Reformas pendientes
Acaba el a?o y el caso del juez Tirado ya no es caso. Ha terminado con una multa de 1.500 euros que deber¨¢ pagar el juez de su bolsillo, salvo colecta entre compa?eros. Una sanci¨®n que ha contentado a la mayor parte de la judicatura; el resto del personal, especialmente gobernantes y pol¨ªticos, esperaban una bien distinta, que calificaban de sanci¨®n ejemplar y ejemplarizante; pretend¨ªan que este juez quedara como su compa?ero Calamita en paro y sin desempleo. Como no ha sido as¨ª tenemos a unos y otros tratando de explicar a los ciudadanos que el ¨®rgano de gobierno de los jueces no ha funcionado; que las leyes tienen fisuras y los jueces las interpretan a gusto para protegerse unos a otros; que hay que cambiarlas de forma que la responsabilidad y sanciones a imponer eran las anunciadas por la vicepresidenta del Gobierno y por el ministro Bermejo. Al final, nos ha quedado una de tres a?os de suspensi¨®n de empleo y sueldo para la secretaria; una de inexistencia de responsabilidad del fiscal encargado de exigir el cumplimiento de la sentencia que no fue cumplida mediante el ingreso en prisi¨®n del pederasta acusado del asesinato de Mari Luz, y una m¨¢s de 1.500 euros para el juez.
Total, y a la vista de las sanciones, debe ser que la secretaria del juzgado era la encargada de juzgar, ejecutar lo juzgado y de exigir el cumplimiento de las penas impuestas en sentencia. Todo un disparate que las dudas que ha resuelto, si es que las hab¨ªa, son que los jueces son poder que se basta a si mismo y que corrige desde dentro lo que estima debe corregir como un buen padre -tambi¨¦n madre- a sus hijos. Responde, casi como Franco, frente a s¨ª mismo y frente a la Historia. No rinde ni va a rendir cuentas ni va a aceptar pac¨ªficamente, por mucho que hable el ministro Bermejo, ser reformado. Dec¨ªa Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, siendo ministro de Justicia, que ser¨ªa una lastima que la falta de medios se convirtiera en una coartada permanente de todos los fracasos de la administraci¨®n de justicia.
Hoy, entiendo que con un m¨ªnimo sentido com¨²n, que la no satisfacci¨®n o cumplimiento de la sentencia y permitir que siguiera en libertad un pederasta es uno de estos fracasos. Tampoco resulta muy discutible que, desde que realizara Fern¨¢ndez Ord¨®?ez aquellas manifestaciones, han trascurrido 30 a?os y en este tiempo se ha pasado de las antiguas m¨¢quinas de escribir a los ordenadores; de los juzgados en cualquier local a palacios de justicia y de percibir los jueces poco m¨¢s de 100.000 pesetas mensuales en 1981 -salvo en Canarias- a m¨¢s de 50.000 euros anuales los jueces reci¨¦n aprobadas oposiciones y m¨¢s de 120.000 los del Tribunal Supremo. Algo se ha avanzado, por lo que no se comprende, salvo desde el corporativismo, esta violencia de los jueces amenazando con huelgas y esta entrega de la cuchara del actual Consejo General del Poder Judicial no tanto respecto de la sanci¨®n a un juez que, en tanto no se diga judicialmente lo contrario, ha de aceptarse conforme a derecho, si no a la manera que ha formado su convicci¨®n sancionatoria -dividida entre vocales jueces y no jueces-, as¨ª como frente a las advocaciones inform¨¢ticas de los jueces invitando a la rebeli¨®n, recordando los mejores tiempos de Francisco Alcaraz en la presidencia de la AVT.
En fin, el nuevo a?o contar¨¢ si la sanci¨®n es la acertada o ha sido impuesta como una muestra de voluntad del actual Consejo para que los jueces no la sigan liando. Se va a saber pronto. Si de las amenazas de huelga y paro pasamos a una situaci¨®n de comprensi¨®n con la falta de medios, al tiempo que a los jueces se les incrementan sus retribuciones muy por encima del resto de los funcionarios del Estado y del tiempo de crisis, cobran atrasillos y a sus miembros no se les exige la misma responsabilidad que al resto de los mortales, habr¨¢ que pensar que es verdad que somos una casta y que mantienen el dominio frente a todo y a todos, y frente a la ley. Un panorama que no se soluciona con leyes nuevas en materia sancionadora mientras las interpreten y apliquen los propios jueces. Confiemos en que el nuevo a?o traiga la reforma judicial que falta.
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