Oasis es 'rock and roll'
Los hermanos Gallagher apabullan y demuestran que son los ¨²ltimos cl¨¢sicos
Lo bueno de los Oasis es que siempre dan juego. Pueden estar cabreados o de buen humor, felices o tristes, con resaca o a punto de disputar un partido de f¨²tbol (esto ¨²ltimo no es incompatible para ellos)... Da igual: siempre guardan la frase hilarante, la actitud desafiante.
Pocos minutos despu¨¦s de aterrizar en Madrid, Noel Gallagher, el hermano mayor (41 a?os), comenz¨® a dar juego. "Mi hermano y yo llevamos dos a?os sin hablarnos", coment¨® ante la pregunta de un periodista que le interrogaba sobre la relaci¨®n entre ambos. Asunto desagradable s¨ª es, pero qui¨¦n no conoce un caso similar cercano en alguna familia. Claro que la cosa se hace insostenible cuando tu hermano, con el que no te cruzas palabra, es el cantante de tu grupo, como es el caso.
Una perla m¨¢s jugosa ofreci¨® Noel d¨ªas antes: "No descarto presentarme a primer ministro de mi pa¨ªs [Reino Unido]. Ser¨ªa el Obama ingl¨¦s". Ya se ve: juego del bueno. Y qu¨¦ decir de Liam, 36 a?os, que como no habla (ni con su hermano ni, por lo que se ve, con nadie), dej¨® plantados a unos periodistas espa?oles con la cita cerrada. ?D¨®nde est¨¢ Liam? Nadie sabe, nadie contesta. Pues se acab¨® la entrevista.
Los Gallagher estuvieron anoche en Madrid (hoy act¨²an en Barcelona) chulos, malencarados, vacilones, bocazas, provocadores... ?No quedamos en que el rock and roll era esto? S¨ª, esto, y buenas canciones, que a ellos les sobran. Cuando Liam abri¨® su enorme diafragma para cantar el primer tema de la noche, Rock and roll star, aquello anunciaba una gran noche. Entre las 15.000 personas que llenaron el Palacio de los Deportes (entradas agotadas desde hac¨ªa semanas), un Teddy Bautista, presidente de la SGAE, muy marchoso. Cuando apareci¨® por la grada, alguien coment¨®, eso s¨ª, por lo bajini: "Hoy Oasis no se libra de pagar a autores".
De forma totalmente insospechada dada su reputaci¨®n de hooligans bravucones, Oasis opta por la mesura cuando se posiciona en el escenario. El grupo carece de inter¨¦s por ofrecer un espect¨¢culo, digamos, extramusical, circense. Noel, empu?ando su enorme guitarra Gibson de los sesenta, apenas da unos pasitos. Su hermano Liam tampoco termina el concierto pidiendo una botella de ox¨ªgeno. Se planta frente al micr¨®fono, coloca las manos en su trasero como si estuviera esposado, estira el cuello y, venga, a cantar.
Lo que en otras bandas hubiese sido motivo de coscorr¨®n, en Oasis es digno de alabanza. Exhiben un repertorio tan sensacional, llenan tanto el escenario con sus facultades (la gruesa y poderosa guitarra de Noel suena como si fuesen veinte y la voz de Liam es tan chulesca y agresiva como la de un Lennon enfurru?ado) que poco importa que no suden la camiseta... del Manchester City, que seguro llevan debajo.
El grupo, sobre un escenario sobrio (s¨®lo una pantalla detr¨¢s de ellos partida en tres), envas¨® un concierto repleto de sus grandes temas. As¨ª cualquiera: Supersonic, Wonderwall, Slide away (fant¨¢stica), Morning glory y media docena de temas de su nuevo y notable trabajo, Dig out your soul.
Cuando Noel se ejercitaba con los punteos, el macarra de Liam montaba su numerito: se atornillaba en el centro del escenario, sub¨ªa el cuello de su chaqueta abotonada a lo Sgt. Pepper's, escurr¨ªa sus manos en los bolsillos y miraba desafiante a alguien del p¨²blico. Una de las veces pareci¨® como si hubiese visto a su mujer abrazada a su mejor amigo. Esa mirada clamaba venganza. El concierto se cerr¨® con una intens¨ªsima versi¨®n de I am the walrus, de sus amados Beatles. Oasis est¨¢ tan en forma, que Blur, sus enemigos en los noventa, vuelve. Envidia cochina...
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