Un crucero mediterr¨¢neo
Nadie, que yo sepa, ha escrito una pieza teatral sobre ese viaje. Libros, s¨ª, muchos. Pero no teatro. Y, sin embargo, debi¨® ser material esc¨¦nico de primera clase. No porque constituyera un momento fundacional de lo que se llam¨® jet set, ni porque en ¨¦l comenzara una de las historias de amor m¨¢s c¨¦lebres y tristes del siglo XX, sino por los protagonistas: el hombre m¨¢s rico del mundo, el estadista m¨¢s c¨¦lebre del mundo, la cantante m¨¢s famosa del mundo. Si ahora se juntaran en un yate Bill Gates, un Barack Obama ya viejo y Madonna, y Bill Gates y Madonna cayeran enamorados, no se alcanzar¨ªa en la imaginaci¨®n popular el impacto que caus¨® en 1959, hace 50 a?os, el crucero mediterr¨¢neo del Christina.
Onassis se separ¨® de su esposa, y Callas de Meneghini, y vivieron un agitado romance que acab¨®, de hecho, en 1963
Arist¨®teles Onassis, nacido en 1906 en Esmirna, entonces parte del imperio otomano, hab¨ªa hecho su fortuna en Argentina. Pose¨ªa una flota de buques, la compa?¨ªa a¨¦rea Olympic Airways y, de hecho, el Principado de M¨®naco, gracias a su control de la Soci¨¦t¨¦ des Bains de Mer, el holding de los hoteles y casinos relanzados a la fama tras la boda entre Rainiero y Grace Kelly. Tambi¨¦n pose¨ªa una isla en el Egeo, Skorpios. Y estaba casado con la hija de Stravros Livanos, el patriarca de los navieros griegos.
No hace falta extenderse sobre el invitado de honor en aquel crucero. Winston Churchill ten¨ªa ya 84 a?os, estaba casi sordo y hab¨ªa perdido algo de memoria, pero manten¨ªa la inteligencia y la mordacidad. Churchill se hab¨ªa encari?ado con Onassis. Su nieta, Celia Sandys, que formaba parte del s¨¦quito del estadista, cree que el afecto se basaba en dos factores: el magnate escuchaba con suma atenci¨®n al estadista, y le proporcionaba ingentes cantidades de caviar y champ¨¢n Dom P¨¦rignon. Eso bastaba.
Tambi¨¦n subieron a bordo del Christina, el 23 de julio de 1959, el industrial italiano Battista Meneghini y su esposa, la soprano Maria Callas, m¨¢xima celebridad del canto. En sucesivas escalas, el Christina recogi¨® y desembarc¨® a otros personajes. Como Elsa Maxwell, la reina de las periodistas del coraz¨®n. O un joven pr¨ªncipe espa?ol llamado Juan Carlos de Borb¨®n. O el primer ministro griego Konstantin Karamanlis.
Debi¨® ser tremendo. Churchill decidi¨® desde el primer momento que no soportaba a Maria Callas, "esa se?ora tan irritante". Maria Callas, a su vez, no pod¨ªa sufrir que Churchill la eclipsara. Un ejemplo: en Delfos fueron recibidos con un gigantesco despliegue floral dedicado al ex primer ministro brit¨¢nico, reverenciado en Grecia por su papel en la guerra civil que afligi¨® el pa¨ªs tras la retirada de los nazis; cuando descubri¨® que los honores no eran para ella, la soprano pronunci¨® una frase lapidaria: "Me gusta viajar con Winston Churchill, alivia un poco el peso de mi popularidad". Por una vez, Churchill se call¨® lo que pensaba.
El Christina era una antigua fragata militar canadiense, reconvertida en yate. Med¨ªa 100 metros, dispon¨ªa de 20 cabinas de lujo para invitados, camarotes para los s¨¦quitos y 60 tripulantes. Los taburetes del bar circular estaban decorados con dientes de ballena y tapizados con piel de prepucio del mismo animal. Abundaba el lujo, pero tambi¨¦n la incomodidad. Con su vieja motorizaci¨®n (de poca potencia, para que las vibraciones no da?aran las obras de arte) y la adici¨®n de un puente superior, se convert¨ªa en una coctelera en cuanto el mar se mov¨ªa un poco. Onassis no tuvo problema para seducir a Callas: el marido de ¨¦sta, Meneghini, se pas¨® las tres semanas de viaje en el camarote, vomitando y pidiendo volver a casa.
Lo que sali¨® del crucero es conocido. Onassis se separ¨® de su esposa, y Callas de Meneghini, y vivieron un agitado romance que acab¨®, de hecho, en 1963, en cuanto el presidente Kennedy fue asesinado y su viuda qued¨® disponible: Onassis la persigui¨® hasta casarse con ella, cuatro a?os despu¨¦s. En su libro Greek Fire (Fuego griego), Nicholas Gage afirma que durante el crucero mediterr¨¢neo Callas concibi¨® un hijo de Onassis. El ni?o, seg¨²n documentos de Gage, naci¨® y muri¨® el 30 de marzo de 1960.
Callas falleci¨® sola, en su casa parisiense, el 16 de septiembre de 1976, a los 54 a?os. Onassis, harto de Jacqueline Kennedy y hundido desde la muerte de su hijo, tambi¨¦n hab¨ªa muerto en soledad, tambi¨¦n en Par¨ªs, un a?o antes.
En septiembre pasado, la nieta de Churchill embarc¨® de nuevo en el Christina para rememorar, junto a un grupo de viajeros que pag¨® por ello una fortuna, el crucero de 1959. El Christina, remozado pero a¨²n con sus pieles de prepucio, se alquila por 65.000 euros al d¨ªa. El Dom P¨¦rignon va incluido en el precio. -
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