"La popularidad de Stalin crece en Rusia cada d¨ªa"
Vitali Shentalinski, nacido en 1939, fue el primero de los investigadores rusos en trabajar en los archivos del KGB donde se conservan los expedientes de los escritores y de lo que hicieron con ellos. De esa inmersi¨®n en los dosieres secretos de Bulgakov, Mandelstam, Pilniak, Babel, Platonov y otros escritores asesinados o conducidos prematuramente a la muerte sale un testimonio pavoroso en tres vol¨²menes (Esclavos de la libertad, Denuncia contra S¨®crates y Crimen sin castigo; Galaxia Gutenberg) del que hablar¨¢ esta tarde en Barcelona y ma?ana en Madrid en el marco de un ciclo sobre la cultura eslava que organiza CaixaForum.
Trabajar durante casi veinte a?os en los archivos de la Lubianka ha sido la experiencia de su vida. Al principio copiaba los documentos a mano, temiendo que le echasen. Luego llev¨® una grabadora y le¨ªa en voz alta. Luego empez¨® a pedir fotocopias. A veces se produc¨ªan conversaciones curiosas, como cierta ocasi¨®n en que un coronel del KGB le dijo: "?Y a usted d¨®nde le podr¨ªamos meter?", que en ruso tiene el doble sentido de "habilitarle un espacio" y "meterle entre rejas". Los dos se echaron a re¨ªr. "Y me pareci¨® bien, indicaba que los tiempos estaban cambiando".
"O¨ªa voces en esos despachos en los que se interrog¨® a grandes escritores"
El prolongado estudio de la destrucci¨®n de la intelligentsia rusa, una documentaci¨®n donde abunda la miseria moral, la ambivalencia, la delaci¨®n, el terror y los asesinatos ha tenido un efecto positivo en el investigador: "Ha sido un trabajo surrealista y fant¨¢stico. Yo estaba en esos despachos en los que se interrog¨® a los grandes escritores rusos del siglo XX, era el primero que abr¨ªa los archivos y descubr¨ªa la verdad de lo que hab¨ªan hecho con ellos, y las paredes se animaban, o¨ªa voces, y era una terrible obra de teatro vanguardista. Me ha cambiado la actitud ante la gente y ante m¨ª mismo. Por ejemplo, comprend¨ª que una persona es mucho mejor y mucho peor de lo que creemos. Que los l¨ªmites de una sola persona son mucho m¨¢s amplios. Nosotros en la vida cotidiana no tratamos con personas reales sino con fantasmas... La segunda lecci¨®n que obtuve fue que entend¨ª que la literatura y la palabra no es solamente un arte de autoexpresi¨®n sino tambi¨¦n un intento de salvar al hombre en una situaci¨®n desesperada. Un intento de salir de la tragedia de la historia. Por eso el problema no ha sido s¨®lo entrar en la historia, sino tambi¨¦n salir de ella. Este drama sigue existiendo, a¨²n no hemos aceptado y asimilado nuestro pasado".
Shentalinski cree que en Rusia la dificultad de afrontar y superar la memoria hist¨®rica es una cuesti¨®n de vida o muerte, porque "hay un peligro real de recuperaci¨®n del pasado totalitario, la popularidad de Stalin crece en Rusia cada d¨ªa y la sociedad rusa est¨¢ partida en dos. El otro d¨ªa se hizo un sondeo en el que preguntaba de qu¨¦ lado te pondr¨ªas si ma?ana se repitiese la revoluci¨®n de 1917, y las respuestas fueron del cincuenta por ciento para los rojos y cincuenta por ciento para los blancos. Da la impresi¨®n de que estemos en v¨ªsperas de la Revoluci¨®n, que hemos vuelto a 1917, que no hemos aprendido nada. Por eso creo que este trabajo es importante".
Algunos casos siniestros bordean tambi¨¦n lo grotesco, como el sal¨®n literario de Lili Brik, la amante de Maiakovski, un nido de esp¨ªas donde charlaban y beb¨ªan los escritores, y con ellos tambi¨¦n Agranov, "el asesino de los poetas, ejecutor del primer marido de Ana Ajm¨¢tova y complicado tambi¨¦n en el destino de Mandelstam... Lili, cuyo primer marido, Primakov, tambi¨¦n hab¨ªa sido ejecutado, lo sab¨ªa. Maiakovski y el asesino de poetas eran amigos. Luego tambi¨¦n Maiakovski se vio empujado al suicidio. En fin, estaba la fe, la ilusi¨®n de estar contribuyendo a crear un mundo nuevo, estaba el autoenga?o... La mayor¨ªa no eran angelitos ni s¨®lo v¨ªctimas. Viv¨ªan en un mundo de Dostoievski. Muchos saludaban esas ejecuciones y se hac¨ªan delatores para que no se les tocase, y luego se les encarcelaba y pasaban a ser v¨ªctimas".
Entre los casos que Shentalinski m¨¢s admira est¨¢n el poeta Ossip Mandelstam y Mihail Bulgakov, el autor de El maestro y Margarita, que nunca se plegaron pese a saber lo que les pod¨ªa pasar. Recuerda el interrogatorio a Bulgakov, en el que le preguntaron "?por qu¨¦ no escribe sobre la clase obrera ni el campesinado, sino s¨®lo sobre los intelectuales?", y Bulgakov respondi¨®: "Los obreros no me gustan, a los campesinos no los conozco, y los intelectuales son una parte muy importante de la sociedad, son su conciencia, buena o mala". Stalin, que hab¨ªa visto 13 ¨® 14 veces su obra de teatro Los d¨ªas de Turbin, conoc¨ªa bien su valor y no quiso matarlo sino darle la oportunidad de trabajar para ¨¦l. Pero Bulgakov no lo hizo y se le fue empujando hasta su fin prematuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.