s que el movimiento estudiantil se ha despertado por Bolonia cuando se han empezado a ver los nuevos planes. "El mayo del 68 sale inevitablemente a relucir, pero somos conscientes de que esto no es lo mismo, est¨¢ centrado en la educaci¨®n. Aunque al fondo de todo lata la pregunta de qu¨¦ vamos a poner por delante: el mercado o la sociedad".
En Valencia, los alumnos se han encerrado en siete facultades del campus de la avenida Blasco Ib¨¢?ez. En Geograf¨ªa e Historia, Filosof¨ªa, Educaci¨®n, Filolog¨ªa, Psicolog¨ªa, Medicina y Educaci¨®n F¨ªsica. Tambi¨¦n est¨¢n presentes en los otros dos campus, Burjassot y Tarongers. ?C¨®mo se toman siete facultades? Virginia Ballesteros es otra de las asamblearias de esta universidad. Tiene 20 a?os y est¨¢ en 3? de Filosof¨ªa. "El verano pasado estudiamos la estrategia de encierros que hab¨ªan empezado el curso anterior en Madrid. Quer¨ªamos hacer algo porque no est¨¢bamos de acuerdo con nuestro plan de estudios". El relato de varios de sus profesores, que prefieren no ser mencionados, complementa y confirma c¨®mo empez¨® todo. "Fue en Filosof¨ªa. Consiguieron convocar a m¨¢s de 1.000 alumnos para escuchar al rector, Francisco Tom¨¢s, que hab¨ªa accedido a dialogar con ellos. Lograron llenar tres aulas y activaron el movimiento, los dem¨¢s empezaron a o¨ªr hablar de Bolonia en ese momento". Luego decidieron presentarse a las elecciones al claustro para obtener representantes y lo han conseguido, lo que prolongar¨¢ su presencia y su voz en la universidad m¨¢s all¨¢ de esta revuelta, de los encierros, cuando se acaben. Lo mismo han hecho en los comicios de cada Junta de Facultad. Lo que est¨¢n haciendo los asamblearios de las otras universidades.
Virginia explica que los estudiantes se comunican a trav¨¦s del correo electr¨®nico, una web y un foro en Internet. Los representantes electos de la universidad les han facilitado adem¨¢s el email de todos los estudiantes. Los alumnos demandan ante todo una mayor inversi¨®n en la educaci¨®n superior y no se explican "c¨®mo se pretende poner en marcha esta reforma a coste cero y con las universidades endeudadas como est¨¢n". Echan la culpa al Gobierno y a las comunidades aut¨®nomas. Los encierros son los principales lugares de encuentro y trabajo. En el del rectorado de la Universidad de Sevilla, el joven Pablo P¨¦rez cuenta c¨®mo han ido aprendiendo desde hace tres a?os, cuando ¨¦l entr¨® en la universidad y se top¨® con la reforma. Despu¨¦s de estudiarla y decidir que no les gustaba, se pusieron en marcha, a informar, a hacer las primeras concentraciones. Tras aquellos titubeantes comienzos en Sevilla, y tambi¨¦n en Barcelona, un punto de inflexi¨®n fue precisamente "el encierro a la japonesa", es decir, de trabajo, a principios de 2008 en la Facultad de Filosof¨ªa de la Complutense, asegura Carlos Velasco (licenciado en Derecho y ahora estudiante de Antropolog¨ªa en la Universidad de Sevilla): "All¨ª son muy buenos estrategas", dice.
Estrategas, eso es. El movimiento funciona de la siguiente manera: en cada facultad, asambleas abiertas de alumnos crean distintos grupos de trabajo y comisiones: de comunicaci¨®n, de financiaci¨®n (se hacen fiestas, por ejemplo, para sacar dinero para pintura y carteles), de estudio de documentos y redacci¨®n de textos... Todo ese trabajo se canaliza en los grupos de coordinaci¨®n entre las asambleas. En Sevilla, hoy toca asamblea urgente en un aula -al d¨ªa siguiente se aprueban los t¨ªtulos de grado de Geograf¨ªa, Historia e Historia del Arte y se han enterado de chiripa, aseguran-. Cualquiera que haya estado en una asamblea sabe que hay gente con m¨¢s personalidad, m¨¢s labia o quiz¨¢ con m¨¢s encanto que suele llevar la voz cantante. Hoy, el encuentro ha comenzado con un esfuerzo para marcar los puntos del d¨ªa y establecer un tiempo para debatir y votar cada uno de ellos. Por supuesto, el tiempo no se cumple y la discusi¨®n sobre c¨®mo protestar por la aprobaci¨®n de los grados al d¨ªa siguiente se reduce finalmente a tres opciones que escriben en la pizarra:
1. Que los representantes de alumnos entren a la junta, lean un comunicado impugnando la reuni¨®n por no haber sido avisados en tiempo y forma, mientras otros alumnos, los que puedan reunir, armen jaleo fuera de la sala;
2. Hacer una cadena humana para impedir que los miembros de la junta entren en la sala;
3. Entrar todos en la sala para armar jaleo e impedir la junta.
Algunos quieren impedirla en cualquier caso mientras los m¨¢s moderados temen alg¨²n tipo de incidente que vuelva a servir para "criminalizarles". Al final, con bastantes abstenciones, gana la opci¨®n n¨²mero uno, pero en cualquier caso, al d¨ªa siguiente se produce un forcejeo entre los miembros de seguridad y los alumnos cuando salen los profesores de la Junta de Facultad. Tambi¨¦n reciben insultos y les lanzan bolas de papel.
"Estas acciones, si no violentas, s¨ª agresivas, son incompatibles con el esp¨ªritu universitario. Creo que tienen mecanismos de participaci¨®n para hacer llegar su voz y su opini¨®n", dice el vicerrector de Ordenaci¨®n Acad¨¦mica de la Universidad de Sevilla, Juan Jos¨¦ Iglesias, que est¨¢ convencido de que el decano de Historia hab¨ªa avisado correctamente a los estudiantes. "Cada vez que se produce un cambio en la estructura de los estudios hay una contestaci¨®n", a?ade Iglesias, pero cree que la reforma comporta ventajas acad¨¦micas y sociales.
El rector de la Complutense, Carlos Berzosa, dice que los estudiantes "tienen todo el derecho a expresarse, discutir y pedir informaci¨®n, pero con sosiego; lo que no se puede tolerar es que no se respeten a las personas o a los bienes p¨²blicos, o que se interrumpa el normal funcionamiento de la universidad". A pesar de esta advertencia, su postura, como la de todos los rectores, es conciliadora: "Invitamos a los estudiantes a que participen en la elaboraci¨®n de los planes de estudios, contamos con ellos para llevar a cabo una ense?anza de calidad".
El color de las pintadas contra Bolonia es lo ¨²nico que da la idea de que algo est¨¢ pasando en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Las pintadas est¨¢n por todas partes. En los puentes, el suelo, las paredes, las escaleras... En la Aut¨®noma se respira un aire tranquilo, de total normalidad. Sin embargo, en ella se encuentra uno de los principales focos antibolonia. El campus es como una peque?a ciudad. Est¨¢ en mitad del campo, tiene aire moderno, a pesar de que se construy¨® hace ya varias d¨¦cadas, es un espacio enorme que acoge a 40.000 estudiantes. Los campus en los que han calado m¨¢s las revueltas tienen el denominador com¨²n de ser de los m¨¢s grandes del pa¨ªs.
"Ahora mismo hay ya cinco facultades ocupadas: Letras, Comunicaci¨®n, Psicolog¨ªa, Educaci¨®n y Pol¨ªticas, hay encierros y no se da clase, aunque en Pol¨ªticas, parcialmente". Hace el recuento uno de los asamblearios de Letras, Sergi Caravaca. Los estudiantes impiden de diversas maneras que se celebren las clases, con tambores, cortando el paso al profesor... Pero en ninguna se respira un ambiente tan combativo como en Letras, facultad en la que hay unos 4.000 alumnos repartidos en sus ocho carreras. Unos profesores viven la situaci¨®n, que lleva meses enconada, con tensi¨®n. Otros dicen que les entienden. El principal motivo de debate estos d¨ªas en sus asambleas es la situaci¨®n de los 27 alumnos que siguen expedientados y que pueden ser expulsados entre uno y 11 a?os de esta universidad, por hechos ocurridos el 29 y 30 de mayo pasados. Las versiones de los alumnos y del rectorado de lo que sucedi¨® para que se les expedientara por desorden p¨²blico y da?os materiales coinciden en lo general, pero no en los matices.
Los alumnos consideran que reivindicaron con pancartas y silbatos su derecho a asistir a la Junta Permanente y que no se les permiti¨®, como resume Gemma Amor¨®s, una de las expedientadas. Tiene 21 a?os, ha terminado la diplomatura de Educaci¨®n Social y estudia Antropolog¨ªa, una carrera de segundo ciclo. Describe los actos como normales, no cree que fueran violentos. La cuesti¨®n es que entre 150 y 200 alumnos acabaron subiendo al despacho de la decana a pedirle explicaciones, seg¨²n explica esta alumna. A la entrada del decanato hay una doble puerta que estaba cerrada y cedi¨®, seg¨²n Gemma. El rectorado dice que la rompieron. Visto desde dentro, algunos docentes declaran que pasaron miedo y que lo han sentido en otras ocasiones.
Gemma no lo ve como una coacci¨®n y asegura que no era su intenci¨®n. Acabaron pidiendo explicaciones en el rectorado, donde les impidieron la entrada varios guardias de seguridad. Uno de ellos, que acab¨® desmayado y con contusiones, ha presentado una demanda contra los alumnos. El rector, Llu¨ªs Ferrer, ha accedido a que la universidad se retire como acusaci¨®n, pero est¨¢ en su mano el dif¨ªcil papel de resolver los expedientes. Algunos rectores de los centros en los que ha habido problemas est¨¢n afectados. El resto se ha solidarizado con ellos a trav¨¦s de un comunicado enviado con la Conferencia de Rectores.
En las universidades hay variedad de opiniones de alumnos, profesores, personal.... Unos ven estas revueltas como "cosas de j¨®venes", otros creen que hay que tomar medidas. Llu¨ªs Ferrer dice que nadie puede desear un modelo de universidad "en el que se permita que grupos de alumnos interrumpan las clases con la promoci¨®n de la calidad de los estudios y de la innovaci¨®n". "Hay que escoger una cosa o la otra y tiene que haber unas reglas m¨ªnimas en las que no entran las agresiones f¨ªsicas ni materiales", a?ade el rector. "Al final, me temo que todo esto va a perjudicar a la universidad p¨²blica y va a beneficiar a la privada".
Sergi Caravaca dice que piden la retirada de los expedientes. Cuando empieza a explicarlo se inicia una asamblea en el vest¨ªbulo de la facultad, donde est¨¢n acampados los estudiantes con todos sus enseres, cacerolas incluidas. Entonces prefiere seguir m¨¢s c¨®modamente en el aula que han habilitado como sala de prensa. ?sta es una de las cuatro peticiones de los estudiantes de la Aut¨®noma. La segunda es un "refer¨¦ndum vinculante" en el que toda la comunidad universitaria vote si se paraliza el proceso de Bolonia. Ya se les ha permitido un refer¨¦ndum en todos los centros catalanes, pero no vinculante. "Queremos adem¨¢s el aumento de la inversi¨®n p¨²blica para poner en marcha el proceso de Bolonia". Sergi ense?a con orgullo los murales, muy trabajados, que han hecho dentro de la facultad sus compa?eros. Muchos de los estudiantes les apoyan pero ya hay una gran cantidad que pide que la vida acad¨¦mica vuelva a la normalidad. "Si quieren que siga el encierro, estamos de acuerdo, pero queremos que vuelva a haber clase, es tambi¨¦n nuestro derecho, hemos pagado los cr¨¦ditos y nos preguntamos qu¨¦ vamos a hacer entonces con los ex¨¢menes cuando llegue febrero". Corean estas opiniones Guillem, Celia, ?scar y Mar¨ªa. Tienen entre 23 y 24 a?os. Reconocen que no est¨¢n bien informados y piden que las instituciones hagan algo para explicarles las cosas con m¨¢s exactitud. Todos ellos trabajan. De dependientes, dando clases de ingl¨¦s, poniendo copas en un bar o de ayudante de cocina en un restaurante. La heterogeneidad del alumnado est¨¢ haciendo que unos pidan comprensi¨®n a otros.
Muchos alumnos de los que no est¨¢n participando en las asambleas, aunque se manifiestan en contra de Bolonia, tienen ideas confusas sobre lo que implica. Afirman cosas como que "va a desaparecer la carrera de Historia del Arte", medida que neg¨® el Gobierno hace dos a?os, o que las becas van a desaparecer y s¨®lo va a haber pr¨¦stamos-renta, un dinero que se ofrece para cursar un m¨¢ster y que el alumno debe devolver cuando ya est¨¦ trabajando. Las universidades y el Gobierno lo han negado reiteradamente. Pero los estudiantes consideran que este sistema les "hipoteca para toda la vida"; lo que, acompa?ado del miedo a que ¨¦stas sustituyan a las becas cl¨¢sicas a fondo perdido, ha logrado enganchar a muchos alumnos en el movimiento. Eso, y por supuesto la temida financiaci¨®n privada -muchos se quejan de la proliferaci¨®n, ya, de c¨¢tedras patrocinadas por empresas- y la consecuente eliminaci¨®n, tarde o temprano, de las carreras que no sean rentables para el mercado (sobre todo, las de humanidades).
Cerca, a unos 15 kil¨®metros, est¨¢ la ciudad. En pleno centro, otros estudiantes han tomado el rectorado de la Universidad de Barcelona y tres facultades. Dentro del vest¨ªbulo hay una veintena de alumnos y en la puerta, otros dos miembros de la asamblea. Es la una de la tarde y echan una partida de ajedrez rodeados de pancartas contra Bolonia. Son Javier Guill¨¦n, de 27 a?os, y Bernat Gispert, de 20. Ha ganado Javier. Los dos estudian 1? de Filosof¨ªa. Es la segunda carrera de Javier, licenciado en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica. La imagen de estos chicos es muy distinta entre s¨ª, como la de muchos estudiantes de las asambleas. Hay de todo. Unos llevan rastas, otros pa?uelos palestinos, pero tambi¨¦n hay muchos con una imagen cl¨¢sica, camisa de rayas y jersey de pico. En la Universidad de Barcelona no han parado las clases, explican estos alumnos. "No ser¨ªa coherente, si lo que defendemos es una mayor calidad de la ense?anza". Creen que la salida al conflicto pasa porque se informe bien sobre el proceso de Bolonia y sobre lo que de verdad implica. Echan la culpa al Gobierno y a las universidades, y dicen que habr¨¢ que buscar soluciones problema por problema: "Qu¨¦ pasa con las becas, con el precio de los m¨¢steres, con la mercantilizaci¨®n que implica Bolonia...".
Todos le est¨¢n dedicando muchas horas. ?Por qu¨¦ tanto esfuerzo y tanta entrega? Para empezar, parece que hay una especie de cabreo democr¨¢tico, porque no sienten ni que les hayan explicado la reforma ni que les hayan consultado (tampoco se sienten muchas veces representados por los alumnos que est¨¢n en los ¨®rganos de la universidad, aseguran).
Laura Flores, la alumna de Derecho de 19 a?os, se pasa buena parte del encierro en el edificio del rectorado de la Universidad de Sevilla en una sala distinta a la de sus compa?eros, estudiando. Hija de abogado, Laura lleg¨® el a?o pasado a la facultad con ganas de formarse m¨¢s all¨¢ de las clases, buscando "un espacio de cr¨ªtica, de debate, pero no exist¨ªa", dice. As¨ª se encontr¨® de bruces en una asamblea estudiantil con el tema de Bolonia. "Queremos que nos escuchen. En Derecho, nos ense?an qu¨¦ es la democracia, el Estado de Derecho y ves que no funciona en realidad". Ahora est¨¢ completamente implicada en las movilizaciones: "Tenemos exigencias de m¨¢ximos , pero tambi¨¦n de m¨ªnimos, siendo realistas, como que no haya precios excesivos en las matr¨ªculas. Pero aunque no consigamos nada, ya hemos ganado, porque la gente se est¨¢ cuestionando las cosas y cuando salen de la universidad ven que las cosas tampoco funcionan". Es decir, se acercaron al tema con enfado y con recelo, pensando que se lo estaban ocultando por alguna oscura raz¨®n.
Tienen una cierta noci¨®n de lo p¨²blico, quiz¨¢ absolutamente pura, que choca con esa realidad. "?TVE es una televisi¨®n p¨²blica? ?Realmente cumple su funci¨®n como servicio p¨²blico, teniendo que competir por la audiencia, por la publicidad?", se pregunta Nicol¨¢s Cardozo, almeriense de 20 a?os que estudia en Madrid 3? de Comunicaci¨®n Audiovisual, cuando habla de que la mercantilizaci¨®n se puede dar aunque la titularidad de la universidad siga siendo p¨²blica. "Reivindicamos una serie de servicios p¨²blicos, una sociedad m¨¢s justa, mejor estructurada", dice Ver¨®nica Caballero, alumna de 21 a?os de 4? de Medicina, encerrada la semana pasada en la Complutense. Admite que su carrera apenas cambia con la reforma, pero en el caso de Madrid, dice, se ven afectados en una doble vertiente, en la universidad y en la "privatizaci¨®n" de la sanidad (en Madrid se est¨¢n acercando a otros movimientos a favor de la sanidad). "Las bondades del sector privado, eso que se dice de que funciona mejor, son una falacia. La financiaci¨®n p¨²blica s¨ª puede funcionar, y mejor que la financiaci¨®n privada", afirma, a su lado, Mar¨ªa Herranz, de 21 a?os, y tambi¨¦n en 4? de Medicina.
Tambi¨¦n tienen un fuerte sentimiento de pertenencia a la universidad, donde se pasan de la ma?ana a la noche. "La Universidad no le pertenece ni a los rectores ni a los ministros. La universidad somos los estudiantes, los profesores y el resto del personal". Y ah¨ª volvemos al principio, al hecho de que siente que no se ha contado con ellos, a esa especie de d¨¦ficit de participaci¨®n democr¨¢tica -"ves pasar la vida por delante de ti, pero no participas", dice Carlos Velasco-, a esa precariedad laboral a la que se ven abocados, sobre todo muchos licenciados en humanidades.
El futuro de este movimiento es dif¨ªcil de predecir. Hay profesores que creen que los encierros son dif¨ªciles de mantener durante largo tiempo. Y estudiantes de a pie que no quieren bajo ning¨²n concepto que los antibolonia paren las clases. El Gobierno se ha comprometido a hacer un esfuerzo para aclarar lo que es cierto que puede pasar y lo que no. Sin embargo, la maquinaria organizativa de este movimiento sigue en marcha. De momento, ya han conseguido centralizar la informaci¨®n de asambleas de toda Espa?a a trav¨¦s de una ¨²nica p¨¢gina web. Y, aunque los asamblearios no sean mayor¨ªa, prometen seguir en su empe?o.
Bolonia, en pocas palabras
En 1999 se firm¨® la Declaraci¨®n de Bolonia para poner en marcha la idea de una universidad europea homologable, en la que alumnos y profesores puedan moverse entre los pa¨ªses del viejo continente sin trabas (o con las menos posibles) para estudiar y para trabajar. Se trata de un compromiso firmado por los responsables educativos de los gobiernos; no es una directiva de la UE, de obligado cumplimiento. Pero, a pesar de las distintas velocidades de cambio, los detalles o universidades que se bajan del tren, como las grandes ¨¦coles francesas, los acuerdos se han hecho realidad.
El primero, para hacer homologables los t¨ªtulos en todos los pa¨ªses, es el esquema com¨²n basado en el modelo anglosaj¨®n, dividido en grados de tres o cuatro a?os (en Espa?a, el Gobierno aprob¨® que durar¨¢n todos cuatro y sustituir¨¢n a licenciaturas y diplomaturas), m¨¢steres de especializaci¨®n de uno o dos a?os y doctorados. Las otras claves son la renovaci¨®n de los planes de estudio. En los nuevos cr¨¦ditos cuentan tanto la asistencia a clase como el trabajo en casa y las pr¨¢cticas. Lo importante ser¨¢ el trabajo del alumno dentro y fuera del aula; el profesor debe guiarle y hacer un trabajo personalizado. Tambi¨¦n se pretende mejorar las salidas laborales de los titulados con los nuevos curr¨ªculos. En Espa?a, todas las carreras deben estar adaptadas al esquema europeo en el curso 2010-2011. Este a?o se puede estudiar un centenar de grados en 33 campus espa?oles, 16 de ellos, p¨²blicos. -
Alumnos frente a rectores y Gobierno
- Los alumnos contrarios a Bolonia sostienen que la reforma implica la mercantilizaci¨®n de la Universidad p¨²blica al recibir financiaci¨®n privada, que van a eliminarse tarde o temprano las carreras que no sean rentables para el mercado (sobre todo, las de humanidades), que se va a controlar la asistencia a clase y que el cambio har¨¢ subir las tasas. Y afirman que las becas-pr¨¦stamo (que hay que devolver) sustituir¨¢n a las becas de toda la vida. Tambi¨¦n temen que los nuevos grados sean generalistas para hacer titulados precarios y la especializaci¨®n llegue con el m¨¢ster, con matr¨ªcula m¨¢s cara. Piden la paralizaci¨®n del proceso y que se abra un amplio debate sobre una reforma que, aseguran, nadie les ha consultado.
- Los rectores y el Gobierno apoyan la discusi¨®n. Han reconocido que es necesario buscar m¨¢s financiaci¨®n privada, pero aparte de que esto no tiene nada que ver con Bolonia, aseguran que la inversi¨®n p¨²blica no se ver¨¢ afectada, ni tampoco su independencia. En cuanto a las becas-pr¨¦stamo, de momento son s¨®lo para los m¨¢steres, y el Gobierno asegura que las becas de toda la vida seguir¨¢n aumentando. El m¨¢ster es ahora m¨¢s caro que el grado, pero son las comunidades quienes fijan su precio dentro de una horquilla que marca el ministerio. Algunos rectores est¨¢n dispuestos a revisarlo. Estos dos ¨²ltimos puntos tampoco tienen que ver con Bolonia. La nueva estructura de las carreras, s¨ª. Aseguran que mejorar¨¢ las salidas laborales, que no se eliminar¨¢n carreras y que la Universidad seguir¨¢ siendo accesible para todos. -
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