Luchar contra la depresi¨®n
Si no actuamos con rapidez y audacia", declaraba el presidente electo Barack Obama en un reciente discurso semanal, "podr¨ªamos experimentar una recesi¨®n econ¨®mica mucho m¨¢s profunda, que podr¨ªa provocar un desempleo superior al 10%". Si me preguntan a m¨ª, dir¨ªa que Obama estaba siendo muy suave.
El hecho es que las recientes cifras econ¨®micas son aterradoras, no s¨®lo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. La fabricaci¨®n, en concreto, se est¨¢ desplomando por doquier. Los bancos no prestan; las empresas y los consumidores no gastan. Las cosas como son, esto se parece mucho al principio de la segunda Gran Depresi¨®n.
?Actuaremos con suficiente "rapidez y audacia" para evitar que eso ocurra? Pronto lo averiguaremos. Se supon¨ªa que no deber¨ªamos hallarnos en esta situaci¨®n. Durante muchos a?os la mayor¨ªa de los economistas cre¨ªan que ser¨ªa f¨¢cil evitar otra gran depresi¨®n. En 2003, Robert Lucas, de la Universidad de Chicago, en su discurso presidencial ante la Asociaci¨®n Econ¨®mica Estadounidense, declaraba que "el problema principal para prevenir la depresi¨®n se ha resuelto, a todos los efectos pr¨¢cticos, y lleva de hecho muchas d¨¦cadas resuelto".
Milton Friedman, en especial, convenci¨® a muchos economistas de que la Reserva Federal pudo haber frenado en seco la Gran Depresi¨®n simplemente proporcionando a los bancos m¨¢s liquidez, lo cual habr¨ªa impedido una dr¨¢stica ca¨ªda de la oferta monetaria. Es bien sabido que Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, se disculp¨® ante Friedman en nombre de su instituci¨®n: "Tiene usted raz¨®n. Fue culpa nuestra. Lo sentimos mucho. Pero gracias a usted, no volveremos a hacerlo".
Resulta, sin embargo, que prevenir las depresiones no es tan f¨¢cil al fin y al cabo. Dirigida por Bernanke, la Reserva Federal est¨¢ proporcionando liquidez igual que si fuera un equipo de bomberos tratando de apagar un fuego de gran magnitud, y la oferta monetaria ha crecido con rapidez. Pero el cr¨¦dito sigue escaseando, y la econom¨ªa contin¨²a en ca¨ªda libre.
La afirmaci¨®n de Friedman de que la pol¨ªtica monetaria podr¨ªa haber evitado la Gran Depresi¨®n fue un intento de refutar el an¨¢lisis de John Maynard Keynes, quien sosten¨ªa que, en situaciones de depresi¨®n, la pol¨ªtica monetaria es ineficaz y que hace falta una pol¨ªtica presupuestaria -gasto deficitario a gran escala por parte del Estado- para luchar contra el desempleo. El fracaso de la pol¨ªtica monetaria en esta crisis demuestra que Keynes lo entendi¨® a la primera. Y el pensamiento keynesiano est¨¢ detr¨¢s de los planes de Obama para rescatar la econom¨ªa.
Pero estos planes podr¨ªan resultar dif¨ªciles de vender. Los informes de prensa dicen que los dem¨®cratas esperan aprobar un plan con amplio apoyo de los dos partidos. Les deseo buena suerte.
Lo cierto es que la toma de posiciones pol¨ªticas ya ha empezado, y los l¨ªderes republicanos est¨¢n poniendo obst¨¢culos a las leyes encaminadas a estimular la econom¨ªa al tiempo que pretenden ser los adalides de una deliberaci¨®n prudente en el Congreso, lo cual no deja de tener su gracia, teniendo en cuenta el comportamiento de su partido en los ¨²ltimos ocho a?os.
M¨¢s en general, despu¨¦s de declarar durante d¨¦cadas que el Estado es el problema, no la soluci¨®n, por no mencionar las cr¨ªticas a la econom¨ªa keynesiana y al New Deal, casi ning¨²n republicano va a reconocer la necesidad de aplicar a la crisis econ¨®mica una soluci¨®n de gasto a lo grande, al estilo Roosevelt.
Sin embargo, el mayor problema al que probablemente se enfrentar¨¢ el plan de Obama es la exigencia de muchos pol¨ªticos de que se demuestre que las ventajas del gasto p¨²blico propuesto justifican sus costes, demostraci¨®n que nunca se exige a propuestas de recortes tributarios.
Es un problema que Keynes conoc¨ªa bien: regalar dinero, se?alaba, tiende a recibirse con menos objeciones que los planes de inversi¨®n p¨²blica, "que, al no ser completamente despilfarradores, tienden a juzgarse de acuerdo con principios estrictamente 'empresariales". Lo que se pierde en dichos debates es el principal argumento a favor del est¨ªmulo econ¨®mico, o sea, que en las actuales condiciones un aumento dr¨¢stico del gasto p¨²blico proporcionar¨ªa empleo a estadounidenses que de otro modo estar¨ªan en paro, y dinero que de otro modo se mantendr¨ªa ocioso, y pondr¨ªa a ambos a trabajar para producir algo ¨²til.
Todo esto me hace temer por las perspectivas del plan de Obama. Estoy seguro de que el Congreso aprobar¨¢ un plan de est¨ªmulo, pero me preocupa que el plan pueda retrasarse y/o rebajarse. Y Obama tiene raz¨®n: realmente necesitamos medidas r¨¢pidas y audaces.
?sta es mi hip¨®tesis de pesadilla: el Congreso tarda meses en ratificar un plan de est¨ªmulo, y la legislaci¨®n que acaba aprob¨¢ndose es demasiado cauta. Como consecuencia de ello, la econom¨ªa se hunde durante la mayor parte de 2009, y cuando el plan empieza por fin a surtir efecto, lo hace s¨®lo con fuerza suficiente para frenar la ca¨ªda, no para detenerla. Mientras tanto, la deflaci¨®n se instala, y empresas y consumidores empiezan a basar sus planes de gasto en la perspectiva de una econom¨ªa permanentemente deprimida; y bien, uno puede ver en qu¨¦ desemboca esto.
Por lo tanto, ¨¦sta es nuestra hora de la verdad. ?Haremos realmente lo necesario para evitar la segunda Gran Depresi¨®n? -
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y Premio Nobel de Econom¨ªa de 2008.Traducci¨®n de News Clips. ? 2008 New York Times News Service.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.