Cr¨®nicas de la Am¨¦rica afable
Lo anunci¨® el propio Joey Burns, en tono casi mitinero, al comienzo de la velada de anoche en la Joy Eslava. "Cuando finalicemos estos cinco d¨ªas de gira por Espa?a, las cosas habr¨¢n cambiado en Washington. Es una hermosa coincidencia". No, no hay que ser muy avispado para aventurar a qui¨¦n entreg¨® su voto el cantante de Calexico en las pasadas elecciones. Los de Tucson encarnan a esa Am¨¦rica afable que no se obsesiona con los enemigos en lejanos desiertos ni monta?as remotas. Por lo que a ellos respecta, prefieren tender puentes y complicidades con sus vecinos del sur. Ya pod¨ªa cundir el ejemplo.
Los de Tucson toman su nombre de una poblaci¨®n que se llama Calexico en su mitad gringa y Mescali al otro lado de la l¨ªnea mexicana. Las alusiones a la frontera (entendida como espacio f¨ªsico, pero tambi¨¦n como estado de ¨¢nimo) son permanentes gracias a ese t¨¢ndem de trompetas pla?ideras que remiten sin complejos a la cultura mariachi. Existen antecedentes, como aquel Alone again que rubricaban Love hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, pero nunca el tratamiento transfronterizo se hab¨ªa formulado en t¨¦rminos tan igualitarios.
No es eso, con todo, lo m¨¢s asombroso de Burns y su no menos travieso compinche, el bater¨ªa John Convertino. Fascina a¨²n m¨¢s comprobar la variedad de registros que desarrollan con naturalidad pareja: desde un rock no muy alejado de Gary Louris y sus Jayhawks a esos instrumentales polvorientos que parecen extra¨ªdos de alg¨²n a?ejo espagueti-western. Y todo ello sin olvidar su faceta m¨¢s refinada, la que les permite alternar, por poner un par de ejemplos, los sonidos del vibr¨¢fono y el corno franc¨¦s.
Antes de ellos se hab¨ªa subido al escenario Jairo Zavala en su encarnaci¨®n como DePedro, pero ser¨ªa inexacto considerar un telonero al uso a este arrollador cantante y guitarrista madrile?o. Cuando lleg¨® el turno de Calexico, el chaval de los ojazos azules no tard¨® en incrustarse, a todos los efectos, como el s¨¦ptimo integrante del grupo. Carried to dust se llama ese trabajo, magn¨ªfico, por el que Burns y Convertino picotearon durante toda la noche. Entre medias, elogios divertidos al chocolate de San Gin¨¦s o digresiones sobre c¨®mo afrontar la tormenta financiera que nos sacude.
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