Los enemigos del 'copyright'
Joost Smiers defiende una diversidad cultural sin trabas mercantiles
Joost Smiers caus¨® revuelo con su libro Un mundo sin copyright. Para contestar a sus numerosos cr¨ªticos, ha escrito junto con Marieke van Schijndel Imagine... no copyright, un ensayo que pese a su embate tiene (curiosamente) copyright, en vez de una licencia creative commons, que es la que suelen utilizar los que se oponen al sistema establecido de derechos de autor. La editorial Gedisa, que publica la obra, se?ala que no trabaja todav¨ªa con ese tipo de licencias, lo que explicar¨ªa la aparente contradicci¨®n. En cualquier caso, Smiers no duda en calificar su nueva entrega de "radical", tal como repiti¨® en diferentes momentos del acto de presentaci¨®n del libro, celebrado recientemente en la Sala Conservas.
El autor lamenta que se fomente tanto la figura del consumidor pasivo
Smiers sostiene que en un contexto como el actual de crisis econ¨®mica en el que todos est¨¢n de acuerdo en la necesidad de reajustar el sistema capitalista, ser¨ªa necesario tambi¨¦n revisar algunos de los principios de la industria cultural, que a su juicio, no funcionan bien. Para ¨¦l, el gran enemigo es el copyright. Seg¨²n el ensayista, su petici¨®n de suprimirlo no significa que defienda que la cultura sea gratuita, porque los artistas y literatos tienen, como el resto de profesionales, el derecho de cobrar por su trabajo.
Su lucha es otra. "La mayor¨ªa de artistas no obtiene grandes beneficios del copyright. Estas ganancias se reservan para las estrellas", subraya Smiers, que opina que el sistema vigente es "antidemocr¨¢tico", porque s¨®lo favorece a las grandes corporaciones. "Estoy a favor del mercado, pero estos grandes conglomerados de la industria cultural lo que hacen es manipularlo con su maquinaria de marketing. Nos convierten en consumidores pasivos. Creo que nadie tiene derecho a decirnos qu¨¦ pel¨ªcula tenemos que ver o qu¨¦ libro debemos leer. Y eso es lo que hacen con su publicidad".
De ah¨ª que una de sus propuestas sea deconstruir en "piezas m¨¢s peque?as" estos gigantescos grupos que a base de concentraci¨®n han acabado por dominar el mercado. "No podemos permitir esa tendencia, porque la expresi¨®n art¨ªstica forma parte de nuestra identidad", apunta Smiers, que est¨¢ convencido de que con ese panorama se limita la diversidad creativa, entre otras cosas porque convierte la distribuci¨®n de productos en un coto privado.
En su opini¨®n, adem¨¢s, el copyright atenta contra la tradici¨®n cultural europea, que tantas veces ha avanzado gracias al h¨¢bito de revisar y reelaborar las obras de las generaciones precedentes. Tambi¨¦n le parece absurdo que a trav¨¦s de acuerdos internacionales de comercio se obligue a pa¨ªses ajenos al sistema occidental de derechos de autor a incorporarlo a su legislaci¨®n.
No es extra?o que el ensayo se presentara en la Sala Conservas, que tiene al frente a Simona Levi, una de las impulsoras de la eXgae, entidad que propone una gesti¨®n alternativa de los derechos de autor a la que ofrece la SGAE. En realidad, cada vez son m¨¢s las voces en Barcelona que piden una revisi¨®n de lo establecido en el ¨¢mbito cultural, como qued¨® claro en el pasado festival Indisciplines, al que asistieron unas 1.000 personas, seg¨²n sus organizadores, la Associaci¨® d'Artistes Esc¨¨nics. Esta agrupaci¨®n, de la que forma parte Carles Santos, reclama que los teatros p¨²blicos apuesten por la experimentaci¨®n y la performance y abran sus puertas a todos los creadores de la ciudad. Sin exclusiones.
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