Obama y Oriente Pr¨®ximo
Los planes del presidente electo Barack Obama para Oriente Pr¨®ximo, la regi¨®n en la que las pol¨ªticas de su predecesor destruyeron el prestigio de Estados Unidos en el mundo, representan un cambio positivo respecto al proyecto de Bush de remediar los males de la regi¨®n mediante el "caos constructivo". Por desgracia, las promesas de Obama pueden resultar tan poco realistas como las anteriores.
La lista de objetivos de Obama es impresionante. Incluye salir de la ci¨¦naga iraqu¨ª, resolver el enconado conflicto entre Israel y Palestina, emplear el di¨¢logo para frenar las ambiciones nucleares de Ir¨¢n y apartar a Siria de posiciones radicales, librar a L¨ªbano de las garras sirias e impulsar la paz entre Siria e Israel. Y a esto puede a?adirse una reorientaci¨®n del esfuerzo militar estadounidense en la guerra de Afganist¨¢n.
La soluci¨®n de la cuesti¨®n palestina es de lo poco al alcance del nuevo presidente de Estados Unidos
Para valorar la magnitud de esta agenda, hay que confrontarla con el deprimente legado que recibe en esta regi¨®n. Oriente Pr¨®ximo est¨¢ experimentando un peligroso proceso de somalizaci¨®n, con una cadena cada vez mayor de agentes no estatales, sobre todo grupos islamistas radicales, que se oponen a la idea del Estado pr¨¢cticamente en todas partes.
Es lo que ocurre en L¨ªbano con Hezbol¨¢, en Palestina con Ham¨¢s, en Irak con el Ej¨¦rcito Mahdi de M¨²qtada al S¨¢der y docenas de grupos m¨¢s, en Afganist¨¢n con los talibanes y los caudillos tribales, y en Pakist¨¢n con movimientos escindidos que se han visto envalentonados por la dimisi¨®n de Pervez Musharraf. En Egipto se aproxima el final del largo mandato del presidente Hosni Mubarak, y eso podr¨ªa empujar a los Hermanos Musulmanes a luchar por el poder en El Cairo y, tal vez, obligar al sucesor de Mubarak a escoger entre acordarles un modus vivendi o librarles un combate a muerte.
Es posible que Obama comprenda enseguida que su calendario para la retirada de Irak no es realista. La r¨¢pida desaparici¨®n de las tropas norteamericanas podr¨ªa desembocar en la desintegraci¨®n del pa¨ªs en entidades pol¨ªticas fragmentadas, una de las cuales ser¨ªa probablemente una rep¨²blica isl¨¢mica controlada por Ir¨¢n.
Es cierto que la reaparici¨®n de los talibanes en Afganist¨¢n exige una respuesta militar m¨¢s en¨¦rgica, pero, con el Ej¨¦rcito estadounidense atrapado en Irak y la resistencia de los aliados occidentales a enviar m¨¢s tropas, el desmembramiento del pa¨ªs entre los caudillos locales no parece inveros¨ªmil. Y teniendo en cuenta que las operaciones militares de los aliados erosionan la legitimidad interna del presidente Hamid Karzai, Obama quiz¨¢ deber¨ªa seguir el consejo del ministro franc¨¦s de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, que advierte de que la respuesta en Afganist¨¢n tendr¨¢ que ser m¨¢s pol¨ªtica que militar.
En cuanto a Ir¨¢n, Obama quiz¨¢ tenga que recurrir a una estrategia de presi¨®n militar antes de lo que le gustar¨ªa. Ir¨¢n ha demostrado que no tiene la menor intenci¨®n de desviarse de su proyecto de alcanzar la categor¨ªa nuclear. Si Obama no logra un inc¨®modo entendimiento con Rusia -para lo que ser¨ªa necesario revisar los acuerdos estrat¨¦gicos posteriores a la guerra fr¨ªa-, las posibilidades de imponer un r¨¦gimen estricto de sanciones a Ir¨¢n ser¨¢n escasas. Y no hay que descartar el espectro de una carrera armament¨ªstica nuclear en Oriente Pr¨®ximo, en la que los rivales sun¨ªes de Ir¨¢n -Arabia Saud¨ª, Egipto y otros- intensifiquen sus esfuerzos para ser nucleares.
Mientras tanto, Obama hereda un Estados Unidos que ya no es la potencia hegem¨®nica indiscutible y que, junto con sus aliados, est¨¢ inmerso en la crisis econ¨®mica m¨¢s grave desde 1929. Enfrentado a una crisis que est¨¢ sacudiendo los cimientos de su estilo de vida y con una deuda nacional de 10 billones de d¨®lares y un d¨¦ficit presupuestario de un bill¨®n de d¨®lares, Estados Unidos no tendr¨¢ m¨¢s remedio que optar por una pol¨ªtica exterior m¨¢s realista.
La llegada de Obama a la presidencia de EE UU representa un hito en la historia de su pa¨ªs, pero su idealismo necesita atemperarse con la conciencia de los l¨ªmites del poder estadounidense. El reto de su pol¨ªtica exterior no es transformar Oriente Pr¨®ximo -¨¦sa es la tarea a largo plazo de los habitantes de la regi¨®n-, sino restaurar la da?ada reputaci¨®n de Estados Unidos en el mundo musulm¨¢n.
Para lograr ese objetivo es preciso resolver el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª, especialmente la cuesti¨®n palestina. Durante su visita a la regi¨®n el pasado mes de julio, Obama prometi¨® abordar el conflicto entre Palestina e Israel "desde el momento mismo en el que tome posesi¨®n". No puede perder ni un minuto en cumplir esa promesa.
A diferencia de lo que sucede con el caos imposible de solucionar que en general hereda en Oriente Pr¨®ximo, en el caso de la disputa entre ¨¢rabes e israel¨ªes ya est¨¢ allanado el terreno hacia una soluci¨®n de conjunto y no har¨ªa falta volver a inventar la rueda. Los dos factores necesarios son capacidad de liderazgo y compromiso, y la campa?a del "S¨ª, podemos" de Obama ha demostrado que ¨¦l cuenta con ambas cosas.
Shlomo Ben-Ami, ex ministro de Exteriores de Israel, es vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz. ? Project Syndicate, 2008. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.