El genocidio y sus fantasmas
Como ahora en Gaza, los pol¨ªticos europeos se escudaron en el "todos son igualmente culpables" para no hacer nada ante el cerco de Sarajevo y la matanza de Srebrenica. Se repite la misma musiquilla analg¨¦sica
En un art¨ªculo aparecido en este peri¨®dico (La nueva trama de Sarajevo, 18-10-2008), Beatriz Portinari examinaba la actual narrativa de la ex Federaci¨®n Yugoslava escrita por autores que vivieron las guerras en los distintos Estados que compon¨ªan aqu¨¦lla o que, oriundos de ellos, escogieron el exilio europeo o norteamericano y permanecen en ¨¦l despu¨¦s de los paticojos acuerdos de Dayton, la independencia de Montenegro y de Kosovo, la muerte de Milosevic en La Haya y la captura de Karadzic. Antes del funesto Memor¨¢ndum de la Academia de Ciencias de Belgrado y del discurso de Milosevic en el Campo de los Mirlos, la literatura yugoslava conocida fuera de las fronteras de la ex federaci¨®n se reduc¨ªa a un par de nombres: el Nobel Ivo Andric y Danilo Kis. Sin descartar los m¨¦ritos y pasajes inolvidables del primero, la obra de Kis, jud¨ªo de Voivodina -esto es, de una provincia perif¨¦rica de Serbia, poblada de diferentes etnias-, refleja antes y mejor que nadie, en raz¨®n de su singularidad cultural y art¨ªstica, la tragedia que se gestaba: su narrativa no cabe en los l¨ªmites de la llamada literatura balc¨¢nica, pertenece, como la de Kundera, al n¨²cleo de la gran literatura europea de la segunda mitad de la pasada centuria. El desencanto, la amargura y el humor negro respecto al nacionalismo patri¨®tico y al relato heroico de la Gran Serbia desmonta avant la lettre la ret¨®rica de Dobrica Cocik y dem¨¢s paladines intelectuales de la siniestra limpieza ¨¦tnica.
?Habr¨ªa durado el cerco de Sarajevo 42 meses si los asediadores hubieran sido musulmanes?
La implosi¨®n de la ex Yugoslavia afect¨® m¨¢s a quienes no encajaban en ning¨²n casillero ¨¦tnico
Como dice el escritor montenegrino Marko Vesovic, profesor en la Universidad de Sarajevo, a Isabel N¨²?ez en sus Conversaciones en torno a la guerra de los Balcanes, sobre el n¨²cleo de intelectuales serbios que alimentaron la ret¨®rica ultranacionalista de Milosevic, "probablemente ¨¦sta sea la ¨²nica guerra de la historia plantada y dirigida por escritores". La ¨²nica no, pero s¨ª la m¨¢s sangrienta y de efectos perdurables. La implosi¨®n de la ex Yugoslavia afect¨® especialmente a aquellos ciudadanos de la misma que no encajaban en ning¨²n casillero ¨¦tnico ni tribal, como el propio Vesovic ("Estoy viviendo en un pa¨ªs donde no existo. Estaba luchando por un pa¨ªs que ya no existe, que luchaba para que no lo fragmentaran y lo han hecho pedazos") o la sarajevita Ferida Durakovic ("No fue una guerra entre grupos ¨¦tnicos distintos, sino entre nacionalistas retr¨®grados y gente que cre¨ªa en otra forma de vida, m¨¢s libre, abierta y tolerante").
Para Ozren Kebo, autor del conmovedor Bienvenue en enfer. Sarajevo, mode d'emploi, "Bosnia fue vendida y traicionada por la Uni¨®n Europea. (...) ?Qu¨¦ hicieron sus pol¨ªticos para evitar la matanza? ?Nada! Se sentaron a contemplar el genocidio y pronunciaron discursos huecos sobre la igualdad de culpas (de las partes implicadas). (...) Pero, seg¨²n datos de la ONU, el 90% de los cr¨ªmenes de guerra fueron perpetrados por las fuerzas serbias, el 7% por los croatas y el 3% por los bosnios". El resumen de lo acaecido entre abril 1992 y setiembre 1995 es exacto (?habr¨ªa durado el asedio de Sarajevo 42 meses si los asediadores hubieran sido musulmanes -laicos y democr¨¢ticos- y los asediados cristianos?), y coincido con Kebo en que, fuera de las minor¨ªas ultranacionalistas de Belgrado y Zagreb, la guerra no respond¨ªa a un odio inter¨¦tnico: ¨¦ste se origin¨® a causa de ella. La convivencia multi¨¦tnica de Sarajevo, defendida por el Gobierno bosnio, fue una v¨ªctima m¨¢s del cerco. Como pude comprobar en mis recientes visitas a la ciudad, las distintas comunidades que componen su poblaci¨®n tienden a vivir replegadas en s¨ª mismas, y el voto municipal del pasado oto?o confirm¨® mis temores: los partidos nacionalistas serbios, croatas y bosnio-musulmanes se afianzaron en sus correspondientes feudos de la Rep¨²blica Sparska y de la Federaci¨®n Bosnio-croata mientras que los partidos multi¨¦tnicos, como el Partido Socialdem¨®crata, retroced¨ªan.
Si las cosas han mejorado en Croacia desde la muerte de Tudjman -lamento tan s¨®lo la desaparici¨®n del Ferald Tribune, el equivalente dem¨®crata del Oslobodenje sarajevista-, las entrevistas de Isabel N¨²?ez a varios escritores serbios reflejan las contradicciones dolorosas de una sociedad traumatizada por los desastres del conflicto y la aceptaci¨®n acr¨ªtica de una buena parte de ella del discurso del odio de Milosevic y de sus asesores mitol¨®gicos. Mientras algunos reducen el conflicto a una "guerra de vecinos", como lo fue en bastantes pueblos de la Pen¨ªnsula durante la Guerra Civil espa?ola -"fulano no iba a misa, vot¨® republicano"-, Slavenka Drakulic, de origen croata, apunta al odio patriarcal y rural de la ex Yugoslavia a las mujeres modernas y libres de los n¨²cleos urbanos -como dijeron cuatro acusados de cr¨ªmenes de guerra en el enclave musulm¨¢n de Foca, ellos no hab¨ªan matado a nadie, "s¨®lo hab¨ªan violado" a varias mujeres, algo que les parec¨ªa natural y no constitutivo por consiguiente de delito alguno-, o el silencio y el negacionismo, tanto serbio como croata, de las tropel¨ªas y matanzas cometidas por el propio bando. Con mayor iron¨ªa y humor, Dusan Velickovic (Amor Mundi, Ed. Del Bronce, 2003) escribe: "Un bombardeo es el momento id¨®neo para poner en orden mi biblioteca". Como apostilla Isabel N¨²?ez, "en Sarajevo, durante el asedio, muchos usaban los libros para calentarse ante la falta de electricidad en el duro invierno balc¨¢nico y eleg¨ªan qu¨¦ libros quemar primero y qu¨¦ libros conservar a toda costa, convirtiendo el drama en un sistema de prioridades literarias".
La entrevista m¨¢s significativa del libro quiz¨¢ sea la de Miroslav Toholj, novelista y editor del bardo-psiquiatra-genocida-curandero practicante de medicina alternativa, Radovan Karadzic. Toholj, ex ministro de Informaci¨®n de la Rep¨²blica Sparska, tras descalificar la prejuiciada visi¨®n exterior de la guerra y exculparse de su participaci¨®n en ella, afirma rotundamente que "su amigo es uno de los mejores poetas, no s¨®lo de poetas serbios de Bosnia, sino de toda Yugoslavia". ?sta no era en modo alguno la opini¨®n del cr¨ªtico sarajevita que me entrevist¨® en un s¨®tano en enero de 1994: seg¨²n ¨¦l, el criminal de guerra actualmente detenido en La Haya era un mero perpetrador de versos facilotes que, despechado con ¨¦l por su opini¨®n negativa de los mismos, bombarde¨® con sa?a con su artiller¨ªa el piso del edificio en el que resid¨ªa y del que tuvo que huir de estamp¨ªa al comienzo mismo del cerco.
Lamento ¨²nicamente que un libro tan oportuno como el de Isabel N¨²?ez no haya recogido la opini¨®n de quienes m¨¢s sufrieron el asedio y lucharon con sus plumas contra ¨¦l, como el poeta Abdul¨¢ Sidran ("lo ¨²nico que se puede escribir hoy en Sarajevo es una cr¨®nica necrol¨®gica"), Zladko Dizdarovic (periodista de Oslobodenje, en el que publicaba su Diario de guerra), Asaf Dzanic (editor y traductor, comandante de la Armiya mientras dur¨® el sitio), Nezad Ibrisimovic (novelista superviviente del destruido e incomunicado barrio de Dobrinja): como me dijo en 1995, ¨¦l no quem¨® sus libros para calentarse, pero se sirvi¨® de ellos para cubrir los huecos abiertos en las paredes de su domicilio por la artiller¨ªa de Karadzic. Sus testimonios hubieran enriquecido el abanico de puntos de vista recogidos en el libro.
No conozco toda la bibliograf¨ªa documentada por Beatriz Portinari en el ya citado art¨ªculo, pero entre las obras que comenta yo escoger¨ªa, por su valor literario, La cuesti¨®n de Bruno de Aleksandar Hemon (Anagrama) y, sobre todo, Sarajevo. Diario de un ¨¦xodo y Sara y Serafina de Dzevad Karahasan (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores). La huella fecunda de Danilo Kis es visible en ambos.
En el plano estrictamente testimonial, resulta sobrecogedora la lectura de Postales desde la tumba, de Emir Suljevic (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores). Su descripci¨®n del exterminio de Srebrenica en julio 1995 entronca con la mejor literatura de los sobrevivientes del genocidio nazi: "Entre mi supervivencia y su muerte (la de ocho mil y pico varones musulmanes fr¨ªamente asesinados por Mladic) no hay ninguna diferencia porque permanezco vivo en un mundo que est¨¢ marcado para siempre, de forma indeleble, por su muerte".
Evocar¨¦, para concluir -aures habent et non audient- el vergonzoso silencio c¨®mplice de Unprofor, Uni¨®n Europea y Naciones Unidas respecto a este genocidio, oculto por espacio de ?45 d¨ªas! a los medios informativos, pese al hecho de tratarse de la mayor matanza acaecida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. El primer testimonio de ella, una entrevista con un fugitivo de la misma que alcanz¨® la capital bosnia y se repon¨ªa de su traum¨¢tica odisea en el hospital sarajevita de Kosovo, fue publicado con mi firma en EL PA?S (Cay¨® sobre nosotros un diluvio de fuego, 24 de agosto 1995). ?Ser¨¢ necesario recordar a los pol¨ªticos de la Uni¨®n Europea, tan c¨ªnicos o impotentes como los de hoy respecto a Gaza, que Srebrenica y Sarajevo eran "enclaves protegidos" por la comunidad internacional? Para oprobio de todos la historia repite, con variaciones sinf¨®nicas, la misma musiquilla analg¨¦sica y adormecedora sobre una "tragedia" sin responsable alguno.
Juan Goytisolo es escritor.
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