Por qu¨¦ se colapsan las urgencias
Este invierno, como en a?os anteriores, el desbordamiento de los servicios de urgencias hospitalarios ha vuelto a ser noticia. El p¨²blico vive salas abarrotadas, tiempos de espera interminables y dificultades para mantenerse informados. Esto se combina con una sensaci¨®n de perplejidad, dado que, a?o tras a?o, estas situaciones se repiten como si no tuvieran soluci¨®n. Pero tambi¨¦n sorprende lo poco que el p¨²blico conoce de estos servicios y de las claves que llevan a su desbordamiento, as¨ª como sus posibles soluciones.
En condiciones normales, la efectividad de las urgencias hospitalarias depende de sus circuitos asistenciales, es decir, de la agrupaci¨®n de recursos y tiempos de respuesta apropiados a cada tipo de paciente. As¨ª, un paciente con una conjuntivitis, se visitar¨¢ en una consulta normal que puede tener demora, dado que no hay riesgo vital, mientras que un paciente con dolor de pecho, ante la sospecha de un infarto de miocardio, se evaluar¨¢ y tratar¨¢ inmediatamente en un box de cr¨ªticos.
Un profesional para las emergencias no se improvisa: es necesaria una especialidad m¨¦dica
Entre ambos extremos, existe una gama de recursos diferentes. El punto de partida es una consulta r¨¢pida de clasificaci¨®n que distribuye los pacientes en los circuitos adecuados, y cuyas caracter¨ªsticas son la agilidad y un sistema de altas que permite liberar recursos para ser reutilizados con nuevos pacientes. Los circuitos mal dise?ados son la causa inicial para que urgencias se sature en condiciones de demanda normal y genere el caos con una presi¨®n asistencial incrementada.
En periodos de sobredemanda, como en las epidemias invernales, los recursos propios de urgencias no bastan y se requiere activar recursos extraordinarios. ?stos van desde abrir consultas para pacientes ambulatorios, hasta el aumento del n¨²mero de camas del hospital dedicadas a urgencias, a la vez que se redirigen los flujos de llegada de enfermos hacia hospitales o centros colaboradores; las altas deben de ser muy fluidas, especialmente con los pacientes hospitalizados, dado que las camas son el recurso m¨¢s limitado; lo m¨¢s eficaz es que, una vez superada la fase aguda, se movilicen a centros de apoyo (ejemplo: hospital de rehabilitaci¨®n para personas mayores) para que se restablezcan en ellos. La ausencia de estos recursos extraordinarios, o su mala planificaci¨®n, adem¨¢s de bloquear el servicio de urgencias, desorganiza el hospital con las famosas camas supletorias en todos los rincones.
El mejor circuito de urgencias sin buenos equipos profesionales tampoco funciona. Se manejan vol¨²menes ingentes de pacientes con una gran variedad diagn¨®stica, se toman decisiones r¨¢pidas y se valora permanentemente el riesgo vital de los enfermos; adem¨¢s, se asignan recursos y es necesaria una gran capacidad de trabajo en equipo y de tolerancia a la presi¨®n ambiental. Con profesionales no preparados, los circuitos se enlentecen y la seguridad de los pacientes se pone en riesgo. Un profesional de urgencias no se improvisa. En esto se basa la demanda, l¨®gica y necesaria, de una especialidad m¨¦dica de urgencias, por parte de unos profesionales que atienden m¨¢s de 20 millones de visitas anuales.
El ¨²ltimo factor clave es la irrupci¨®n de las personas mayores en urgencias. Con estos pacientes, los circuitos de urgencias pierden agilidad, se requieren muchos d¨ªas de hospitalizaci¨®n y el alta domiciliaria es dif¨ªcil. Esto se debe a su fragilidad biol¨®gica y a su carencia de cuidadores, pero tambi¨¦n a que los hospitales actuales no est¨¢n preparados para este tipo de pacientes, como tampoco lo est¨¢n sus viviendas. Durante las epidemias, cuando este colectivo se convierte en el principal consumidor de recursos en urgencias, lo saturan con facilidad. Pero a¨²n hay m¨¢s: su crecimiento como colectivo es exponencial y pasar¨¢ de ser el 17% (7 millones) de la poblaci¨®n actual a un 25% (13 millones) en los pr¨®ximos 25 a?os. Cabe esperar que los episodios de saturaci¨®n, aunque puedan moderarse por una buena planificaci¨®n, dif¨ªcilmente se eviten con hospitales y viviendas no adaptados a las necesidades de las poblaciones fr¨¢giles.
Algunas soluciones, como las mejoras en los circuitos, recursos y plantillas, pueden facilitar el d¨ªa a d¨ªa de estos servicios, y evitar su desorganizaci¨®n en periodos de sobredemanda. Pero el cambio de perfil poblacional aconseja a medio plazo, un enfoque m¨¢s global; esto supone nuevos tipos de viviendas, nuevas profesiones sanitarias complementarias a las actuales, aplicaci¨®n generalizada de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y comunicaci¨®n (teleasistencia), y nuevos centros sanitarios m¨¢s pr¨®ximos a los entornos vecinales y pensados para poblaciones fr¨¢giles.
El conocimiento de experiencias existentes y la generaci¨®n de ideas innovadoras ser¨ªan las dos v¨ªas para identificar los cambios que nuestro modelo de urgencias puede necesitar. La medicina, por s¨ª sola, posiblemente no perciba todas las posibilidades que el conocimiento y la tecnolog¨ªa del siglo XXI pueden ofertarle. Las ideas innovadoras surgen en espacios de debate y convivencia basados en un modelo de conocimiento experto multidisciplinar y transversal. Estos espacios deben agrupar el conocimiento m¨¦dico y tecnol¨®gico, con proveedores, industria y ciudadanos.
Un buen ejemplo ser¨ªa el Parque Tecnol¨®gico de Ciencias de Salud, que se construye en Granada, donde, alrededor de un nuevo hospital de alta tecnolog¨ªa, se agrupar¨¢n facultades y escuelas de la Universidad de Granada, un centro m¨¦dico de alta simulaci¨®n y un amplio abanico de industrias relacionadas con la salud, incluyendo las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n. Creo que las urgencias del futuro pueden encontrar en este tipo de espacios un foro de debate, un banco de ideas y la facilidad para transformarlas en proyectos evaluables y, por tanto, capaces de transferirse a la vida real con garant¨ªas de ¨¦xito.
Guillermo V¨¢zquez Mata es catedr¨¢tico de Medicina en excedencia y director de I+D. Fundaci¨®n Iavante, Andaluc¨ªa.
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