La hora de la raz¨®n
La imagen dominante acerca de la invasi¨®n de Gaza apenas ofrece espacio para la duda. Despu¨¦s de una semana de bombardeos con cientos de v¨ªctimas civiles, el Tsahal, la impresionante m¨¢quina de guerra israel¨ª, entra en la franja palestina "a sangre y fuego". Con el apoyo de Bush y desoyendo los llamamientos a la tregua de medio mundo. Entretanto, los habitantes de Gaza tratan de escapar a la cat¨¢strofe, sin agua ni abastecimientos. Veredicto inmediato: Israel es culpable y "los palestinos", v¨ªctimas.
En los planteamientos que apoyan semejante visi¨®n de las cosas, como sucede en un vehemente art¨ªculo de Tariq Ramadan, los sujetos tr¨¢gicamente pasivos son "los palestinos". A Ham¨¢s no se la menciona o se la incluye en el relato de pasada, sin introducir para nada en la explicaci¨®n su responsabilidad en el desencadenamiento de la crisis. Y el peque?o detalle es que fue el Gobierno de Ham¨¢s en Gaza el que decidi¨® romper la tregua con Israel el 19 de diciembre, y el que orden¨® desde ese momento lanzar decenas de misiles sobre las poblaciones israel¨ªes cercanas. No entra aqu¨ª si esos misiles eran de alta o baja calidad. A eso se le llama declarar un estado de guerra, por el cual si alguien asume tal decisi¨®n ante un adversario superior, ya sabe lo que les espera a los ciudadanos situados bajo su administraci¨®n.
Imaginemos una situaci¨®n an¨¢loga. Marruecos tiene una reivindicaci¨®n tal vez muy justa sobre Ceuta y Melilla. Su Gobierno decide entonces lanzar misiles sobre nuestro lado del estrecho. ?Tiene el Gobierno espa?ol que aguantarlo estoicamente?
Otra cosa es que la respuesta sea claramente desproporcionada y, por tanto, digna de ser condenada. Pero una respuesta armada era inevitable si Ham¨¢s segu¨ªa atacando. Estamos en una de esas crisis internacionales en las que no hay un responsable, sino dos, y por consiguiente la acci¨®n pacificadora debe concernir a ambos. A no ser que disfrutemos con la idea de una destrucci¨®n de Israel a medio plazo, objetivo al que, en definitiva, responde la provocaci¨®n de Ham¨¢s.
La experiencia de 2006 prueba que este tipo de conflicto le sienta mucho peor a Israel que los enfrentamientos cl¨¢sicos de ej¨¦rcito a ej¨¦rcito. Hay, pues, que frenar la invasi¨®n, pero al mismo tiempo garantizar cueste lo que cueste, suspendiendo las ayudas que haya que suspender en caso de infracci¨®n, que Ham¨¢s dejar¨¢ de atacar desde Gaza. La paz tiene dos caras.
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