India desde Espa?a
Ahora que el presidente electo Barack Obama est¨¢ tan de moda, resulta curioso que apenas se haya prestado atenci¨®n entre nosotros a sus terminantes manifestaciones sobre los sucesos de Bombay. Desde el primer d¨ªa, por medio de su portavoz, Obama no se limit¨® a mostrar su solidaridad con el Gobierno y el pueblo de la India, sino que subray¨® "la grave y urgente amenaza del terrorismo". Tampoco anduvo en busca de Kali, elucubrando con el extremismo hind¨². Habl¨® de "la odiosa ideolog¨ªa que condujo a estos ataques", y no limit¨® la importancia de lo sucedido a la India, apelando a "todas las naciones del mundo para erradicar y destruir las redes terroristas". En fecha reciente ha ido m¨¢s lejos, proponiendo plantear una nueva relaci¨®n con el mundo isl¨¢mico, para insistir asimismo en su objetivo de borrar "el extremismo terrorista que vimos en Bombay". "No podemos tolerar un mundo -a?ade- donde ciudadanos inocentes sean asesinados por extremistas guiados por ideolog¨ªas deformadas".
Anteayer Bombay, hoy B¨¦lgica y ma?ana, tal vez nosotros
Los puntos centrales de la posici¨®n de Obama pueden sorprender si nos atenemos a la l¨ªnea informativa trazada aqu¨ª por el Gobierno y por sus medios m¨¢s pr¨®ximos. Frente a la insistencia de Obama en que el episodio de Bombay l¨®gicamente concierne ante todo a la India, pero que interpela a todo el mundo democr¨¢tico, la versi¨®n oficial en Espa?a ha consistido en presentarlo como un suceso localizado, sin otras implicaciones exteriores que el agravamiento en las ya cr¨ªticas relaciones entre India y Pakist¨¢n. Seg¨²n era de esperar, prevaleci¨® inicialmente el espect¨¢culo digno de un filme de cat¨¢strofes, con los grandes hoteles asaltados y el Taj en llamas, m¨¢s Esperanza Aguirre. Las muertes m¨¢s numerosas, en la estaci¨®n, y las ejecuciones en el centro jud¨ªo de Nariman House permanecieron en la sombra. Un medio audiovisual pr¨®ximo al Gobierno dio con la coartada: la situaci¨®n extremadamente desfavorable de los musulmanes en la India explicar¨ªa su malestar y propensi¨®n a la violencia. Puede ser, aun cuando quepa recordar que en el vecino musulm¨¢n no hay posible discriminaci¨®n, pues no quedan hind¨²es, y que si bien habr¨ªa que a?adir el rechazo a la ocupaci¨®n india de Cachemira, los fundamentos del terrorismo islamista que actu¨® en Bombay son otros. Y este aspecto, curiosamente, ha sido en dichos ambientes tab¨², con la oportuna filtraci¨®n por Exteriores de los papeles (desaparecidos) sobre los vuelos de Guant¨¢namo desviando definitivamente la atenci¨®n de aquello que destaca Obama.
De los otros dos temas principales abordados por ¨¦l, aqu¨ª nada. Ning¨²n signo en los discursos oficiales de que el atentado terrorista de Bombay lo haya sido tambi¨¦n contra todos nosotros, por cuanto el terrorismo islamista act¨²a hoy como agente de producci¨®n de muerte a escala mundial, siendo indiferente el punto del planeta donde se produzcan sus ataques. Anteayer Bombay, hoy B¨¦lgica, ma?ana tal vez nosotros, si como recuerda Pilar Manj¨®n, siguen descuid¨¢ndose el adoctrinamiento islamista y la captaci¨®n en las c¨¢rceles. Para nuestros medios, lo all¨ª ocurrido fue una tragedia lejana, sin otro nexo que la nacionalidad espa?ola de viajeros atrapados.
Cierra el c¨ªrculo la ceguera voluntaria ante la segura autor¨ªa del terrorismo islamista basado en Pakist¨¢n, y la casi segura en concreto de Lashkar-e-Taiba (LeT), el Ej¨¦rcito de los Puros. LeT es el socio paquistan¨ª de Al Qaeda, centrado en el conflicto de Cachemira, pero que dispone de antecedentes y recursos como para haber sido el ¨²nico autor posible de los atentados. Por algo acaba de ser detenido en Pakist¨¢n su l¨ªder Hafiz Saeed y prohibida su tapadera caritativa, Jamaat ut-Dawa ?Por qu¨¦ esta negativa a ocuparse de Lashkar-e-Taiba, la organizaci¨®n yihadista ilegalizada, subsistente hasta ayer bajo la asistencial y protegida en el pasado por los servicios secretos paquistan¨ªes y por el presidente Musarraf? La raz¨®n es simple. Analizar LeT remite al yihadismo mundial, enlaza Bombay con el 11-M. Un vers¨ªculo del Cor¨¢n, el 2, 193 es su lema: "Luchad contra ellos hasta que cese le discordia y la religi¨®n sea toda de Al¨¢". En su insignia, un Kalashnikov sirve de instrumento alzado sobre el Cor¨¢n para alcanzar esa victoria definitiva, m¨¢s all¨¢ de Cachemira y de la India.
Al lado del enemigo tradicional hind¨², los capitalistas euroamericanos y, sobre todo, los jud¨ªos, fueron los objetivos principales: el atentado de Bombay resulta perfectamente legible. Como lo son las posiciones integristas de Hafiz Saeed, hombre que ve¨ªa en el terremoto de 2005 la prueba del pecado de unos gobiernos que autorizan la desnudez de las mujeres (los biquinis), la televisi¨®n, la m¨²sica o el tabaco. En suma, el terror como proyecci¨®n de un integrismo demasiado presente en la literatura islamista europea, principal obst¨¢culo para ese entendimiento con el mundo musulm¨¢n que desde el rigor contra "las ideolog¨ªas odiosas" propugna Obama.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.