"Al volver al mundo me ha sorprendido Internet"
El cabo William P¨¦rez ha pasado los 10 ¨²ltimos a?os de su vida -y tiene 33- secuestrado por las FARC. Hace s¨®lo cinco meses que el Ej¨¦rcito colombiano le devolvi¨® su libertad. Y ayer pudo cumplir el sue?o de su amiga y compa?era de cautiverio Ingrid Betancourt: comerse un cochinillo en Madrid. En la selva, a Betancourt y al pol¨ªtico Luis Eladio P¨¦rez, tambi¨¦n secuestrado, se les revolv¨ªan las tripas so?ando con el asado de El Sobrino de Bot¨ªn. Luis Eladio describ¨ªa con detalle el olor de la salsa, su costra dorada y crujiente... hasta que Ingrid le ped¨ªa que se callara.
Es la primera vez que P¨¦rez sale de Colombia y lo hace para recibir en Madrid el Premio Especial Derechos Humanos del Consejo General de la Abogac¨ªa Espa?ola por ser un s¨ªmbolo de la libertad. Pero ¨¦l no se siente tan libre: "Lo ser¨ªa si nadie me reconociera, si Ingrid no hubiera dicho las cosas tan bonitas que dijo de m¨ª". P¨¦rez, enfermero en el Ej¨¦rcito, hizo de m¨¦dico en la selva y cur¨® las heridas de Ingrid. Las externas y las internas. Betancourt no se cansa de agradecer su ayuda m¨¦dica y psicol¨®gica cuando toc¨® fondo. Con su relato le ha hecho famoso, por eso va todo el d¨ªa con escolta. Y s¨®lo a veces, cuando consigue dar esquinazo a sus guardaespaldas, se monta en su moto nueva, se camufla con el casco y, conduciendo, se siente libre.
El cabo que salv¨® la vida a Betancourt aprende a vivir tras 10 a?os de secuestro
Al elegir el restaurante, P¨¦rez s¨®lo puso una condici¨®n: no quer¨ªa comer pasta, "el eterno men¨² del secuestrado". Ya que estamos aqu¨ª, pide carne. La que sea, se deja aconsejar. La periodista propone, en honor a Betancourt, tirarse a por el cochinillo: manitas rebozadas de entrante y cochinillo asado de segundo. William se atreve sin dudar: "En la selva he comido tigre, culebra y mojojoi" (gusanos que viven en los ¨¢rboles). Lo cuenta mientras el plato se queda fr¨ªo. El relato le hace sombra hasta al cochinillo.
William ya tiene novia y ha vuelto a la escuela militar para recuperar el tiempo perdido, ponerse al d¨ªa y conseguir el grado que tal vez tendr¨ªa si no hubiera sido reh¨¦n: clases de biolog¨ªa, matem¨¢ticas, Powerpoint... cualquier materia es nueva para un joven apartado de la vida hace 10 a?os. "?Muchos amigos me han localizado a trav¨¦s de Facebook! Lo que m¨¢s me ha sorprendido al volver al mundo ha sido Internet".
Hoy, para recoger el premio, viste de uniforme para honrar al Ej¨¦rcito colombiano. "Es importante, porque tiene fama de vulnerar los derechos humanos". Para el futuro, duda entre permanecer en Bogot¨¢ cerca de su familia o romper con todo para estudiar medicina en la Sorbona, becado por el Gobierno franc¨¦s. Por ahora se ha apuntado a clases de franc¨¦s. Despu¨¦s de 10 a?os en la selva ya ha asumido que tiene que aprender a vivir de nuevo. "Ayer en el hotel tuve que llamar para que me explicaran c¨®mo encender la luz... hab¨ªa que meter la tarjeta en la ranura". Lo dice entre risas y al re¨ªr muestra su ortodoncia nueva, su lado infantil.
William no se regodea en el sufrimiento vivido y se niega a hablar de las torturas. S¨®lo se le empa?an los ojos al hablar de los que se quedaron en la selva. "El ¨²nico cord¨®n umbilical que me une a mi secuestro son mis compa?eros. S¨¦ que los guerrilleros habr¨¢n tomado represalias y les habr¨¢n quitado hasta la radio, estar¨¢n sufriendo much¨ªsimo".
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