Tiempo de descuento
El inicio oficial de la campa?a ha llegado con el aire agotado de los partidos trabados e interminables, esos en los que el mayor aliciente consiste en conocer el resultado final. Se presenta como un tiempo a?adido a una prolongada contienda pol¨ªtica de meses, dominada por las maniobras y c¨¢lculos electorales. Es por eso que ni siquiera el hecho cierto de que en el 1-M puede verificarse un relevo en el poder in¨¦dito en nuestro pa¨ªs termina de contagiar emoci¨®n a la disputa.
Los protagonistas, los que se juegan su futuro en el envite, van a tener que demostrar en estas dos semanas un entusiasmo que dif¨ªcilmente lograr¨¢n insuflar a sus posibles votantes. Cabe as¨ª la posibilidad de que Euskadi a?ada a su cat¨¢logo de peculiaridades otra m¨¢s: la de afrontar un momento que s¨ª merecer¨ªa ese calificativo de "hist¨®rico" que se reparte tan generosamente con el ¨¢nimo cansino de las rutinas.
El desgaste de los contendientes y la fatiga del p¨²blico resultan evidentes a estas alturas. Nada que ver con la tensi¨®n de la acerada campa?a de 2001, cuando la participaci¨®n se dispar¨® hasta casi el 80%. Sin embargo, est¨¢ en juego pr¨¢cticamente lo mismo, con algunas notas diferentes. Uno de los actores secundarios (la izquierda abertzale) ha quedado fuera del campo, lo que no significa que deja de tener influencia en el juego. Y la marea de la crisis ha tenido el efecto de amortiguar el impulso de los predicadores de la alternancia y de dar la oportunidad de cambiar de discurso a los profetas del derecho a decidir, igualando todav¨ªa m¨¢s las fuerzas.
En esta situaci¨®n, los datos de la encuesta del CIS resultan bals¨¢micas para casi todos los interesados, sobre todo si confirman sus an¨¢lisis particulares. A los m¨¢s favorecidos por el pron¨®stico, les reafirmar¨¢ en el acierto de la estrategia adoptada y a los menos agraciados, les propone una meta por la que trabajar y superarse en los minutos de descuento que aporta la campa?a. Dentro de quince d¨ªas habr¨¢ seguramente bastantes defraudados por el resultado de las urnas, pero ser¨¢n bastantes menos los sorprendidos. Y eso ya es un cambio en Euskadi.
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