La Edad de la Responsabilidad
Los historiadores han dividido la historia del mundo occidental en ¨¦pocas que representan los valores culturales, econ¨®micos y pol¨ªticos del momento. De ah¨ª que se hable de la Edad Oscura (Alta Edad Media), del Renacimiento, de la Reforma y de la Edad de la Raz¨®n. Pero ?c¨®mo se definir¨¢ la primera mitad del siglo XXI? ?Ser¨¢ la Edad de la Regresi¨®n, en la que los pa¨ªses se replieguen y busquen soluciones dentro de sus propias fronteras, atesorando recuerdos de prosperidad? ?Ser¨¢ la Edad de la Intolerancia, en la que se culpe a los inmigrantes y extranjeros por el aumento del desempleo? ?O ser¨¢ simple y llanamente la Edad de la Decadencia? Podr¨ªa y deber¨ªa ser la Edad de la Responsabilidad, como se?al¨® acertadamente el presidente Barack Obama. Para ello ser¨¢n necesarios un cambio de actitud y pol¨ªticas de cooperaci¨®n en Estados Unidos y en todo el mundo.
La sostenibilidad y la inclusi¨®n deben prevalecer sobre el enriquecimiento de unos pocos
?C¨®mo ser¨ªa la Edad de la Responsabilidad? En primer lugar, ser¨ªa una era de globalizaci¨®n responsable, donde la inclusi¨®n y la sostenibilidad prevalezcan sobre el enriquecimiento de unos pocos. Ello supone esforzarse en generar un crecimiento que incluya oportunidades para los pobres, desarrollo tecnol¨®gico, microfinanciamiento y pr¨¦stamos para peque?os empresarios, acuerdos comerciales beneficiosos para ambas partes y niveles de ayuda suficientes para alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio. Los primeros pasos son finalizar la ronda de negociaciones comerciales de Doha y renovar el compromiso de proporcionar la ayuda que se ha prometido.
Segundo, deber¨ªa ser una era de gesti¨®n responsable del medio ambiente mundial. Las bases para ello podr¨ªan sentarse en diciembre en Copenhague, con un acuerdo sobre el cambio clim¨¢tico para reducir las emisiones de carbono mediante el uso de nuevas tecnolog¨ªas.
Tercero, ser¨ªa una era de responsabilidad financiera, a nivel tanto personal como sist¨¦mico. ?sta deber¨ªa comenzar con un acuerdo de las principales econom¨ªas en la cumbre del Grupo de los Veinte (G-20) en Londres, a fin de lograr la cooperaci¨®n de los gobiernos en materia de expansi¨®n fiscal en un marco de disciplina presupuestaria. Asimismo, dichas econom¨ªas deber¨ªan acordar un plan destinado a evitar el proteccionismo, reabrir los mercados de cr¨¦dito y hacer frente a los pr¨¦stamos incobrables para que los bancos puedan recapitalizarse.
Cuarto, ser¨ªa una era de multilateralismo responsable en que los pa¨ªses e instituciones busquen soluciones pr¨¢cticas a problemas interdependientes. Ejemplos de ello ser¨ªan un esfuerzo conjunto por lograr acuerdos sobre suministros de alimentos con fines humanitarios y el precio de la energ¨ªa, o impuestos que fomenten la inversi¨®n en fuentes menos contaminantes y en la conservaci¨®n de la energ¨ªa.
Quinto, ser¨ªa una era de actores responsables, en la que la participaci¨®n en la econom¨ªa internacional conlleve tanto responsabilidades como beneficios. En ella, los antiguos clubes de pa¨ªses m¨¢s poderosos ceder¨ªan el paso a un grupo ampliado que actuar¨ªa de acuerdo con la realidad econ¨®mica vigente. Este grupo tendr¨ªa el deber de actuar en conjunto y de dialogar en conjunto. Nuestra Edad de la Responsabilidad debe ser mundial, no s¨®lo occidental.
La manera en la que se responda a la crisis en los pr¨®ximos meses determinar¨¢ el rumbo futuro. Como primer paso, los pa¨ªses desarrollados deber¨ªan acordar destinar el 0,7% de sus paquetes de reactivaci¨®n a un fondo contra la vulnerabilidad, que apoye a los m¨¢s necesitados de los pa¨ªses en desarrollo. El Banco Mundial podr¨ªa administrar la distribuci¨®n del dinero conjuntamente con las Naciones Unidas y los bancos regionales de desarrollo. Podr¨ªamos utilizar los mecanismos existentes para entregar los fondos de manera r¨¢pida y flexible, con el respaldo de sistemas de seguimiento y salvaguardias para garantizar que el dinero tenga el debido destino.
Tras la crisis del a?o pasado derivada del encarecimiento de los alimentos y los combustibles, la crisis financiera amenaza todav¨ªa m¨¢s a los pa¨ªses y poblaciones m¨¢s pobres. La restricci¨®n del cr¨¦dito y la recesi¨®n mundial est¨¢n socavando los ingresos p¨²blicos y restringiendo la capacidad de los gobiernos para alcanzar sus objetivos en materia de educaci¨®n, salud y g¨¦nero. Los flujos de remesas est¨¢n desaceler¨¢ndose. La inversi¨®n extranjera y nacional est¨¢ congelada. El comercio internacional est¨¢ disminuyendo. La agitaci¨®n social va en aumento. De acuerdo con las estimaciones, una reducci¨®n del 1% de la tasa de crecimiento de los pa¨ªses en desarrollo sumergir¨¢ en la pobreza a otros 20 millones de personas. Como resultado de las alteraciones del a?o pasado, ya han ca¨ªdo en la pobreza 100 millones de personas.
Los pa¨ªses pobres necesitan tres tipos de intervenciones: programas de protecci¨®n social que ayuden a amortiguar el impacto de la crisis en los pobres; inversiones en infraestructura para sentar los cimientos de la productividad y el crecimiento mientras se da trabajo a la gente y financiamiento para que la peque?a y mediana empresa genere empleo. Los donantes podr¨ªan adaptar sus contribuciones al fondo contra la vulnerabilidad de acuerdo con sus intereses. Este enfoque ha dado buenos resultados en el caso del respaldo que Jap¨®n y Alemania brindaron hace poco a dos iniciativas del Banco Mundial: la recapitalizaci¨®n de bancos de pa¨ªses pobres y la decisi¨®n de otorgar financiamiento provisional para proyectos de infraestructura viables que recientemente quedaron sin apoyo financiero.
Este plan es viable. El objetivo de Naciones Unidas para la asistencia al desarrollo es del 0,7% de las econom¨ªas nacionales. La meta de proporcionar el 0,7% del paquete de reactivaci¨®n de cada pa¨ªs desarrollado equivale tan s¨®lo a una peque?a fracci¨®n de los cientos de miles de millones destinados al rescate de los bancos y, sin embargo, podr¨ªa tener una gran influencia en los cientos de millones de personas que son v¨ªctimas de una crisis causada por otros. M¨¢s importante a¨²n: ser¨ªa una se?al de que el mundo est¨¢ determinado a resolver la crisis, y no a ser vencido por ella. ?Acci¨®n internacional o pol¨ªticas de ego¨ªsmo nacional? ?La Edad de la Responsabilidad o la Edad de la Regresi¨®n? La opci¨®n es clara. -
Robert Zoellick es presidente del Banco Mundial.
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