"Espa?a tiene suerte de estar donde est¨¢ en el mapa"
Llega ligeramente tarde y habla de manera pausada pero apasionada, en un ingl¨¦s m¨¢s fluido en lo matem¨¢tico que en lo personal. Hay personas que tienen el aspecto de lo que son, como los directores de orquesta o los boxeadores. Indermit Gill tiene aspecto de economista. Cambiamos de restaurante a ¨²ltima hora porque los Obama acaban de aterrizar en Washington y la zona en la que hab¨ªamos quedado est¨¢ cerrada por el servicio secreto.
Dice que tiene 22 a?os indios y 25 americanos. De la Universidad de Nueva Delhi se march¨® a la de Chicago para el doctorado. Acept¨® despu¨¦s una oferta para ense?ar Econom¨ªa Empresarial en la Universidad de Nueva York, "pero aquello no me produc¨ªa ninguna satisfacci¨®n porque era ense?ar a ni?os ricos a ser a¨²n m¨¢s ricos. Y yo lo que quer¨ªa era ense?ar a los pobres a ser menos pobres". El Banco Mundial era su destino perfecto. Ahora es economista jefe para Europa y Asia Central.
El ejecutivo del Banco Mundial recuerda a sus hijos que un et¨ªope gana al a?o lo que cuesta la Play
Al d¨ªa siguiente de la comida se marcha varias semanas a Indonesia, a Jap¨®n, a Singapur... "No hago la maleta hasta el ¨²ltimo momento porque los viajes empiezan cuando empiezas a empaquetar". All¨ª le esperan altos cargos de Gobiernos e instituciones a quienes ense?a conceptos b¨¢sicos de justicia econ¨®mica para combatir la pobreza y mejorar la calidad de vida. "Los economistas tienden a pensar en el qu¨¦ y en el c¨®mo, pero no en el d¨®nde. Es injusto que una persona tan cualificada como otra tenga menos oportunidades por haber nacido en un pa¨ªs distinto".
El mundo se divide entre los pa¨ªses que prestan dinero y los que lo toman prestado. Es experto en movimientos migratorios y acaba de cerrar un a?o dedicado a investigar el concepto de geograf¨ªa econ¨®mica. Defiende con fervor la movilidad laboral. "Muchos piensan que es un fracaso pol¨ªtico; yo considero un ¨¦xito que alguien pueda tener siempre la misma profesi¨®n en lugares distintos a lo largo de su vida".
Presta a la comida la misma atenci¨®n que prest¨® al men¨²: ninguna. Por ello se deja aconsejar, y acepta la tostada que sugiero con la condici¨®n de picar tambi¨¦n de mi ensalada y de los huevos al salm¨®n. Me ense?a el informe y lamenta que hace dos siglos hubiera s¨®lo 100 fronteras en el mundo y ahora 600, y todav¨ªa algunos quieran m¨¢s: fragmentar un pa¨ªs es crear varios mercados donde antes s¨®lo hab¨ªa uno, y eso nunca es bueno, asegura. Me dice que Espa?a ha hecho bien muchas cosas en los ¨²ltimos a?os, pero tambi¨¦n se ha beneficiado de estar cerca de pa¨ªses pr¨®speros. "Hay pa¨ªses, como Espa?a, que tienen suerte de estar donde est¨¢n en el mapa". ?Hacemos mal los espa?oles en querer vivir y trabajar en el pueblo o en la ciudad en la que hemos nacido? "Los pa¨ªses m¨¢s ricos tienen a la poblaci¨®n m¨¢s concentrada en menos lugares, y en los pa¨ªses menos ricos la poblaci¨®n est¨¢ dispersa por todo el territorio". Le pregunto por las ciudades y los pueblos que se quedar¨¢n vac¨ªos si seguimos su consejo: "Nadie ha dicho que el desarrollo econ¨®mico no sea doloroso; la cuesti¨®n es si ese dolor merece la pena".
Antes de marcharse, le pregunto por sus hijos. "Cuando me piden que les compre una PlayStation, no puedo evitar decirles que cuesta lo mismo que la renta per c¨¢pita anual de un et¨ªope".
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