Ella contra ella en la Ant¨¢rtida
Chus Lago revive su haza?a de caminar 1.130 kil¨®metros hasta el Polo Sur
Chus estaba sola. Lo estuvo durante los 58 d¨ªas que dur¨® su proeza. Camin¨® desde el 11 de noviembre, fecha en la que parti¨® de la base civil de Patriot Hill, hasta el 8 de enero, cuando por fin pudo pisar el Polo Sur geogr¨¢fico. Dos meses a trav¨¦s de 1.130 kil¨®metros de desierto helado tirando de un pulka, una especie de trineo donde llevaba la comida, la tienda, la ropa, y dos c¨¢maras de v¨ªdeo con las que se grababa a ella misma. Durante ese tiempo se abri¨® paso con cien kilos de peso atados a su espalda, temperaturas de 20 y 30 grados bajo cero, sin ver ponerse ni un minuto el sol.
Su objetivo era hacer lo que Amundsen y Scott, y hacerlo de la forma m¨¢s aut¨¦ntica posible: sola, por sus propios medios. Algo que s¨®lo se le ocurre a quien combina algo de misticismo y de locura. La misma que la ha llevado a ser la tercera mujer en subir el Everest sin ox¨ªgeno o a coronar los picos m¨¢s altos de la antigua URSS -Lenin, Khan Tengri, Pobeda, Korgenevskaya y Somoni-.
Durante 58 d¨ªas camin¨® sola y durmiendo cinco horas diarias
"Aqu¨ª o te vuelves loca o tu mente niega toda la dificultad"
Pero en la Ant¨¢rtida lo peor no fue el enorme esfuerzo f¨ªsico, ni el dolor de su dedo injertado tras las congelaciones que sufri¨® en 2003. Lo peor fue su cabeza. "Para una alpinista, que siempre ve c¨®mo va llegando al objetivo, subiendo hasta la cima, esta experiencia es muy dura. No me dio miedo estar sola, ni tuve agorafobia durante el viaje. Pero caminas por un terreno que no te distrae, muchas veces cubierto de niebla, sin dejar de mirar la br¨²jula... O te vuelves loco o tu mente niega toda la dificultad". Y fue lo segundo. Admite haber tenido durante la traves¨ªa tres momentos de ansiedad. Un estado forzado por no ver el objetivo m¨¢s que en un mapa o en el GPS. Ese aislamiento es el mayor peligro en este tipo de aventura, y puede provocar lo que llaman "locura polar". "El mundo s¨®lo ven¨ªa de dentro hacia fuera, pensaba en lo que deben de sentir los presos de Guant¨¢namo".
A veces caminaba sin ver nada por la ventisca o peor a¨²n, viendo doble, como le ocurri¨® por el efecto whiteout, tal y como cuenta en la p¨¢gina web de la expedici¨®n patrocinada por Canal+ y Caixanova. Para combatirlo se imaginaba historias con todo lujo de detalles: "Ve¨ªa a gente comiendo, ten¨ªa que pensar en cosas positivas".
A diario, Chus Lago se comunicaba cinco minutos para dar sus coordenadas y para que comprobasen si segu¨ªa all¨ª. De no hacerlo, hubiesen enviado un equipo de rescate. Dorm¨ªa cinco horas diarias a intervalos de dos, porque ten¨ªa que levantarse a cambiar de posici¨®n la placa solar que utilizaba para recargar las bater¨ªas de los aparatos electr¨®nicos. "No puedo decir que lo haya pasado estupendamente, no lo volver¨ªa a hacer, como no volver¨ªa a hacer ninguna cosa que ya he conseguido".
Un momento dram¨¢tico fue el que vivi¨® el 17 de noviembre, poco despu¨¦s de partir. Una tormenta de viento, a 170 kil¨®metros por hora, le sorprendi¨® en medio de la nada polar. "Tiene que tirarse literalmente sobre la tienda para que no salga volando. No consigue frenar el vuelo de una colchoneta, las piquetas no se mantienen clavadas, la tienda resiste pero se rasga: no es posible pedir un reabastecimiento. Acaba completamente enterrada en la nieve", cuenta su diario de an¨¦cdotas.
Superada esta prueba y superado el punto de no retorno, caminando trece horas diarias para recorrer 25 kil¨®metros, continu¨® por un mar de nieve blanda, que le hizo si cabe m¨¢s dif¨ªcil arrastrar la pulka. "Perd¨ª un poco la conciencia de los d¨ªas. Descubr¨ª que esto es un espejo que te pone en tu lugar". El 25 de diciembre celebr¨® su 44? cumplea?os en ruta, con una mini tarta y un gorro de Pap¨¢ Noel. En todo momento mantuvo su r¨ªgida rutina pese a que cada vez se notaba m¨¢s delgada (en el inicio pesaba 56 kilos y lleg¨® con 48).
Unos d¨ªas antes de pisar la base Amundsen-Scott, un edificio de tres plantas que acaban de construir, se le termin¨® la "comida de ataque", la que utilizaba cada hora durante el trayecto para no desfallecer. En la ma?ana de su llegada, uno de los dos GPS que la guiaban se volvi¨® loco. La primera persona que la vio fue una mujer que trabajaba con un quitanieves. La Dama blanca, como la llaman, hab¨ªa llegado. Con su logro se cumpl¨ªa un cap¨ªtulo de su vida que ahora ser¨¢ contado en un documental que emitir¨¢ Canal+ en marzo.
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