Autopsia al padre del suspense
Guillermo del Toro edita en Espa?a su apasionado libro juvenil sobre Alfred Hitchcock
Hace 23 a?os el mexicano Guillermo del Toro estudiaba cine en la Universidad de Guadalajara, pesaba 50 kilos menos y hab¨ªa dirigido algunos cortometrajes. Ve¨ªa muchas pel¨ªculas y ten¨ªa opiniones vehementes y radicales sobre todas ellas. En definitiva, era un sobrado. "La juventud y la inexperiencia nos hace audaces con nuestras opiniones. Pero creo que todo joven tiene el deber de ser imprudente, es un privilegio que se desvanece con el tiempo", se defiende el aludido. La universidad le encarg¨® un libro sobre Alfred Hitchcock, una gu¨ªa que introdujera la obra y cada una de las pel¨ªculas del maestro, un recorrido en el que Del Toro diera rienda suelta a su pasi¨®n, con "tanta certeza e impiedad" como se pod¨ªa esperar de un estudiante exultante de autoconfianza.
"Como espectador, de Hitchcock me atrapa su morbo, su aspecto malsano"
Esta semana aparece por fin en Espa?a Hitchcock por Guillermo del Toro (Espasa), y aquel sobrado se ha convertido en uno de los cineastas m¨¢s influyentes. Desde Burbank, a las afueras de Los ?ngeles, donde est¨¢n afincados los principales estudios de Hollywood, Del Toro (Guadalajara, 1964) responde al tel¨¦fono. En su carrera ha mezclado t¨ªtulos m¨¢s personales -El espinazo del diablo, El laberinto del fauno- con producciones hollywoodienses -Blade II, Hellboy o Hellboy II-. En todas ha dejado marca de su imaginario visual, a la vez que en mayor o menor medida ha sufrido los rigores de levantar la producci¨®n de una pel¨ªcula. Y eso le ha suavizado. De Marnie, la ladrona lleg¨® a escribir: "Hitchcock le dijo a Bogdanovich cuando a¨²n era un proyecto: 'En t¨¦rminos estil¨ªsticos ser¨¢ como Encadenados'. Al ver uno las lucecitas de colores y el horrendo aspecto de la pel¨ªcula, desea saber qu¨¦ hizo a Hitchcock cambiar de opini¨®n". Y al final, remata: "Apesta". Dos d¨¦cadas m¨¢s tarde, toca plegar velas. "Aquel estudiante hablaba desde la teor¨ªa, y ahora lo hago desde la pr¨¢ctica. Marnie... puede tener objeciones v¨¢lidas. Pero ya no la veo como fallida. Es torcida, recargada, aunque muy interesante en todo su discurrir subterr¨¢neo". Entonces, ?por qu¨¦ no ha reescrito el libro en vez de incluir s¨®lo un pr¨®logo de contrici¨®n? "Porque aquel mozalbete tiene derecho a expresarse. Cuando salt¨¦ a la direcci¨®n, ca¨ª en algunos de los errores que denunciaba. Quiero que quede constancia".
Del Toro anda atacado. Su vida transcurre entre Los ?ngeles y Nueva Zelanda por culpa de la preproducci¨®n de las dos pel¨ªculas con las que adaptar¨¢ El Hobbit, el seudopr¨®logo de El Se?or de los Anillos, de J. R. R. Tolkien. No quiere -tampoco le dejan- hablar del asunto y entre carcajadas suelta "¨¢ndale, que tengo poco tiempo y voy agobiado". Vuelta a Hitch, a sus excesos. "Como director, me agrada su forma y su inteligencia, con ese uso quir¨²rgico que hace de la c¨¢mara. Como espectador, me atrapa su morbo, su aspecto malsano". El brit¨¢nico es uno de sus dos directores favoritos. Y encuentra en Alfred Hitchcock muchos puntos en com¨²n con el otro: Luis Bu?uel. "Los dos vivieron a todas luces una vida apacible. Su mancillamiento del sentido del orden est¨¢ en sus cabezas, donde se refugian sus tormentas. De Hitchcock admiro c¨®mo manej¨® la ambig¨¹edad. Debajo de una forma cl¨¢sica subyace una gran carga emocional. Y dentro de Hollywood produjo unas obras turbadoras. F¨ªjate en Psicosis. Cuando Norman hunde el coche de su v¨ªctima, el p¨²blico est¨¢ a favor de que desaparezca la huella del crimen".
El mexicano recuerda el primer filme que vio de Hitchcock. "I confess, ?c¨®mo se llama en Espa?a?". Yo confieso. "?se. Me atrap¨® profundamente. Un filme de suspense cat¨®lico, ?menudo logro!". La ¨²ltima que ha recuperado, Con la muerte en los talones. "Hace dos semanas he acabado unos audiocomentarios para la nueva edici¨®n en DVD de Psicosis, La ventana indiscreta y Con la muerte en los talones. Siempre descubro algo nuevo. No creo que haya referencias a Hitchcock en mi obra, pero s¨ª recurro de vez en cuando a ¨¦l en mi videoteca".
En su libro, Del Toro defiende que el periodo ingl¨¦s (que finaliza cuando viaja a EE UU en 1939 para rodar Rebeca) de Hitch es el m¨¢s interesante, porque resume el resto de su carrera. Tambi¨¦n aclara que sus dos filmes favoritos son Encadenados y Frenes¨ª. Y apuesta, en un exhaustivo an¨¢lisis, por la importancia de sus trabajos televisivos. De los 350 episodios de Alfred Hitchcock presenta y La hora de Alfred Hitchcock, el londinense s¨®lo dirigi¨® 20, aunque sac¨® un gran partido cremat¨ªstico a su imagen. "Fue una de las primeras estrellas medi¨¢ticas, como Warhol o Dal¨ª. Y los episodios que dirige son estupendos. Los vi de cr¨ªo. Con la televisi¨®n se convierte en un personaje familiar, accesible desde el comedor de tu casa, mientras inicia el lento envenenamiento de tu conciencia".
Una ¨²ltima reflexi¨®n sobre una de las m¨¢s publicitadas marcas de Hitch, las rubias virginales, un g¨¦nero alejado de los intereses de Del Toro. "Son una extra?a combinaci¨®n de santidad y frialdad, de br¨ªo sensual e inaccesible perfecci¨®n. A veces la santidad y lo carnal se combinan -Ingrid Bergman en Encadenados- o permanecen en estado puro. Perfecciona su rubia hasta volverla, de la mano de Edith Head, su dise?adora de vestuario, un cuasi arquetipo de la mujer moderna. Curiosamente se regodea entonces en machacarlas o hacerlas atravesar un via crucis que las despoja de la perfecci¨®n a trav¨¦s del dolor. Es un fen¨®meno... pl¨¢stico". Por cierto, ?en qu¨¦ se parecen Hitchcock y Del Toro? "Ambos disfrutamos de la pre y la posproducci¨®n de un filme. ?l se aburr¨ªa en los rodajes. Yo los sufro como un cerdo".
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