Los golfos apandadores
La reacci¨®n de los te¨®ricos de la econom¨ªa neoliberal, hoy de capa ca¨ªda, es que los primeros culpables de la crisis financiera son los organismos reguladores: o por su ineficacia (caso de la SEC en el esc¨¢ndalo Madoff), o por sus limitaciones objetivas al hacer una supervisi¨®n nacional en el marco de referencia de la globalizaci¨®n, o por permitir marcos contables inadecuados y estructuras de gobernanza empresarial inadecuadas. Ello es en parte cierto, pero para que se produjeran esos fallos regulatorios debieron existir previamente fallos de mercado y golfos apandadores que se aprovecharon del clima desregulatorio hegem¨®nico para cometer toda clase de tropel¨ªas e irregularidades.
Lo que no puede quebrar porque es necesario para la supervivencia del sistema debe ser p¨²blico
Entre esos fallos de mercado se pueden citar, como hace la Fundaci¨®n Ideas en su informe titulado Nuevas ideas para mejorar el funcionamiento de los mercados financieros y la econom¨ªa mundial (www.fundacionideas.es), las importantes carencias y heterogeneidades en la informaci¨®n contable, las asimetr¨ªas de informaci¨®n entre los agentes, los incentivos perversos para directivos y operadores, los problemas de indefinici¨®n en las relaciones de agencia, los altos niveles de incertidumbre e irracionalidad, las estructuras piramidales basadas en la codicia, y las decisiones mim¨¦ticas en los agentes econ¨®micos. En la ra¨ªz de estos problemas est¨¢n algunas disfunciones en el gobierno de las empresas; por ejemplo, sus estructuras de incentivos s¨®lo han favorecido a los directivos, incluso a costa de los intereses de los accionistas. Tambi¨¦n se han producido importantes fallos de coordinaci¨®n interbancaria, se ha exacerbado la fragilidad del sistema financiero y se han puesto en evidencia sesgos estructurales hacia la sobrevaloraci¨®n de determinados activos que inducen la aparici¨®n de burbujas especulativas.
As¨ª que el primer problema es de los golfos apandadores, que violaron tanto las normas existentes (muchas o pocas) y el sentido com¨²n. No puede haber complacencia ideol¨®gica con los mismos, subrayando los l¨ªmites de los reguladores (y, por tanto, de los Estados) y obviando los fallos del mercado y trat¨¢ndolos como excepcionales: los intereses neoliberales han impuesto como necesidad econ¨®mica lo que tan s¨®lo era preferencia ideol¨®gica y con ello una filosof¨ªa basada en principios m¨¢s que en reglas, que en la pr¨¢ctica no sirvieron de nada ante la carencia de evaluaci¨®n y seguimiento de sus resultados. Tambi¨¦n la autorregulaci¨®n, que en realidad signific¨® ausencia de regulaci¨®n, dados los incentivos perversos para transgredirla; la asunci¨®n descontrolada de riesgos por parte de muchas entidades que fueron incapaces de limitarlos, dej¨¢ndose llevar por la ilusa confianza en el crecimiento econ¨®mico; y unas agencias de calificaci¨®n privadas e independientes, que no s¨®lo han internalizado los intereses de los emisores de los activos financieros a calificar, sino que han operado tambi¨¦n con intereses propios.
El 15 de septiembre, Bush, Paulson et altri pensaron que ya estaban cansados de intervenir y salvar entidades del sector financiero en dificultades, que hab¨ªa que volver r¨¢pidamente al orden del riesgo moral y de que cada palo aguantase su vela, y decidieron dejar caer con estr¨¦pito a Lehman Brothers, el cuarto banco de inversi¨®n de Wall Street. Ese d¨ªa empez¨® la fase m¨¢s aguda de la crisis, el momento en que los ciudadanos pensaron que sus dep¨®sitos no estaban seguros y cundi¨® el p¨¢nico. Desapareci¨® la banca de inversi¨®n. La gran paradoja es que en la ¨²nica situaci¨®n que aplican los principios de la econom¨ªa de mercado, la crisis se acent¨²a y hay que corregir el tiro con urgencia.
A?o y medio despu¨¦s del estallido de las hipotecas de alto riesgo, el mercado interbancario sigue sin funcionar y no llega a las empresas y los ciudadanos la enorme liquidez que las autoridades centrales han proporcionado a las entidades financieras. En la literatura econ¨®mica internacional, b¨¢sicamente conservadora, se empieza a repetir una idea hasta ahora impronunciable: aquello que no pueda quebrar por motivos de sanidad y supervivencia del sistema econ¨®mico debe ser p¨²blico, m¨¢xime si no cumple con las funciones para lo que existe. Mientras tanto, el Banco Central Europeo decidi¨® en su ¨²ltima reuni¨®n penalizar a los bancos que no prestan el dinero que se les proporciona, rebajando el tipo al que se remuneran los dep¨®sitos sobrantes. La autoridad monetaria mete presi¨®n a la banca para que movilice la liquidez que le presta a cambio de todo tipo de activos, de calidad y t¨®xicos.
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