Un bosque de ¨¢rboles geneal¨®gicos
Los testimonios de autores con hijos discapacitados, una tendencia que se impone
"El 5 de julio de 1996 mi hija se volvi¨® loca". As¨ª arranca Hacia el amanecer, el libro con el que Michael Greenberg desat¨® el a?o pasado en Estados Unidos los elogios de gente tan dispar como Joyce Carol Oates, Oprah Winfrey y Oliver Sacks. Periodista y guionista para el fot¨®grafo y cineasta Robert Frank, padre a su vez de un muchacho esquizofr¨¦nico, Greenberg es una de las sensaciones del ensayo estadounidense reciente. En los pr¨®ximos meses, Hacia el amanecer desembarcar¨¢ en Europa de la mano de 14 editoriales. En Espa?a lo publicar¨¢ Seix Barral en febrero.
"Es una especie de sacrilegio hoy en d¨ªa hablar de la locura como si fuera algo menos que la enfermedad qu¨ªmica cerebral que es a cierto nivel. Pero hab¨ªa momentos con mi hija en que ten¨ªa la angustiosa sensaci¨®n de estar en presencia de una rara fuerza de la naturaleza, como una gran ventisca o una inundaci¨®n: destructiva, pero a su manera tambi¨¦n asombrosa". As¨ª describe Michael Greenberg su relaci¨®n con la enfermedad bipolar de su hija de 15 a?os, que, en medio de la euforia dec¨ªa ver "la vida oculta de las cosas".
"El humor desactiva el peligro de la sensibler¨ªa", dice M¨¤rius Serra
"Hablamos de literatura, no de un desahogo", afirma Joan Margarit
La enfermedad mental de una hija es una de las cosas que Greenberg comparte con James Joyce, un autor que sobrevuela su libro y un ejemplo de devoci¨®n paterna entre los escritores. De Franz Kafka a Philip Roth pasando por Albert Cohen, Richard Ford o Paul Auster, las "cartas a los padres" en forma de libro son casi un g¨¦nero literario. El recorrido inverso, de padres a hijos, es mucho menos frecuente.
Dentro de ese apartado, tal vez los pasajes m¨¢s directos y descarnados sean los recogidos en libros escritos por padres con hijos discapacitados. Una ins¨®lita y exitosa tendencia que esta temporada ha ido ganando terreno editorial.
Una cuesti¨®n personal (Anagrama), de Kenzaburo O¨¦ es un referente. El Nobel japon¨¦s aparece, adem¨¢s, en Quieto (Emp¨²ries / Anagrama), el libro en el que M¨¤rius Serra cuenta la historia de su hijo Llu¨ªs, afectado por una grave encefalopat¨ªa. "Una vez entrevist¨¦ a O¨¦ para la tele", recuerda Serra desde Barcelona, "y me dijo que se sent¨ªa ante todo padre de un discapacitado, que siempre escribir¨ªa sobre eso. No es mi caso. Me he vacunado contra la posibilidad de seguir escribiendo sobre la enfermedad de mi hijo".
Quieto, que se ha convertido en un best seller en su edici¨®n catalana (de 15.000 ejemplares) y acaba de agotar la primera en castellano (de 5.000), es una sucesi¨®n de episodios con un punto tragic¨®mico en los que el humor atempera la emoci¨®n y la dureza de un relato sin concesiones. "El humor", cuenta el escritor, "desactiva el peligro de la sensibler¨ªa y el chantaje emocional".
Un episodio surrealista en un restaurante en el que la silla de ruedas del hijo de Serra -y de paso su ocupante- no era bienvenida fue el detonante de Quieto. El dibujante Miguel Gallardo recuerda que fue tambi¨¦n "el cabreo" con un conductor de autobuses el motor de Mar¨ªa y yo (Astiberri), finalista del ¨²ltimo Premio Nacional de C¨®mic. El libro, que relata sus peripecias con su hija, autista, ha tenido su continuidad en el blog mariayyo-gallardo.blogspot.com. Para Gallardo, un cl¨¢sico del tebeo espa?ol reciente, el objetivo "no era presentar un caso cl¨ªnico, sino contar la historia de un padre y una hija que tiene su propia sensibilidad, que piensa y que se expresa a su manera, no un extraterrestre. Por supuesto, no se trata de dar l¨¢stima y ah¨ª el humor es fundamental. Buscaba a la vez emocionar y hacer re¨ªr".
Pero no todos los humores son iguales. Frente a la sutileza de Serra y Gallardo, el humor negr¨ªsimo es la baza de ?Ad¨®nde vamos, pap¨¢?, que el a?o pasado le vali¨® al franc¨¦s Jean-Louis Fournier el Premio F¨¦mina y ser finalista del Goncourt. A finales de este mes, Destino publicar¨¢ en Espa?a ese relato fragmentario, en el que Fournier no ahorra bromas sobre dos de sus tres hijos, discapacitados ps¨ªquicos. La pol¨¦mica est¨¢ servida. El autor se defiende: "Como Cyrano de Bergerac, que eligi¨® burlarse de su nariz, yo me burlo de mis hijos. Es mi privilegio de padre". M¨¢s adelante, matiza: "Tal vez s¨®lo quer¨ªa burlarme de m¨ª mismo, demostrarme que era capaz de re¨ªrme de mis miserias".
A las miserias de Pablo Neruda dedic¨® Joan Margarit, ¨²ltimo Premio Nacional de Poes¨ªa, uno de sus poemas. "Era un poema de comprensi¨®n", matiza. "El error de Neruda fue sentimental. Escribi¨® miles de versos sobre todo lo habido y por haber pero se olvid¨® de su hija, que ten¨ªa hidrocefalia. ?l huy¨®. Yo doy gracias por no haber tenido la oportunidad de huir, porque no s¨¦ qu¨¦ hubiera hecho".
Lo que hizo Margarit, que en breve publicar¨¢ en Visor la edici¨®n castellana de Misteriosamente feliz (publicado por Proa en catal¨¢n), fue escribir hace seis a?os Joana (Hiperi¨®n), dedicado a la muerte de su hija, afectada por el s¨ªndrome de Rubinstein-Taybe. Y a ese libro, precisamente, dedica Carlos Marzal uno de los textos centrales de su nuevo poemario, ?nima m¨ªa (en Tusquets en febrero). Margarit insiste en la dimensi¨®n literaria: "Hablamos de literatura, no de un desahogo. Hace falta una distancia, y si no cumples con ella, tropiezas. Eso vale para hablar del mar o de tus hijos".
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