Esta crisis pasar¨¢ a la historia
El deterioro es comparable ya con las etapas m¨¢s cr¨ªticas de la econom¨ªa espa?ola
La crisis del ladrillo y las hipotecas basura se hace sitio a codazos en la Historia. Una recesi¨®n tan aguda como la que confirm¨® el Banco de Espa?a esta semana es un hito que precipita las comparaciones. Se buscan referencias para calibrar el impacto y aventurar lo que pueda venir; una perspectiva que escape del torbellino de malas noticias para contestar cuestiones apremiantes: ?es la peor crisis de las ¨²ltimas d¨¦cadas? ?Es distinta a otras? ?Cu¨¢nto se tarda en salir de una crisis as¨ª?
"Todas las familias felices parecen iguales; las desgraciadas lo son cada una a su manera". Pablo Mart¨ªn Ace?a evoca al novelista ruso Leon Tolstoi para resumir la primera ense?anza del minucioso trabajo de los historiadores, que se dejan la vista en censos agrarios, registros de puertos, padrones y otros legajos para cubrir las lagunas de las estad¨ªsticas oficiales. Las calmas que anticipan la tempestad son todas muy parecidas, la euforia es el mejor heraldo de los malos tiempos. "Las crisis suelen venir precedidas por un ciclo alcista en el que hay una apreciaci¨®n exagerada de activos burs¨¢tiles o reales, como los inmobiliarios, etapas en las que hay fuertes flujos de capital y una cierta relajaci¨®n de los mecanismos reguladores", explica el catedr¨¢tico de Historia Econ¨®mica.
El crecimiento del XIX oscilaba al ritmo marcado por las cosechas
El impacto de la Guerra Civil y la autarqu¨ªa franquista no tiene parang¨®n
Los expertos creen que la recesi¨®n de 1993 ha dejado de ser la referencia
"Todo apunta a una crisis prolongada", dice un investigador del CSIC
El Banco de Espa?a aprendi¨® la lecci¨®n del desastre del sector en los setenta
Es f¨¢cil reconocer en lo que dice Mart¨ªn Ace?a las se?ales de la crisis que arranc¨® en 2007 y no deja de coger fuerza desde entonces. Las alarmas se encendieron, pero quedaron ahogadas por el estruendo de la etapa de crecimiento econ¨®mico m¨¢s prolongada de la democracia, por una creaci¨®n de puestos de trabajo sin precedentes que permiti¨® al presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, dar voz al sue?o del pleno empleo. "Cuando se pasa bien, el pesimismo molesta mucho", acota Albert Carreras, catedr¨¢tico de la Pompeu Fabra.
El sue?o se vino abajo. Y el acelerado endeudamiento que aliment¨® la expansi¨®n de la ¨²ltima d¨¦cada deja a Espa?a desguarnecida. "En los momentos euf¨®ricos se afirma que ya no va a haber m¨¢s crisis. Y luego, invariablemente, las hay. Para los historiadores, todo esto da una sensaci¨®n de d¨¦j¨¤ vu", comenta Gabriel Tortella, catedr¨¢tico em¨¦rito de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. "Lo que los pol¨ªticos inteligentes pueden hacer es amortiguar el ciclo, pero nadie quiere ser el aguafiestas", coincide.
Las estad¨ªsticas confirman lo que apuntan los historiadores: el crecimiento no es continuo ni lineal. Aunque echar atr¨¢s la vista no es f¨¢cil. El Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) s¨®lo retrotrae las series del PIB hasta 1977. El Ministerio de Econom¨ªa enlaz¨® los datos de Contabilidad Nacional, s¨®lo disponibles desde 1958. M¨¢s all¨¢, se debe recurrir a las investigaciones acad¨¦micas.
La reconstrucci¨®n m¨¢s completa, seg¨²n la mayor¨ªa de los historiadores, es la realizada por el catedr¨¢tico Leandro Prados de la Escosura, que recopil¨® su trabajo en El progreso econ¨®mico de Espa?a (Fundaci¨®n BBVA).
Los datos de Prados de la Escosura permiten seguir la pista a la evoluci¨®n econ¨®mica de Espa?a hasta 1850 [ver gr¨¢fico]. Un arduo trabajo que confirma algunas verdades hist¨®ricas y relativiza otras. Con el desastre, tambi¨¦n econ¨®mico, de la Guerra Civil, se esfum¨® m¨¢s del 25% del PIB generado en 1935, la v¨ªspera de la sublevaci¨®n franquista. El coste econ¨®mico y social no acab¨® ah¨ª: la represi¨®n, el aislacionismo de la dictadura y una sucesi¨®n de sequ¨ªas lo prolong¨® muchos a?os m¨¢s. "La recuperaci¨®n fue lent¨ªsima en contraste con lo que pas¨® con los pa¨ªses europeos tras la Segunda Guerra Mundial", recalca Carreras.
La econom¨ªa espa?ola ya marchaba a trancas y barrancas en los a?os treinta, lastrada por los efectos del crash del 29 en EE UU y la inestabilidad pol¨ªtica. Pero el impacto de la Guerra Civil y la autarqu¨ªa franquista no tiene parang¨®n: el PIB espa?ol tard¨® dos d¨¦cadas en recuperar el nivel de 1929. La renta por habitante no complet¨® el camino desandado hasta 1956. En la d¨¦cada de los cuarenta, los a?os del hambre, la agricultura de subsistencia recuper¨® protagonismo y el sector primario volvi¨® a rondar el 30% del PIB, un peso que no alcanzaba desde el arranque del siglo XX.
M¨¢s atr¨¢s, la comparaci¨®n tampoco es f¨¢cil: antes de la Primera Guerra Mundial, la curva de crecimiento se asemeja al perfil de una sierra de dientes afilados. "El sector agrario era a¨²n determinante y eso hac¨ªa mucho m¨¢s vol¨¢til la econom¨ªa", explica Carreras. Una sucesi¨®n de malas cosechas llevaba a reducir en m¨¢s de un 2% anual el valor del PIB. Las carest¨ªas en los n¨²cleos urbanos facilitaban a¨²n la propagaci¨®n de epidemias, como las del c¨®lera, que se hicieron sentir en las cuentas de 1865 y 1885.
Los continuos conflictos coloniales e internos del XIX dejaron en bancarrota a la hacienda p¨²blica en varias ocasiones. Y la incipiente industria, lejos de la velocidad de crucero que alcanz¨® en otros pa¨ªses europeos, no bast¨® para estabilizar el crecimiento. El sector textil sufri¨® las consecuencias de la guerra de Secesi¨®n en EE UU, que dispar¨® el precio del algod¨®n. Y la inversi¨®n en el ferrocarril de mediados de siglo se estrell¨® contra la escasa demanda y un endeudamiento galopante.
La confluencia de males desemboc¨® en la depresi¨®n de 1860-1868 (este ¨²ltimo a?o el PIB cay¨® m¨¢s del 10%), que incluy¨® la crisis bancaria m¨¢s relevante del XIX (1866) y fue caldo de cultivo para la Revoluci¨®n Gloriosa que derroc¨® a Isabel II. S¨®lo la calamitosa cosecha de 1896 llev¨® a una situaci¨®n tan precaria, aunque la crisis dur¨® mucho menos: la repercusi¨®n econ¨®mica del desastre colonial del 98 fue m¨¢s limitada de lo que asumieron intelectuales y pol¨ªticos contempor¨¢neos.
Los historiadores creen que 1959 ofrece la primera ocasi¨®n para hacer una comparaci¨®n relevante, aunque con muchos matices. De hecho, el bajonazo en la actividad que anticip¨® el Banco de Espa?a hace unos d¨ªas s¨®lo encuentra eco en los datos de Contabilidad Nacional de aquel a?o. En el tramo final de 2008, el PIB espa?ol cay¨® un 1,1% respecto al valor del tercer trimestre. Hay que remontarse a 1960 para encontrar un retroceso mayor; en 1959, la tasa intertrimestral lleg¨® a bajar un 3%, seg¨²n los datos recopilados por Carreras.
La salida de la crisis de 1959 fue fulgurante. Pero Tortella para los pies antes de insinuar siquiera un posible paralelismo. "Aquello fue una crisis provocada, una intervenci¨®n de laboratorio en la que se caus¨® un paro card¨ªaco para sanear la econom¨ªa y volver a ponerla en marcha, algo que s¨®lo es posible en reg¨ªmenes dictatoriales", aclara.
Lo que ocurri¨® en 1959 fue fruto de un cambio de gobierno que aup¨® a ministros de marcado perfil t¨¦cnico al poder. Los tecn¨®cratas, como luego se les conoci¨®, persuadieron a Franco de que hab¨ªa que practicar una terapia de choque. En la d¨¦cada de los cincuenta, la econom¨ªa empez¨® a recuperarse gracias al goteo de ayudas estadounidenses, la creaci¨®n de industrias para sustituir importaciones y un aumento artificial de salarios en las grandes empresas p¨²blicas. La econom¨ªa crec¨ªa, pero a partir de un modelo industrial sin recorrido, inflaci¨®n y desequilibrio exterior.
"Se cuenta que convencieron a Franco dici¨¦ndole que no hab¨ªa divisas para comprar gasolina, que los coches se iban a quedar tirados. Franco estaba muy orgulloso del tr¨¢fico de Madrid", relata Tortella, "y que aquella conversaci¨®n acab¨® con la c¨¦lebre frase 'hagan lo que les d¨¦ la gana". Arrancado el pl¨¢cet al dictador, Mariano Navarro Rubio puso en marcha el Plan de Estabilizaci¨®n: se devalu¨® la peseta, subieron los tipos de inter¨¦s, se aument¨® la recaudaci¨®n de impuestos, se congelaron salarios y se abri¨® la entrada al capital extranjero. El resultado fue una brutal contracci¨®n econ¨®mica, un reequilibrio de los d¨¦ficits exterior y p¨²blico, una t¨ªmida liberalizaci¨®n y una progresiva apertura al exterior. Nada simboliz¨® mejor el fin de la autarqu¨ªa franquista que la visita oficial del presidente de EE UU, Dwight Eisenhower, a finales de aquel a?o.
Si se atiende a la serie de crecimiento de Prados de la Escosura, el baj¨®n del PIB en 1959 fue intenso (se pas¨® de un avance del 6,1% a un retroceso del 0,5% en s¨®lo un a?o), pero equiparable a lo que luego ocurri¨® en 1981 o 1993. No todo son tasas de crecimiento. "En la memoria colectiva aquello qued¨® como una etapa muy dura en la se cerraron empresas y se perdieron muchos puestos de trabajo", recuerda Carreras.
La dureza del plan de estabilizaci¨®n reactiv¨® la emigraci¨®n, incentivada por la necesidad de mano de obra de la Europa de posguerra, que ya marchaba a toda m¨¢quina. Un mill¨®n de espa?oles emigraron hasta los a?os setenta, y sus remesas se convirtieron en una fuente de ingresos imprevista. Como tampoco se augur¨® el boom del turismo, reflejo igualmente de las conquistas de bienestar en Europa. El sector servicios peg¨® un estir¨®n formidable.
Ni las decisiones pol¨ªticas, por su dureza, ni los beneficios colaterales -el boom tur¨ªstico, las remesas de inmigrantes, el auge de la industria pesada- que trajo el plan de 1959 son replicables ahora. La fuerza con la que la econom¨ªa se puso a avanzar despu¨¦s tampoco aguanta comparaciones: durante d¨¦cada y media, la tasa de crecimiento medio rond¨® el 7%, lo que delimita la etapa de expansi¨®n m¨¢s prolongada y robusta de la econom¨ªa espa?ola.
Si 1959 fue un a?o cr¨ªtico en la memoria colectiva de la posguerra, la primera fecha que evocaron analistas, acad¨¦micos y pol¨ªticos en el arranque de esta crisis fue 1993, que dio nombre a la ¨²ltima recesi¨®n. Cuando el crecimiento espa?ol comenz¨® a tambalearse, en la primavera de 2008, el consenso entre los expertos era n¨ªtido. Pese a que algunos pasajes sonaban igual (precios descontrolados, burbuja inmobiliaria, turbulencias financieras), nadie daba un duro porque se fuera a repetir una situaci¨®n como la de 1994, con una ca¨ªda del PIB del 1%.
La intensidad del deterioro econ¨®mico ha dejado en muy mal lugar todas las previsiones. Ahora, la mayor¨ªa de los expertos creen que la crisis del ladrillo y las hipotecas basura dejar¨¢ atr¨¢s la recesi¨®n de 1993. "Aquella fue grave, pero todo apunta a que ¨¦sta ser¨¢ una crisis m¨¢s prolongada", indica ?ngel de la Fuente, investigador del Instituto de An¨¢lisis Econ¨®mico (CSIC).
La propia previsi¨®n del Gobierno anticipa que este a?o (-1,6%) se superar¨¢ la contracci¨®n del PIB de 1993. Y que se encadenar¨¢n cinco trimestres o m¨¢s en retroceso, algo in¨¦dito en las series deContabilidad Nacional. Algunos hitos de aquella recesi¨®n, como el 25% que lleg¨® a marcar la tasa de paro, no se ven ya tan lejos si se atiende a lo que pronostica Bruselas (19% en 2010). Tampoco los niveles de deuda (60% del PIB) o d¨¦ficit (7,4%) p¨²blicos que se alcanzaron en los a?os noventa suenan ya disparatados a la luz de las ¨²ltimas estimaciones del vicepresidente econ¨®mico, Pedro Solbes.
M¨¢s all¨¢ de si los peores registros de 1993 se baten o no, los expertos insisten en que la diferencia es que el Gobierno no dispone de los instrumentos que permitieron una pronta recuperaci¨®n. "Espa?a ya no puede devaluar la moneda o fijar los tipos de inter¨¦s para salir r¨¢pido de la crisis", advirti¨® Jos¨¦ Luis Feito, presidente de la comisi¨®n econ¨®mica de la patronal CEOE, cuando se le pidi¨® una comparaci¨®n con 1993.
El fantasma de una crisis prolongada obliga a dar un nuevo salto atr¨¢s, hasta el decenio negro que arranc¨® en paralelo a la transici¨®n democr¨¢tica. "En el mercado laboral fue dur¨ªsimo, entre 1976 y 1985 no dej¨® de destruirse empleo", recuerda Matilde Mas, investigadora del Instituto Valenciano de Investigaciones (IVIE). La tasa de paro pas¨® del 7% al 20%; los 12 millones de ocupados de 1975 no volvieron a superarse hasta 12 a?os despu¨¦s.
"Ahora se parte de un colch¨®n de 20 millones de empleos, no creo que se llegue a aquello", indica De la Fuente, aunque matiza: "Queda la inc¨®gnita de las implicaciones sociales del paro entre los inmigrantes, que cuentan con una red de apoyo mucho menor".
La espoleta de la depresi¨®n de mediados de los setenta fue internacional: la crisis del petr¨®leo de 1973 puso punto final a la expansi¨®n de la posguerra en Europa y EE UU. Con la demanda a la baja y el subid¨®n del precio de los combustibles, que se repetir¨ªa con el conflicto Ir¨¢n-Irak, las verg¨¹enzas de una industria poco competitiva quedaron al descubierto.
"El r¨¦gimen, que estaba moribundo y buscaba el apoyo popular, respondi¨® subiendo salarios y subvencionando el petr¨®leo, lo que empeor¨® la crisis despu¨¦s", indica Albert Carreras. Ni que decir tiene que la incertidumbre pol¨ªtica se dej¨® notar. "Las reglas de juego cambiaron para los empresarios y muchos optaron por exportar capital", recuerda el catedr¨¢tico Tortella.
La vor¨¢gine de inflaci¨®n, tipos de inter¨¦s altos y contracci¨®n del consumo se ceb¨® en los bancos. Sus carteras, muy dependientes de inversiones industriales, se devaluaron de la noche a la ma?ana. "A la crisis industrial, se sum¨® que la desregulaci¨®n [con la ley de 1962] propici¨® la creaci¨®n de nuevas entidades y la incorporaci¨®n de banqueros poco expertos, que fueron menos cuidadosos con los riesgos. Adem¨¢s, el Banco de Espa?a basaba su actuaci¨®n en leyes obsoletas, en algunos casos del siglo XIX", recapitula Pablo Mart¨ªn Ace?a.
La crisis bancaria fue atroz, con v¨ªctimas ilustres como el Banco Urquijo o Banca Catalana. "Se llev¨® por delante la mitad del sistema financiero, hubo que intervenir en medio centenar de bancos", enfatiza el catedr¨¢tico de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. Si se sustituye cartera industrial por cartera inmobiliaria, la comparaci¨®n con lo que acontece hoy asusta. Pero en aquella ocasi¨®n, los dirigentes del Banco de Espa?a se conjuraron para que la historia no volviera a repetirse.
"Con Luis ?ngel Rojo a la cabeza, el Banco de Espa?a estableci¨® mecanismos de supervisi¨®n preventiva y se instituyeron las reservas estad¨ªsticas", a?ade Mart¨ªn Ace?a. A la nueva posici¨®n del organismo supervisor, le deben ahora bancos y cajas su mayor resistencia a las turbulencias financieras. El Banco de Espa?a impidi¨® pr¨¢cticas habituales en otros pa¨ªses, como sacar del balance los instrumentos de inversi¨®n en activos de alto riesgo, y oblig¨® a elevar provisiones cuando m¨¢s dinero se prestaba.
?Alguna ense?anza m¨¢s para evitar una crisis prolongada? "Soy pesimista", responde Tortella, "la salida pasa por mejorar la productividad, y eso es dif¨ªcil a corto plazo, hay que adaptar el capital humano a actividades que requieran m¨¢s cualificaci¨®n, pero el sistema educativo es un desastre". "Se han acumulado muchos desequilibrios, ha habido a?os en los que se ha construido tantas casas como en muchos pa¨ªses europeos juntos, un d¨¦ficit exterior del 10% del PIB es una barbaridad", a?ade De la Fuente, que s¨®lo ve posible mejorar la competitividad a corto plazo con "acuerdos para moderar los salarios", a imagen de los Pactos de la Moncloa de 1977. Algo mucho m¨¢s dif¨ªcil cuando apenas hay inflaci¨®n, como ahora.
El investigador del CSIC coincide con Carreras en un concepto parad¨®jico, la d¨¦cada perdida, para el periodo democr¨¢tico en el que se prolong¨® mas la bonanza econ¨®mica. "Ha habido m¨¢s crecimiento y empleo, gracias al aumento de la financiaci¨®n y de la mano de obra inmigrante, pero no se ha aprovechado el tiempo para hacer reformas", indica el catedr¨¢tico de la Pompeu Fabra.
Los expertos respaldan los millonarios incentivos fiscales, pero muestran reparos a algunas iniciativas del Gobierno. Mart¨ªn Ace?a rescata otra cita, en este caso de Ram¨®n G¨®mez de la Serna: "Los experimentos en casa y con gaseosa". Y otra lecci¨®n hist¨®rica: "La pol¨ªtica fiscal expansiva acaba en m¨¢s deuda p¨²blica y eso lo pagar¨¢n las pr¨®ximas generaciones v¨ªa impuestos o inflaci¨®n".
Los casos de Italia o Portugal, inmersos en a?os de estancamiento econ¨®mico vienen a la cabeza de todos. "A Italia no nos parecemos en nada y menos a¨²n a Portugal", rebate Matilde Mas. La investigadora del IVIE, m¨¢s optimista, recuerda que "Italia tiene problemas de productividad en todos los sectores y Espa?a s¨®lo en construcci¨®n y hosteler¨ªa". Mas apunta que, precisamente, la opci¨®n de mejorar la productividad abre una senda de la que otros pa¨ªses avanzados ya han recorrido un buen trecho. "El riesgo est¨¢ en no aprovechar la oportunidad de salir reforzado de la crisis", afirma.
Lo acontecido en las ¨²ltimas d¨¦cadas reserva a¨²n alguna lecci¨®n m¨¢s. Por ejemplo, que si se repite la historia, el Gobierno volver¨¢ a equivocarse en sus previsiones: la tasa de paro no empieza a bajar hasta uno o dos a?os despu¨¦s de que acabe la recesi¨®n, frente a lo que augura Solbes para 2010. Y, tambi¨¦n, que las crisis precipitan los cambios pol¨ªticos. El brusco deterioro de la econom¨ªa antecedi¨® a la Revoluci¨®n Gloriosa de 1868, a la Guerra Civil, y m¨¢s recientemente a los principales golpes de mano electorales de la democracia. La crisis sirvi¨® en bandeja el triunfo electoral a Felipe Gonz¨¢lez (PSOE) en 1982. Y volvi¨® a soplar a favor de la victoria del PP en 1996. El horizonte que se vislumbra para 2012 brinda una oportunidad hist¨®rica a Mariano Rajoy de recuperar el poder. Claro que el mismo adjetivo valdr¨¢ para describir el descalabro del PP si los socialistas logran resistir en La Moncloa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.