Luz sobre Guant¨¢namo

Los documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores ahora conocidos demuestran que el Gobierno de Aznar sab¨ªa fehacientemente que las bases norteamericanas en Espa?a sirvieron de escala a los vuelos a Guant¨¢namo transportando presos talibanes y presuntos miembros de Al Qaeda. El argumento de que en aquel momento no se ten¨ªa noticia de las pr¨¢cticas que se generalizar¨ªan en el penal no encaja con el propio tenor de los documentos: el temor a las consecuencias que tendr¨ªa el que alguno de esos presos fuera europeo, como luego sucedi¨®, deja constancia de las dudas de los funcionarios espa?oles sobre la legalidad de las operaciones a las que se daba luz verde. Por otra parte, el argumento habr¨ªa adquirido solidez si, en el momento de conocerse que Guant¨¢namo se hab¨ªa convertido en un limbo jur¨ªdico donde se torturaba a los reclusos, el Gobierno espa?ol hubiera puesto fin a las autorizaciones de tr¨¢nsito y sobrevuelo.

La implicaci¨®n del Gobierno de Aznar podr¨ªa proyectarse sobre el de Zapatero, aunque con responsabilidades diferentes, si ¨¦ste no ofrece suficientes explicaciones sobre su grado de conocimiento del uso de las bases norteamericanas en Espa?a a partir de 2004. No existen razones para dudar de la versi¨®n seg¨²n la cual el Ejecutivo saliente no inform¨® de los vuelos en el traspaso de poderes. Pero el nuevo Gobierno espa?ol tuvo pronta noticia de lo que estaba sucediendo en la reuni¨®n de la Alianza Atl¨¢ntica en la que Condoleezza Rice habl¨® del "gorila de 800 libras", refiri¨¦ndose a las c¨¢rceles secretas empleadas en la guerra contra el terrorismo. Al parecer, no se hizo gran cosa para saber si Espa?a participaba de alg¨²n modo en estas operaciones. Como tampoco se hizo tras los requerimientos de la Audiencia Nacional para esclarecer los hechos. Y los vuelos prosiguieron bajo Gobierno socialista.

El Ministerio de Asuntos Exteriores asegura que los documentos han desaparecido de sus archivos. No es el final del caso, sino la apertura de otro nuevo. S¨®lo cabe una investigaci¨®n adicional para saber si fueron sustra¨ªdos y tratar de determinar qui¨¦n lo hizo. Pero la cuesti¨®n de fondo se mantiene invariable, puesto que copias de esos documentos debieron de llegar a sus destinatarios en el Ministerio de Defensa y probablemente tambi¨¦n en el Gabinete internacional de la Presidencia del Gobierno, que forman parte de la Administraci¨®n, y estaban por tanto tan obligados a colaborar con la justicia como el departamento de Exteriores a poner fin a la participaci¨®n de Espa?a en la operaci¨®n.

A estas alturas, es necesario saber si esas copias se encuentran en sus respectivos archivos o si, como parece haber sucedido en Exteriores, una mano tan misteriosa como eficaz ha tratado de borrar las huellas. Ahora que la nueva Administraci¨®n norteamericana se propone acabar de una vez con la verg¨¹enza de Guant¨¢namo, es preciso que se haga toda la luz sobre c¨®mo se fragu¨® y c¨®mo pudo mantenerse durante estos a?os.