La inflaci¨®n es el menor de los males
Es tiempo de que los principales bancos centrales del mundo reconozcan que un repentino episodio de inflaci¨®n moderada ser¨ªa extremadamente ¨²til para desenredar el tremendo atolladero de la deuda actual.
No obstante, la inflaci¨®n+n es una forma injusta de amortizar efectivamente las deudas no indexadas de la econom¨ªa. La inflaci¨®n en los precios obliga a los acreedores a aceptar pagos en una moneda devaluada. S¨ª, en principio, deber¨ªa haber una forma de remediar los males del sistema financiero sin recurrir a la inflaci¨®n. Lamentablemente, cuanto m¨¢s estudiamos las alternativas, incluyendo las inyecciones de capital a los bancos y la ayuda directa a los tenedores de hipotecas inmobiliarias, m¨¢s claro resulta que la inflaci¨®n ser¨ªa un apoyo y no un obst¨¢culo.
Sin inflaci¨®n significativa, el precio nominal de las casas tendr¨ªa que caer otro 15% en EE UU y m¨¢s a¨²n en Espa?a
Las finanzas modernas han logrado crear una din¨¢mica de una complejidad tan pasmosa que desaf¨ªa los enfoques normales para enfrentarse a las deudas. La titulizaci¨®n, las finanzas estructuradas y otras innovaciones han entretejido tanto a los varios actores del sistema financiero que resulta esencialmente imposible reestructurar una instituci¨®n financiera a la vez. Se necesitan soluciones que abarquen todo el sistema.
Una inflaci¨®n moderada a corto plazo -digamos del 6% durante dos a?os- no arreglar¨ªa los problemas, pero los mejorar¨ªa significativamente, con lo que otras medidas ser¨ªan menos costosas y m¨¢s efectivas.
Es cierto que una vez que se deje salir al genio de la inflaci¨®n de la botella podr¨ªa llevar varios a?os volverlo a meter. Nadie quiere volver a vivir las luchas contra la inflaci¨®n de los a?os ochenta y noventa. Pero en este momento, la econom¨ªa se tambalea a orillas del precipicio del desastre. Ya tenemos una recesi¨®n global hecha y derecha. A menos que los Gobiernos tomen el control del problema, corremos el riesgo de sufrir un deterioro mundial como no se ha visto desde los a?os treinta.
Las acciones de pol¨ªtica necesarias implican est¨ªmulos macroecon¨®micos agresivos. Idealmente, la pol¨ªtica fiscal deber¨ªa enfocarse en la reducci¨®n de impuestos y el gasto en infraestructura. Los bancos centrales ya est¨¢n recortando las tasas de inter¨¦s por todas partes. Es probable que en todo el mundo las tasas de inter¨¦s oficiales se acerquen a cero; las de Estados Unidos y Jap¨®n ya se situaron ah¨ª. A la larga, el Reino Unido y la zona del euro decidir¨¢n acercarse lo m¨¢s posible.
Tambi¨¦n se deben tomar medidas para recapitalizar y dar una nueva reglamentaci¨®n al sistema financiero. Mientras el sistema financiero siga recibiendo respiraci¨®n artificial de los Gobiernos, como sucede en Estados Unidos, el Reino Unido, la zona del euro y muchos otros pa¨ªses, habr¨¢ riesgos enormes.
La mayor¨ªa de los bancos m¨¢s grandes del mundo son esencialmente insolventes y dependen de la ayuda y los pr¨¦stamos continuos de los Gobiernos para mantenerse a flote. Muchos bancos ya admitieron sus p¨¦rdidas abiertas en las hipotecas inmobiliarias. Sin embargo, a medida que la recesi¨®n se agudice, una nueva oleada de impagos de bienes ra¨ªces comerciales, tarjetas de cr¨¦dito, fondos privados de capital y de cobertura de riesgos golpear¨¢ las hojas de balance de los bancos. A medida que los Gobiernos traten de evitar la nacionalizaci¨®n abierta de los bancos, se ver¨¢n obligados a realizar segundas y terceras recapitalizaciones.
Incluso el extravagante rescate del gigante financiero Citigroup, en el que el Gobierno de Estados Unidos ya ha desembolsado 45.000 millones de d¨®lares de capital y respaldado p¨¦rdidas de m¨¢s de 300.000 millones de d¨®lares de cr¨¦ditos fallidos, puede resultar insuficiente. Al observar el panorama de los problemas restantes, incluyendo el mercado de varios miles de millones de d¨®lares del mercado de los credit default swaps, es claro que el hoyo en el sistema financiero es demasiado grande para taparlo completamente con los d¨®lares de los contribuyentes.
Ciertamente, una parte clave de la soluci¨®n es permitir que quiebren m¨¢s bancos, garantizando que los ahorradores, pero no necesariamente los acreedores, reciban todo su dinero. Sin embargo, este camino ser¨¢ costoso y doloroso.
Eso nos lleva de regreso a la opci¨®n de la inflaci¨®n. Adem¨¢s de atenuar los problemas de la deuda, un episodio moderado de inflaci¨®n reducir¨ªa el valor real (ajustado a la inflaci¨®n) de las propiedades residenciales, lo que facilitar¨ªa la estabilizaci¨®n de ese mercado. En ausencia de una inflaci¨®n significativa, los precios nominales de las casas tendr¨ªan que caer un 15% adicional en EE UU y m¨¢s en Espa?a, el Reino Unido y muchos otros pa¨ªses. Si la inflaci¨®n aumenta, los precios nominales de las casas no necesitan caer tanto.
Por supuesto, dada la recesi¨®n en curso, tal vez no sea tan f¨¢cil para los bancos centrales fomentar ni siquiera un poco de inflaci¨®n en estos momentos. En efecto, parece que lo ¨²nico que pueden hacer es evitar una deflaci¨®n sostenida o la ca¨ªda de los precios.
Afortunadamente, crear inflaci¨®n no requiere gran ciencia. Todo lo que los bancos centrales necesitan hacer es seguir imprimiendo billetes para comprar deuda p¨²blica. El riesgo principal es que la inflaci¨®n podr¨ªa descontrolarse y ser del 20% o 30% en lugar del 5% o 6%. En efecto, el temor a ese descontrol paraliz¨® el Banco de Jap¨®n durante una d¨¦cada. Pero ese problema se puede salvar f¨¢cilmente. Con una buena pol¨ªtica de comunicaci¨®n se pueden contener las expectativas de inflaci¨®n y se puede reducir tan r¨¢pido como sea necesario.
Se tendr¨¢n que utilizar todas las herramientas a nuestro alcance para solucionar esta crisis financiera, que es de las que ocurren una vez en un siglo. Al mirarlo en el contexto de una posible depresi¨®n global, el temor a la inflaci¨®n equivale a preocuparse por un posible contagio de sarampi¨®n cuando se corre el riesgo de contraer la peste.
Kenneth Rogoff es profesor de econom¨ªa y pol¨ªticas p¨²blicas en la Universidad de Harvard y fue economista en jefe del FMI.Copyright: Project Syndicate, 2008.www.project-syndicate.org.Traducci¨®n de Kena Nequiz
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