Gandhi y los atentados de Bombay
El pol¨ªtico indio fue un ardiente defensor del Estado de derecho y de los derechos humanos b¨¢sicos, critic¨® cualquer forma de violencia y de intolerancia e impuls¨® el di¨¢logo interconfesional y el igualitarismo
Mientras el mundo contin¨²a haci¨¦ndose preguntas sobre los atentados de Bombay, ser¨ªa un error pol¨ªtico e intelectual centrarse ¨²nicamente en la violencia de ra¨ªz isl¨¢mica y en el terrorismo procedente de Pakist¨¢n.
Con frecuencia, la islamof¨®bica obsesi¨®n con el terrorismo musulm¨¢n impide tener una visi¨®n general del asunto, que trate de comprender qu¨¦ motivaciones llevan a los individuos a matar para defender la democracia o para oponerse a ella. La batalla por esa democracia no podr¨¢ ganarse mediante la intervenci¨®n militar en Oriente Medio o en el Sur de Asia, s¨®lo se ganar¨¢ cuando los diversos puntos de vista de las culturas musulmanas tengan medios de expresarse.
Para que en una de esas regiones, o en las dos, pueda surgir un Gandhi musulm¨¢n, las democracias, m¨¢s que ser ¨²nicamente fieles a sus bases pragm¨¢ticas, tendr¨¢n que atenerse a sus fundamentos ¨¦ticos. Despu¨¦s de todo, la democracia parte de la confianza en la conciencia ¨¦tica del ser humano, que debe despertarse y cultivarse.
El ser humano es igual en todas partes. No hay pueblos peores o mejores que los dem¨¢s
Gandhi pedir¨ªa un di¨¢logo interconfesional basado en el rechazo com¨²n del terrorismo
Hoy en d¨ªa, en gran medida a consecuencia de la obra de Mahatma Gandhi, la India goza de independencia pol¨ªtica y en el proceso de desarrollo de las libertades que ¨¦l puso en marcha contin¨²an empe?adas personas de todo el pa¨ªs. Mahatma Gandhi sigue siendo un pensador relevante, no s¨®lo por su teor¨ªa y pr¨¢ctica de la no violencia, sino porque durante toda su vida defendi¨® la tolerancia pol¨ªtica y el pluralismo religioso. Nada tiene esta defensa de doctrinario o de aprior¨ªstico. Todos sus presupuestos sobre la importancia de la autonom¨ªa personal y la libertad pol¨ªtica para la existencia humana y la vida moderna han sido contrastados en la pr¨¢ctica.
Es de sobra conocido que las ideas de Gandhi evolucionaron con la experiencia, pasando de una perspectiva enormemente simplista a otra m¨¢s madura, elaborada y fundamentada. Hace m¨¢s de doscientos a?os el famoso fil¨®sofo alem¨¢n Immanuel Kant respondi¨® a la pregunta que le hizo un peri¨®dico berlin¨¦s, "?Qu¨¦ es la Ilustraci¨®n?", equiparando ¨¦sta con una madurez alcanzada mediante el recurso a la raz¨®n. Para Gandhi, la madurez consiste en la asunci¨®n por parte del hombre de la responsabilidad de utilizar su raz¨®n cr¨ªtica y ¨¦sta consiste en el inquebrantable examen de nuestros presupuestos m¨¢s preciados y vehementes.
En consecuencia, Gandhi consigui¨® articular un escenario de transformaci¨®n, no s¨®lo indio sino contempor¨¢neo, que todav¨ªa mantiene la vigencia de su filosof¨ªa. Pero no cre¨® un sistema. Fundamentalmente, encontr¨® v¨ªas para alcanzar objetivos sociales e individuales. En realidad, era un ardiente defensor del Estado de derecho y un partidario de los derechos humanos b¨¢sicos, que criticaba cualquier forma de acci¨®n pol¨ªtica basada en la violencia y la intolerancia, manifest¨¢ndose fervientemente a favor de un gobierno limitado. De este modo, el pensamiento pol¨ªtico de Gandhi no puede identificarse ni con la tradici¨®n liberal ni con la anarquista, ni tampoco con las propuestas de diversos fil¨®sofos comunitaristas de hoy en d¨ªa.
De igual manera, Gandhi no se encuadra en ninguna de las tres opciones ideol¨®gicas disponibles en el mundo actual. La primera es el retorno al "dogmatismo religioso". La segunda, un "relativismo" ejemplificado por el movimiento posmoderno, para el que la verdad objetiva debe sustituirse por una verdad hermen¨¦utica. La tercera opci¨®n es el "fundamentalismo racionalista", que cree en el poder absoluto de la raz¨®n, desacralizando todo lo relevante. Gandhi no encaja en ninguna de esas tres visiones principales que inciden sobre nuestro presente. No es un fundamentalista religioso, no es un revitalizador del culturalismo y tampoco participa de la fe absoluta en la raz¨®n.
Gandhi tuvo el valor de defender y de contestar la autoridad de la tradici¨®n, siendo consecuente con sus creencias, pero sin dejar de renunciar a la libertad de cambiar de idea, descubrir cosas nuevas y redescubrir lo que en su momento hab¨ªa dejado de lado. En realidad, una de las tareas que se impone la no violencia de Gandhi es la de acabar con los estereotipos y categor¨ªas reduccionistas que limitan el di¨¢logo entre los seres humanos.
En este sentido, la aportaci¨®n de Mahatma Gandhi a la creaci¨®n y fomento de una cultura p¨²blica que, basada en la ciudadan¨ªa, garantice a todos el derecho a expresar su opini¨®n y a actuar, constituy¨¦ndose en alternativa a un sistema de representaci¨®n basado en los partidos y estructuras estatales de car¨¢cter burocr¨¢tico, es uno de los temas de debate m¨¢s importantes dentro de la filosof¨ªa pol¨ªtica occidental de hoy en d¨ªa. Gandhi era muy consciente de que, para fomentar un "pluralismo ampliado", es preciso desarrollar instituciones y pr¨¢cticas que permitan a todo el mundo articular, contrastar y transformar su opini¨®n y su perspectiva.
Se adelant¨® mucho a su tiempo. De hecho, dos generaciones despu¨¦s de su muerte, a¨²n va muy por delante del nuestro. Si siguiera vivo, nos pedir¨ªa que acept¨¢ramos que el ser humano es igual en todas partes, que es un tremendo error considerar que hay pueblos, ya sean los jud¨ªos, los musulmanes, los hind¨²es, los cristianos, los blancos o los negros, que son imperfectos o peores que otros. En segundo lugar, pedir¨ªa un di¨¢logo que salvara las divisorias religiosas y que denunciara el car¨¢cter absolutamente inaceptable e injustificable del terrorismo.
Como para Gandhi la India albergaba diversas religiones y culturas, el di¨¢logo interconfesional demostr¨® ser un m¨¦todo seguro para forjar v¨ªnculos de unidad entre hombres de credos distintos, convirti¨¦ndose en un m¨¦todo contrastado de transformar la discordia y el conflicto en armon¨ªa y cooperaci¨®n. Sin dejar de predicar la igualdad entre las religiones, Gandhi no dej¨® de enumerar principios de diversos credos que hab¨ªan contribuido a enriquecer la espiritualidad existente en territorio indio.
Lamentablemente, hoy en d¨ªa sigue habiendo conflictos religiosos y es frecuente que la violencia vaya unida a pasiones que se relacionan con distintas comunidades basadas en la pertenencia a un credo. Problemas como la pobreza y la desesperaci¨®n, por poner s¨®lo dos ejemplos, pueden ir ligados a cuestiones religiosas, produciendo a veces agresiones y pr¨¢cticas como la de convertir a los dem¨¢s en chivo expiatorio.
En la actualidad, la civilizaci¨®n isl¨¢mica y la occidental est¨¢n presas de una relaci¨®n funesta, que las hace odiarse y temerse mutuamente. Sin embargo, en el caso de las pol¨¦micas y de la violencia que enfrentan al islam con Occidente, no estamos asistiendo a un choque de civilizaciones, sino a un choque de intolerancias. La intolerancia es sobre todo la incapacidad o la falta de disposici¨®n a soportar algo diferente. Es evidente que en las sociedades actuales impera la intolerancia hacia los que no son como nosotros. Y no s¨®lo hablamos de intolerancia moral o pol¨ªtica, sino de la que sufre cualquiera que de una u otra forma es distinto.
Una vez m¨¢s, las luchas en defensa de la paz y la igualdad han demostrado que la no violencia tiene un poder moral que suscita en nosotros un respeto y una veneraci¨®n que la violencia nunca podr¨¢ engendrar.
Gandhi ha sido un luminoso ejemplo para mucha gente, en concreto para los que han decidido resistirse a la injusticia. El hecho de que algunos de sus seguidores hayan fracasado no significa que ya no est¨¦ vigente. Como dijo Martin Luther King en una ocasi¨®n: "Si queremos que la humanidad avance, no podemos prescindir de Gandhi". Ha llegado el momento de que busquemos en nuestra alma y nos preguntemos por qu¨¦ hoy en d¨ªa Gandhi est¨¢ a¨²n m¨¢s vigente.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Toronto. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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