El pulgar m¨¢gico de Ove-Andsnes
El pianista noruego demuestra su serena madurez con Beethoven y Mussorgski
El dedo gordo es el ancla del teclado. El elemento en torno al cual gira gran parte de la potencia y la destreza, el eje sobre el que se asienta la elecci¨®n de un sonido determinado en el piano. Leif Ove-Andsnes, ese joven int¨¦rprete noruego de 37 a?os, tan humilde como deslumbrante, ha decidido perfeccionar su t¨¦cnica sobre esa parte de la mano, y as¨ª se ha vuelto a presentar el martes en Madrid -dentro del ciclo Grandes int¨¦rpretes, de Scherzo- y hoy, en otro recital, en Valencia.
Han pasado ya cinco a?os desde que Leif Ove-Andsnes recalara por Espa?a. Entonces ya se intu¨ªa en este chico discreto un futuro prometedor. Llegaba como un embajador con piezas poco conocidas de su paisano Eduard Grieg. Eran peque?as joyas entre rom¨¢nticas y minimalistas. Despu¨¦s regres¨® con Schubert y demostr¨® que pod¨ªa abordar sus sonatas m¨¢s complejas -la 959 y la 960- de manera limpia y serena. Ahora, a las puertas de su madurez, pocos dudan de que cuenta con un sitio entre los grandes. Sobre todo despu¨¦s de haberle o¨ªdo, el martes, tratar con dos sonatas de Beethoven -la 13 y la 14, conocida como Claro de luna-; Siete piezas, de Sch?nberg, y los Cuadros de una exposici¨®n, de Mussorgski.
A Beethoven ya le ha perdido el miedo: "Lo tuve en su d¨ªa, pero ahora no. Para m¨ª, ¨¦l lo es todo. Original. Moderno. Me atrapa. Me siento bien con su m¨²sica", asegura Andsnes. El programa del martes era temerario por variado. Excitante por atrevido. Pero el pianista, sencillamente, arras¨®. No s¨®lo con lo que hab¨ªa sobre el papel. Tambi¨¦n con los Preludios de Debussy y la sonata de Scarlatti que ofreci¨® de propina. "No entiendo a quienes todav¨ªa consideran a Debussy como si fuera s¨®lo un buen perfume franc¨¦s. Para m¨ª es ¨²nico, ya lo demostr¨® el gran Benedetti Michelangeli", comenta haciendo honor a uno de sus pianistas de cabecera justo al acabar de ensayar en casa de un conocido suyo en Madrid.
En ninguno como en este compositor y en el poder de Mussorgski demostr¨® Andsnes la personalidad de su sonido. F¨ªsico, contundente, abrumador en algunos pasajes, pero siempre controlado con sumo tacto. "?ltimamente estoy obsesionado con dar preponderancia a los graves", asegura.
Aunque tambi¨¦n se le adivin¨® mucho gusto en la elecci¨®n de las Siete piezas de Sch?nberg, que col¨® entre las dos sonatas de Beethoven. "Son tan diferentes entre s¨ª esas dos sonatas que conviene antes limpiar el ambiente", comenta. "Tienen una suave intensidad que puede con todo".
Lo limpi¨® de lo lindo. Y de paso demostr¨® que se ha colado en la ¨¦lite del mundo del piano con un estilo sobrio, al¨¦rgico a la afectaci¨®n, convenciendo al p¨²blico de que a trav¨¦s de la sencillez y el rigor se puede llegar a lo m¨¢s alto. "Intento inspirarme en la naturalidad, dejar que el sonido respire, que sea c¨¢lido, profundo". En resumen, seguir la senda de algunos grandes como Alfred Brendel, ese enemigo ac¨¦rrimo de las poses y la impostura que ahora despide su carrera en una gira internacional. El viejo sabio ya tiene un sustituto m¨¢s que digno dentro de ese agujero que desgraciadamente deja libre.
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