Madrid esp¨ªa
Hay webs y tiendas a pie de calle especializadas en todo tipo de artilugios de espionaje que podemos comprar usted y yo, personas que s¨®lo hemos visto detectives y micr¨®fonos ocultos en las pel¨ªculas. Bien, pues a ra¨ªz del rocambolesco entramado de espionaje montado en Madrid en torno a pol¨ªticos del PP y cuya apasionante investigaci¨®n nos ha ido entregando EL PA?S, hemos ca¨ªdo en la cuenta de que hoy d¨ªa esp¨ªa puede ser cualquiera, s¨®lo hay que tener ganas y falta de escr¨²pulos. La oferta est¨¢ ah¨ª, al alcance de todos y con aplicaciones de lo m¨¢s cotidianas, desde el pinganillo-chuleta publicitada con una nota que dice "por favor, no utilice una chuleta electr¨®nica o un pinganillo para copiar en un examen, no es ¨¦tico", hasta el m¨®vil esp¨ªa "ideal para el control de los hijos menores". Por supuesto, este sofisticado mercado tambi¨¦n se encarga de vendernos chips para la encriptaci¨®n de m¨®viles. Que se quieren c¨¢maras ocultas, las hay de corbata, de bot¨®n, mirilla, en un libro para vigilar si la asistenta quita bien el polvo, en un osito para controlar a la ni?era, en el detector de humos (ya no podr¨¦ volver a desnudarme inocentemente delante de ninguno), en unas gafas de sol y en la gorra de visera. En el reloj, en un espejo, en el ambientador del WC, en el televisor, en una cinta de v¨ªdeo, en un bol¨ªgrafo. Tambi¨¦n se puede uno hacer con un kit de ganz¨²as, y en el apartado micr¨®fonos, lo que quieras. De pared, de tel¨¦fono, direccionales. Y puestos ya, ?a qui¨¦n no le tienta un cambiador de voz?
Cuando uno mira por el ojo de una cerradura se puede encontrar con algo escabroso
Pero si no queremos mancharnos las manos directamente, podemos contratar un detective privado, como en las legendarias novelas de Hammett y Chandler, s¨®lo que con menos ¨¦pica, para que siga al c¨®nyuge y as¨ª enterarnos de lo que no hemos sido capaces de averiguar por nuestra cuenta con la convivencia y el roce. No s¨¦ qu¨¦ puede ser m¨¢s s¨®rdido, si lo que se descubra o el hecho de pagar porque un desconocido husmee en tu propia vida. O en la de los hijos. En el cap¨ªtulo de los hijos se est¨¢ ensayando de todo y no se le hace ascos a nada, porque la privacidad de los hijos se convierte en un capricho en cuanto puede repercutir en nuestros dolores de cabeza. De forma que hay padres que para saber si el ni?o se droga o tiene malas compa?¨ªas lo hacen seguir, lo que sin duda resulta bastante m¨¢s c¨®modo que echar horas y horas de charla con el hijo, tener que conquist¨¢rselo, personarse en los sitios que frecuenta y que se consideran dudosos... Cuando hay que recurrir a estas artima?as puede que sea porque no se le ha mirado de frente y abiertamente, porque no se le ha hablado con claridad y por una grand¨ªsima falta de confianza y por vaguer¨ªa. ?No empeorar¨¢ m¨¢s la relaci¨®n investigarlo, sobre todo si el chico se entera?
Para meterse en una faena as¨ª hay que ser de una pasta especial porque cuando uno se pone a mirar por el ojo de una cerradura se puede encontrar con algo escabroso que habr¨ªa preferido no ver y porque saber de las vidas de los dem¨¢s algo que ni los mismos protagonistas conocen puede llevar a una especie de aislamiento como le ocurre a Harry Paul (Gene Hackman) en la pel¨ªcula La conversaci¨®n, de Francis Ford Coppola. Despu¨¦s de tantos a?os a¨²n produce melancol¨ªa la soledad de ese hombre que acaba obsesionado por las conversaciones grabadas a una pareja, cuya suerte de alguna manera ¨¦l ha torcido. El clima de la historia fue muy bien entendido por una sociedad atacada por la psicosis del caso Watergate. Paranoia, remordimientos, sentimiento de culpa. Harry tiene bastante que ver con el oficial de la Stasi de esa otra estupenda pel¨ªcula (de hace un par de a?os) La vida de los otros, en que se dedica a husmear en los entresijos de una pareja, el matrimonio Dreyman. Una historia mucho m¨¢s esperanzadora y candorosa que la anterior, porque aqu¨ª el oficial de la Stasi eleva su pobre y rancia existencia a trav¨¦s de la vida de esos otros que le ense?an nuevos paisajes del alma y una cierta inocencia que conviene preservar por el bien de todos. Me pregunto cu¨¢ntos escuchadores, esp¨ªas, detectives habr¨¢n ido a ver esta pel¨ªcula y habr¨¢n querido sentirse identificados con su heroicidad. En La conversaci¨®n, Harry acaba desmoronado, tocando el sax¨®fono completamente solo; en La vida de los otros, el oficial tambi¨¦n acaba solo, aunque investido de ¨¢ngel de la guarda. Al final son de la misma pasta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.