Un legado que no debe irse a pique
Los arque¨®logos debaten sobre la explotaci¨®n comercial de los restos submarinos a ra¨ªz del ¨²ltimo hallazgo de Odyssey, el barco brit¨¢nico 'Victory', perdido en 1744
En la Isla de los Perros, una lengua de tierra atravesada por canales sobre el r¨ªo T¨¢mesis, los responsables de Odyssey reciben a los curiosos que quieren conocer su nuevo descubrimiento: el Victory, un barco brit¨¢nico perdido en 1744 tras una tempestad en el canal de la Mancha. Todo eso ocurre en el Canary Wharf, un complejo de rascacielos donde se tejen los negocios y el mejor escenario para una historia que va sobre eso, sobre negocios, o m¨¢s bien sobre la posibilidad de hacer dinero con la arqueolog¨ªa.
Dos generaciones de arque¨®logos sostienen estos d¨ªas ese debate. Los primeros, representantes del academicismo universitario, defienden una visi¨®n proteccionista que se ampara en el acuerdo firmado por 20 pa¨ªses en la Unesco: la Convenci¨®n para la Protecci¨®n del Patrimonio Subacu¨¢tico.
"No siempre hay que extraer, y menos para vender las piezas", dice Noriega
Sean Kingsley: "La tecnolog¨ªa de Odyssey va por delante del resto"
Javier Noriega es arque¨®logo, fundador de la empresa Nerea y un firme defensor de ese acuerdo. "El protocolo internacional deja claro que el pecio se conserva mejor in situ. No siempre hay que extraer, y menos para vender las piezas. El ¨²nico objeto de la arqueolog¨ªa no es tanto el museo como el conocimiento".
Esa ¨²ltima idea es suscrita por Sean Kingsley, un arque¨®logo doctorado en Oxford que, entre otras cosas, asesora a Odyssey. "Por supuesto que para m¨ª lo m¨¢s importante es el conocimiento, pero creo que eso se consigue m¨¢s eficazmente con la participaci¨®n de empresas como Odyssey. ?Sabe lo que cuesta encontrar un barco como el Victory?".
Entre 1,5 y 4 millones de d¨®lares, seg¨²n el cofundador y presidente de la compa?¨ªa, Greg Stemm. Esas cantidades son inasumibles por los Estados, cuyos presupuestos suelen destinarse a otras prioridades. Hace un a?o, y a ra¨ªz de toda la pol¨¦mica surgida con la compa?¨ªa Odyssey por el descubrimiento de La Mercedes, el Gobierno espa?ol aprob¨® el Plan Nacional de Protecci¨®n del Patrimonio Subacu¨¢tico. Ese plan ha contado con 390.000 euros en 2008 para la defensa del patrimonio subacu¨¢tico, m¨¢s 600.000 euros para gastos jur¨ªdicos y contenciosos empleados en la defensa de los intereses espa?oles en el litigio contra Odyssey y 300.000 euros que se entregaron a la Spain-USA Foundation para la defensa del patrimonio mundial.
El ministerio resume la corta vida del plan como un "a?o de reuniones" con las comunidades aut¨®nomas y los expertos. Pero todav¨ªa no se sabe nada de los resultados de esas reuniones, que se publicar¨¢n pr¨®ximamente, seg¨²n fuentes del ministerio.
La actividad de los arque¨®logos espa?oles se centra en las cartas arqueol¨®gicas, en publicaciones y en vigilar que las obras p¨²blicas civiles no destruyan restos de pecios p¨²nicos, ¨¢rabes o modernos. "Y luchamos contra la destrucci¨®n de nuestra historia, del registro arqueol¨®gico, por eso nos enfrentamos decididamente a los cazatesoros", se?ala Noriega.
Sus resultados son menos espectaculares que los mostrados por Odyssey, que ha encontrado una v¨ªa para seguir sacando partido econ¨®mico a sus descubrimientos respetando al mismo tiempo el acuerdo de la Unesco. Un ejemplo es el Victory. El Ministerio de Defensa brit¨¢nico y la empresa negocian para llegar a un acuerdo sobre este pecio. El Gobierno brit¨¢nico podr¨ªa conservar la totalidad del hallazgo a cambio de dar a Odyssey una suma de dinero equivalente a un porcentaje del valor del tesoro.
"Mientras las empresas respeten la ciencia, publiquen sus conclusiones y sean transparentes", se?ala Kingsley, "la visi¨®n comercial es compatible con la arqueolog¨ªa". El experto conoce a Odyssey desde hace a?os pero s¨®lo empez¨® a asesorarles despu¨¦s de ver el estudio de la compa?¨ªa sobre el Sussex, otro barco brit¨¢nico naufragado en 1694 en las costas del mar de Albor¨¢n. Ese estudio y los medios tecnol¨®gicos de la empresa le convencieron. "Su tecnolog¨ªa va por delante de la que utilizan el resto de arque¨®logos. Eso permite encontrar pecios y recuperar las historias para que las conozca la gente", explica.
Pese a todo, Odyssey no consigue publicar sus conclusiones en revistas especializadas. La compa?¨ªa reconoce que eso es un problema y lo achaca al corporativismo de los acad¨¦micos del mundo universitario contrarios a la explotaci¨®n comercial de los restos. Kingsley cierra su discurso con una frase del respetado arque¨®logo brit¨¢nico sir Mortimer Wheeler: "No hay una forma correcta de hacer arqueolog¨ªa, pero hay muchas de hacerlo mal".
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