Sobre gustos se escribe todo
Me da la impresi¨®n de que la cultura se ha convertido, para algunos, en lo que significa el sexo para ciertos p¨²beres: disfrutar a escondidas, avergonzados de sentir placer. Yago, el malvado m¨¢s atractivo de Shakespeare, afirmaba que no hab¨ªa conocido nunca a nadie que supiera amarse a s¨ª mismo. Yo creo que ¨¦l, un hedonista nato, se daba cuenta de nuestros mediocres esfuerzos por rechazar nuestra propia felicidad. Nos han ense?ado desde ni?os a contener, disimular o explicar el gusto, como si responder: "Esto lo hago porque me gusta" y quedarnos tan tranquilos, fuera ofensivo, o demasiado obvio. Y sin embargo, el gusto termina siendo el que manda. La historia de la literatura (y algunas otras) puede resumirse en el recuento de una serie de gustos privados que han logrado hacerse p¨²blicos. En realidad toda la historia humana no es sino la forma que han tenido los gustos de unos cuantos de imponerse sobre los gustos de los dem¨¢s.
Sin embargo, de cara a la galer¨ªa seguimos intentando explicar todo lo referente a nuestros placeres personales, elev¨¢ndolos a categor¨ªa de teor¨ªa contrastada. La literatura est¨¢ muy afectada por este complejo de castraci¨®n intelectual. Recuerdo, hace a?os, un congreso literario en nuestro pa¨ªs en el que participaron algunos de mis colegas, donde los ponentes llegaron a declararse en contra de la literatura "como entretenimiento puro".
En principio, m¨¢s all¨¢ de intentar averiguar si el "entretenimiento puro" es tan perjudicial, cabe preguntarse qu¨¦ puede significar esa expresi¨®n. Si un libro no nos gusta, tampoco nos entretiene. Si, por el contrario, nos gusta, entonces tambi¨¦n nos suscita una serie de reflexiones. ?Acaso habr¨¢ alg¨²n lector que haya disfrutado con, por ejemplo, El c¨®digo Da Vinci que nos diga que su lectura s¨®lo le ha provocado "entretenimiento puro"? ?Acaso aquello que nos hace pasar un buen rato nos hace tan s¨®lo pasar un buen rato? Si de "amenazas" se trata, yo m¨¢s bien creo que la m¨¢s seria a la que tiene que enfrentarse la literatura en nuestro pa¨ªs viene del campo de la reflexi¨®n. Porque, aunque no es posible crear nada que sea "puro" entretenimiento, s¨ª que es muy posible parir un texto que sea s¨®lo pura reflexi¨®n, sin ¨¢pice alguno de pasatiempo: en lenguaje coloquial se llama "pe?azo". No creo que sean las brisas caprichosas del entretenimiento sino la pesada ancla del "pe?azo" lo que hace naufragar a los libros.
Durante mucho tiempo me ha parecido que deb¨ªamos, como autores y tambi¨¦n como lectores, "proteger" el lado reflexivo de nuestras obras, pero es que siempre he dado por supuesta la cara hedonista de los libros. Ahora bien, si nos ponemos en plan de "adultos serios" a rechazar el "entretenimiento puro" m¨¢s all¨¢ de gustos personales, creo que ha llegado el momento de dejar de lado el elogio del pensamiento y cantar los m¨¦ritos de lo puramente divertido, por mucho que, como digo, esa diversi¨®n nunca sea "pura". Y por otra parte, ?qu¨¦ tendr¨ªa de malo el entretenimiento absoluto, si llegara a existir?
Este af¨¢n de "castigadores culturales" viene de nuestra infancia. Tendr¨ªamos que empezar desde cero, arrancando p¨¢ginas a los libros como hac¨ªamos de muy peque?os, para poder relajarnos m¨¢s en nuestra tensa relaci¨®n con la cultura. Quiz¨¢ as¨ª podr¨ªamos volver a considerar a los libros como verdaderos objetos de placer. Quiz¨¢ s¨®lo entonces logr¨¢ramos dejar atr¨¢s, en escuelas, cr¨ªticas y tarimas universitarias, tantas ansias de flagelaci¨®n, de etiqueta, de explicaci¨®n de por qu¨¦ nos gusta algo, de por qu¨¦ disfrutamos. Tantos deseos de pedir perd¨®n por divertirnos.
Claro est¨¢, por si no lo saben, hablo de mi gusto personal.
Babelia
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