El timo que nunca muere
Las estafas piramidales se basan en el mismo principio que la banca: la confianza
Resulta parad¨®jico darse cuenta de que el sistema financiero de un pa¨ªs -legal o fraudulento- descansa sobre el mismo pilar: la confianza. Su carencia hace temblar, como sentimos estos d¨ªas, los cimientos del sistema, pero su p¨¦rdida precipita al vac¨ªo estructuras maliciosamente dise?adas como las piramidales. Una historia que ya dura m¨¢s de un siglo, por algunas de las peores cualidades del ser humano: avaricia, cinismo o codicia.
En el fondo subyace el deseo de enga?ar y aprovecharse de quienes tienen una escasa formaci¨®n financiera. Y, por el lado del inversor, pervive la b¨²squeda de ganancias por encima de las que ofrece el sistema financiero regulado. Una versi¨®n revisitada del celeb¨¦rrimo timo de la estampita. Aunque tambi¨¦n existe un punto intermedio: aquellos que ven en estas pir¨¢mides un camino para vivir un poco mejor o, tal vez, simplemente vivir. Un hecho que explica por qu¨¦ Colombia, Venezuela, Bolivia, Rumania o Albania han sufrido con gran dureza estas estafas. Pues, quiz¨¢, como dec¨ªa Bob Dylan: "Cuando no tienes nada, nada tienes que perder". Es ese tipo de personas que piensa "que sin entrar en un sistema como ¨¦ste nunca, ni ¨¦l ni su familia, saldr¨ªa adelante econ¨®micamente", analiza el psic¨®logo cl¨ªnico Enrique Garc¨ªa Huete.
"Este fraude ha igualado a la banca de los ricos y a la del pueblo"
Colombia, Bolivia, Venezuela, Rumania o Albania han sufrido estas estafas
En Albania, hubo 2 millones de afectados sobre una poblaci¨®n de 3,5
Quiz¨¢, el cambio sea que estos fraudes, y por duro que suene, se han democratizado. Una universalizaci¨®n que ha tra¨ªdo consigo el fraude perge?ado durante a?os por Bernard Madoff. Por una vez, no s¨®lo los menos favorecidos se han visto afectados. "Una de las grandes ense?anzas de esta crisis es que ha golpeado a los grandes bancos y a los grandes patrimonios", avanza David Cano, experto de Analistas Financieros Internacionales (AFI). "Al final", reflexiona con iron¨ªa un profesional de Bolsa, "uno tiene la sensaci¨®n de que este fraude ha igualado al banquero de los ricos, Madoff, y a do?a Branca, la banquera del pueblo".
El analista se refiere a Mar¨ªa Branca dos Santos, una portuguesa septuagenaria que en los a?os ochenta protagoniz¨® el mayor esc¨¢ndalo financiero del pa¨ªs luso. Su filosof¨ªa vital era, como recogi¨® entones EL PA?S, "ayudar a los ricos a ser m¨¢s ricos y a los pobres a ser menos pobres". Salvadora para unos, una verdadera estafadora para otros, estaba haciendo la competencia a los grandes bancos portugueses prometiendo y, cumpliendo al menos al principio, con unos intereses mensuales del 10% para peque?as aportaciones. Por todo justificante, entregaba un peque?o recibo y nunca dio explicaci¨®n de c¨®mo consegu¨ªa esos beneficios. "El secreto es el alma de los negocios", daba como toda explicaci¨®n cuando se le preguntaba.
Mientras las aportaciones continuaron se pudieron pagar esos elevados rendimientos. Cuando el flujo se par¨®, en 1984, el castillo de naipes financiero se precipit¨® al vac¨ªo, desaparecieron unos 85 millones de euros con la ayuda de una cohorte de corruptos y criminales de los que la banquera se hab¨ªa rodeado. En 1990 fue condenada a diez a?os de c¨¢rcel. Dado su estado de salud, poco tiempo despu¨¦s fue puesta en libertad. Dos a?os m¨¢s tarde mor¨ªa ciega, sola e, ir¨®nicamente, en la miseria.
Y es que la historia del fraude piramidal mezcla aprendices de Robin Hood, m¨¢s o menos bien intencionados, con estafadores puros y duros. El caso de Afinsa, F¨®rum Filat¨¦lico y Arte y Naturaleza, presuntamente, se mueve m¨¢s en este ¨²ltimo terreno. Unas 450.000 familias espa?olas afectadas, cerca de 5.500 millones de euros evaporados y, en muchos casos, los ahorros de toda una vida pulverizados. Todo urdido bajo un sistema piramidal cl¨¢sico en el que los sellos y las monedas eran utilizados como activos de inversi¨®n. "Todas las pir¨¢mides son iguales. Empiezan por la b¨²squeda de un producto de ¨¦xito y, cuando las expectativas no se cumplen, entonces no se sabe, o no se quiere, afrontar la realidad y se sigue con el enga?o", describe Jos¨¦ Manuel Campa, profesor de Finanzas del IESE.
De hecho, escasamente dos semanas antes de la intervenci¨®n (el 9 de mayo de 2006), el producto Afinsa y F¨®rum Filat¨¦lico se estaba ofreciendo a entidades madrile?as que gestionan grandes patrimonios como un activo que pudiera encajar en ese caj¨®n de sastre en el que se han convertido las inversiones alternativas. "Varios representantes de Afinsa estuvieron en mi despacho. Les ped¨ª que me dejar¨¢n el dossier. Lo estudi¨¦ el fin de semana, y el lunes a primera hora les dije sin contemplaciones que era una estructura piramidal. No se pod¨ªan creer que fuera tan directo", recuerda el director de banca privada de una conocida entidad. Desmanteladas las pir¨¢mides, el Tesoro ha dejado a una docena de gestores imputados, que se juegan como m¨¢ximo unos 20 a?os de c¨¢rcel por cabeza. Ahora, los afectados reclaman que el Estado corra con sus p¨¦rdidas, ya que, en su opini¨®n, "estas entidades operaban bajo una apariencia de legalidad tolerada", seg¨²n Manuel Pardos, presidente de Adicae.
Y ah¨ª surge una de las grandes cuestiones de estas estafas. ?Es la Administraci¨®n, o sea, el conjunto de los ciudadanos, los responsables de las inversiones fallidas de un grupo de personas que buscaban una rentabilidad por encima de la del mercado? "En principio, no. Si inviertes buscando extratipos sabes que est¨¢s asumiendo riesgos. Es la regla b¨¢sica de cualquier gestor", precisa David Cano.
Si un continente sabe lo que es sufrir las estafas piramidales es Latinoam¨¦rica. Se estima que este a?o estaban en marcha cerca de 500 negocios de estas caracter¨ªsticas. S¨®lo en Colombia han actuado en 2008, que se sepa, unas 250 pir¨¢mides. Un fraude (superior, seg¨²n algunas fuentes, a 850 millones de d¨®lares) que el mes pasado provoc¨® un verdadero problema de orden social en el pa¨ªs. El Gobierno de ?lvaro Uribe se vio obligado a cerrar dos centenares de estas empresas. Pero llegaron tarde: el virus financiero ya estaba en el organismo. Y miles de ahorradores se quedaron sin sus dep¨®sitos. ?La respuesta? Centenares de tumbados (estafados) tomaron las calles exigiendo su dinero.
La infiltraci¨®n era tan grande que lograron atraer inversores tan dispares como los militares que rescataron a Ingrid Betancourt o a varios congresistas. Nadie parec¨ªa a salvo de la avidez que lograron despertar pir¨¢mides como DMG (iniciales de su presidente, un ex camar¨®grafo de 28 a?os, David Murcia Guzm¨¢n) o DRFE (Dinero R¨¢pido, F¨¢cil y Efectivo). La primera, presumiblemente, estaf¨® a unas 193.000 familias y s¨®lo este a?o, seg¨²n varios c¨¢lculos, consigui¨® atraer 301,6 millones de euros. La segunda ha atrapado a m¨¢s de 100.000 familias y su responsable, Carlos Su¨¢rez, est¨¢ en busca y captura, mientras que el de DMG se encuentra en una c¨¢rcel al sur de Bogot¨¢. Ir¨®nicamente, como en los casos de Afinsa o F¨®rum, en los primeros d¨ªas de las intervenciones hubo manifestaciones a favor de los presuntos estafadores en una especie de s¨ªndrome de Estocolmo financiero. "Estas actitudes son una muestra de desesperaci¨®n, porque lo que ha ocurrido es un asalto a la buena fe de las personas", analiza Luis Armando Soto, ministro-consejero de la Embajada de Colombia en Espa?a. Pero advierte: "Esto no nos puede impedir hacer una autocr¨ªtica como pa¨ªs y como individuos: no existe bienestar sin esfuerzo o trabajo; no hay atajos".
Llueve sobre mojado en las pir¨¢mides en Latinoam¨¦rica. A las de Colombia se suman las de Per¨², Bolivia o Ecuador. Este ¨²ltimo pa¨ªs ha acu?ado, por cierto, un caso bastante singular, el del notario, y presunto estafador, Jorge Cabrera. Tan especial que s¨®lo se descubri¨® tras su fallecimiento en 2005. Durante 13 a?os hab¨ªa ido captando dep¨®sitos y haciendo frente a pagos mensuales que oscilaban entre el 8 y el 10%. La entrada m¨ªnima para ser recibido en su despacho era de unos 10.000 d¨®lares, y esta cifra, elevada para las posibilidades de la mayor¨ªa de sus inversores, hizo que muchos se unieran con el fin de poder entrar en la pir¨¢mide, aumentando su efecto expansivo. Todo iba bien hasta que la madrugada del 25 de octubre de ese 2005 Cabrera sufri¨® un infarto en la habitaci¨®n de un hotel de Quito donde se encontraba con una joven. Su muerte desat¨® el p¨¢nico. Incluso varios defraudados profanaron su ata¨²d para comprobar que estaba muerto.
D¨ªas despu¨¦s, el 11 y el 12 de noviembre, una turba de depositantes invadi¨® la sede de la captadora de fondos para recuperar su dinero. Hasta los polic¨ªas y soldados encargados de sofocarlo participaron en el saqueo. Sus mandos hab¨ªan invertido en la pir¨¢mide y trataban, desesperadamente, de salvar su inversi¨®n. La cantidad defraudada se cifr¨® en unos 554,6 millones de euros y en 35.000 los afectados.
No muy lejos, en Per¨², a¨²n sigue presente la estafa del Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (CLAE), que se llev¨® por delante en 1993 unos 242,6 millones de euros que hab¨ªan depositado 150.000 personas. Una cl¨¢sica estafa piramidal urdida por su presidente, Carlos Manrique, que ofrec¨ªa intereses mensuales del 10% "y que iba cumpliendo hasta el momento de su intervenci¨®n", ironiza Augusto Cabrera, de la Embajada de Per¨² en Espa?a. En Bolivia, en los ¨²ltimos tres a?os, se han dado otros tantos casos de estafa -los de las firmas Roghel, LV Pharma y Ori¨®n- que desfalcaron unos 34,6 millones de euros a cerca de 20.000 inversores. El peligro est¨¢, dicen los expertos, en que el virus se extienda ahora a Centroam¨¦rica.
En todo este an¨¢lisis se corre un riesgo: que las cifras impidan ver el enorme conflicto social, como en el caso de Colombia, que un fraude de esta naturaleza puede generar. A Albania le cost¨®, a principios de los a?os noventa, situarse al borde de la guerra civil, pagar el terrible peaje de 2.000 muertos y casi dos millones de afectados (sobre una poblaci¨®n entonces de 3,5 millones de habitantes). En aquella ¨¦poca no exist¨ªa pr¨¢cticamente banca privada y conseguir pr¨¦stamos personales era una tarea tit¨¢nica, por lo que se cre¨® un sistema paralelo basado en avalistas y en lazos familiares. Junto a ¨¦stos prosperaron las estructuras piramidales. Con una inflaci¨®n en 1996 del 17%, las pir¨¢mides ten¨ªan que ofrecer m¨¢s y m¨¢s intereses para seguir captando capital. Alguna incluso lleg¨® a dar el 30% mensual. Inmersos en esta fraudulenta competici¨®n, s¨®lo hab¨ªa un camino: huir hacia delante.
En un escenario de aut¨¦ntica locura, los propietarios vend¨ªan sus casas para invertir y los granjeros se deshac¨ªan de sus explotaciones. De poco serv¨ªan las llamadas de alerta del Banco de Albania (que hasta entonces se hab¨ªa mostrado totalmente inoperante) sobre la solvencia de estas compa?¨ªas. El 19 de noviembre de 1996, una de las principales pir¨¢mides, Sude, se derrumb¨® y los depositantes exigieron su dinero en masa. Pero ya era tarde. En marzo de 1997, el pa¨ªs estaba sumido en el caso. El Gobierno tuvo que dimitir, pero antes prohibi¨® las pir¨¢mides.
El viaje llega, por ahora, a su ¨²ltima parada: Bernard Madoff. Su inicio como vigilante en las playas de Rockaway en Queens; su vida forjada en las cinematogr¨¢ficas calles del barrio neoyorquino de Brooklyn; sus comienzos con 5.000 d¨®lares y el apoyo de sus familiares; su magnetismo personal para atraer a los clientes m¨¢s sofisticados... En definitiva, las piedras que han construido la pir¨¢mide de un fraude hist¨®rico de m¨¢s de 50.000 millones de d¨®lares (35.000 millones de euros), que ha contado con la inevitable argamasa de la avaricia y el descontento. -
Los or¨ªgenes, en EE UU
El 23 de mayo de 1903, The New York Times public¨® una larga columna en p¨¢ginas interiores que llevaba por t¨ªtulo: "Miller, 520 per cent swindeler, confesses" (Miller, el estafador del '520%', confiesa). Era el final de la aventura de William Miller, cuyo num¨¦rico apodo se hab¨ªa convertido en su mejor carta de presentaci¨®n. Desde su firma en Brooklyn [las mismas calles neoyorquinas que, por cierto, un siglo despu¨¦s habr¨¢ de pisar Bernard Madoff], llamada Franklin Syndicate, multiplicaba los ahorros usando un esquema piramidal. Antes de que se derrumbara la pir¨¢mide hab¨ªa conseguido, en apenas cuatro a?os, un mill¨®n de d¨®lares de la ¨¦poca. ?Su castigo? Diez a?os de c¨¢rcel. A su salida, opt¨® por un negocio m¨¢s tradicional: una tienda de ultramarinos en Long Island.
En los a?os veinte, Carlo Ponzi, un inmigrante italiano, tom¨® el relevo de Miller. Con "su gran encanto y su lengua de oro", como lo definieron en su ¨¦poca, promet¨ªa pagar 15 d¨®lares por cada 10 que se le prestara en un plazo de 90 d¨ªas. El activo que utiliz¨® para el fraude fueron los cupones postales. Se dio cuenta de que se pod¨ªan vender en Nueva Inglaterra a un valor bastante m¨¢s alto del que se compraban en el extranjero.
En junio de 1920, seg¨²n las cr¨®nicas, ya ten¨ªa 420.000 d¨®lares (una fortuna para su tiempo) y un mes despu¨¦s sus ingresos se estimaban en 15 millones de d¨®lares. Pero el peri¨®dico Boston Post empez¨® a sospechar de sus manejos y el Gobierno Federal intervino. Tras una breve estancia en la c¨¢rcel, fue deportado a Italia. Desde entonces su apellido ha dado nombre a las estafas piramidales: sistema Ponzi. -
El saqueo de Gescartera
El esc¨¢ndalo de Gescartera sacudi¨® el sistema financiero espa?ol con la violencia de un vendaval sobre las ramas de un sicomoro. La estafa dej¨® en 2001 un agujero de 87,9 millones de euros, seg¨²n demostr¨® la Fiscal¨ªa General del Estado. La agencia de valores creada en 1992 por Antonio Camacho se hab¨ªa convertido en una m¨¢quina de generar falsedades. Desde las operaciones intrad¨ªa [compra y venta de acciones en el mismo d¨ªa] a la gesti¨®n de la retrocesi¨®n de los corretajes de los intermediarios con los que trabajaba, pasando por la atribuci¨®n de p¨¦rdidas a testaferros. Todo estaba urdido para despatrimonializar la empresa apropi¨¢ndose de sus fondos y estafar a unos 4.000 clientes. Hay una frase lapidar¨ªa en la sentencia, de 592 folios, que resume el saqueo. Se llev¨® a cabo una "premeditada, sistem¨¢tica y persistente maniobra de desapoderamiento de los capitales invertidos por los clientes". Su m¨¢ximo responsable, Antonio Camacho, fue condenado a 11 a?os de c¨¢rcel y La Caixa y Caja Madrid, declarados responsables civiles subsidiarios. -
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