Grandes maniobras
Mucho me temo que, enmascarado por el colosal barullo de los esp¨ªas auton¨®micos madrile?os, de los f¨¦rtiles negocios de Correa y compa?¨ªa, de las aficiones cineg¨¦ticas comunes de Garz¨®n y Bermejo, etc¨¦tera, un importante movimiento estrat¨¦gico haya pasado desapercibido a los observadores y analistas de la pol¨ªtica catalano-espa?ola: Josep Maria Tr¨ªas de Bes i Serra -Pepe, para los amigos- ha abandonado el Partido Popular para enrolarse en las filas de Uni¨®n, Progreso y Democracia (UPyD). As¨ª lo anunciaba ¨¦l mismo el pasado lunes a trav¨¦s de un art¨ªculo en El Mundo, imaginativamente titulado Por qu¨¦ apoyo a Rosa D¨ªez.
Tal vez los m¨¢s j¨®venes u olvidadizos de los lectores crean que exagero, que doy demasiado relieve a un simple cambio individual de militancia. Para convencerles de lo contrario, perm¨ªtanme recordar brevemente la densa trayectoria pol¨ªtica del protagonista de la noticia. Pese a ser portador de unos apellidos que entroncaban con lo m¨¢s granado de la burgues¨ªa profesional barcelonesa y de la hist¨®rica Lliga Regionalista, el joven Tr¨ªas de Bes -como tantos otros de su mismo medio social- coquete¨® un tiempo con el comunismo del PSUC y ya en las postrimer¨ªas de la dictadura se afili¨® a Converg¨¨ncia Socialista de Catalunya, matriz del actual PSC, antes de sentar la cabeza -o eso parec¨ªa- como militante de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya (CDC), adscrito al sector roquista.
Pepe Tr¨ªas encarn¨® el gran "giro catalanista" del PP catal¨¢n y se enfrent¨® a Vidal-Quadras. Ahora ingresa en la ultraespa?olista UPyD
Con la etiqueta convergente, Pepe Tr¨ªas fue diputado en el Congreso desde 1980 y a lo largo de 13 a?os. Los anales parlamentarios no recuerdan de ¨¦l mucho m¨¢s que su disciplina a la hora de pulsar el dispositivo de voto, pero la constancia y la discreci¨®n le valieron alcanzar la Mesa de la C¨¢mara, primero como secretario cuarto y a partir de 1989 como vicepresidente cuarto. As¨ª las cosas, el exceso de celo roquista le jug¨® una mala pasada. En 1992, mientras dentro de CDC chisporroteaba el debate sobre si entrar o no en el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, Tr¨ªas de Bes tuvo la infeliz ocurrencia de manifestarle a un periodista que Catalu?a -la Catalu?a de Pujol, se sobreentendi¨®- no pod¨ªa ser "una ¨ªnsula Barataria" encerrada en s¨ª misma.
Fulminado por el l¨ªder m¨¢ximo y excluido de las candidaturas de 1993, nuestro hombre tampoco se dio excesiva prisa en abandonar las filas de CDC ni el carguito correspondiente (miembro del Consejo de Administraci¨®n de RTVE). De hecho, s¨®lo lo hizo en junio de 1995, cuando ya ten¨ªa una oferta en firme de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar para convertirse en cabeza de cartel del PP por Barcelona en las siguientes elecciones generales y, a la vez, ser el contrapunto moderado a la acritud antinacionalista que cultivaba desde un lustro atr¨¢s el corrosivo Vidal-Quadras. Seg¨²n el aparato propagand¨ªstico popular, el ex convergente era poco menos que la reencarnaci¨®n de Camb¨®.
Al servicio de este nuevo papel, Josep Maria Tr¨ªas de Bes no se cans¨® de repetir que ¨¦l representaba "los principios del catalanismo pol¨ªtico hist¨®rico" y pose¨ªa "la credibilidad de una trayectoria catalanista", motivos por los cuales apenas pudo disimular su esperanza de ser el ministro catal¨¢n que Aznar iba a necesitar muy pronto... El 3 de marzo de 1996, sin embargo, los votos determinaron otra cosa: en vez de marginado, Jordi Pujol pas¨® a ser el socio imprescindible, y en vez de Pepe Tr¨ªas, el ministro catal¨¢n de Aznar fue Josep Piqu¨¦.
En la amargura del fracaso, Tr¨ªas de Bes culp¨® -con alg¨²n fundamento- a Vidal-Quadras de haberle saboteado la campa?a merced a sus estridencias ling¨¹¨ªsticas. De cualquier modo, peor debi¨® de ser para el frustrado ministrable la fr¨ªa displicencia de Aznar, quien le otorg¨® como ¨²nico premio de consolaci¨®n, en agosto de 1996, la presidencia de la Compa?¨ªa Transmediterr¨¢nea. Un caramelo envenenado, adem¨¢s, porque en apenas tres a?os la propia Administraci¨®n central del PP le hizo la vida imposible y, a la postre (diciembre de 1999), le forz¨® a abandonar la naviera entonces p¨²blica entre gruesas descalificaciones cruzadas. El Patrimonio del Estado lleg¨® a acusar a Tr¨ªas de Bes de haberse llevado de su despacho una pintura valorada en siete millones de pesetas...
Es comprensible que, tras estos sinsabores, Pepe Tr¨ªas necesitase una larga cura de abstinencia de la pol¨ªtica. Ello no obstante, la adicci¨®n ha demostrado ser m¨¢s poderosa que el escarmiento: "el a?o pasado" explica en el art¨ªculo antes citado, "contact¨¦ con Rosa D¨ªez y despu¨¦s de una agradable entrevista le propuse mi apoyo activo a ella y a su proyecto, desde la dif¨ªcil plaza de Catalu?a".
Para justificar el paso dado, Tr¨ªas de Bes dice de Rosa D¨ªez: "Su proyecto o mejor, el de su partido, es sumamente atractivo y m¨¢s necesario que nunca en este momento pol¨ªtico" Y a?ade: "Hemos desembocado en un sistema bipartidista impuro del que extraen provecho los llamados partidos mayoritarios y el territorial de turno que con piller¨ªa pueda controlar la situaci¨®n con escasa legitimidad representativa". El subrayado es m¨ªo y m¨ªa es tambi¨¦n la estupefacci¨®n al pensar que el autor de esta frase fue durante cuatro legislaturas uno de los diputados de la Minor¨ªa Catalana en Madrid, a las ¨®rdenes de Miquel Roca.
O sea que quien en 1995-96 encarn¨® el primer gran "giro catalanista" del PP catal¨¢n, y se enfrent¨® por ello a Vidal-Quadras, y descalific¨® los furores espa?olistas del catedr¨¢tico de F¨ªsica, ese mismo personaje aparece hoy como el primer fichaje notorio en Catalu?a de la ultraespa?olista UPyD, partidario de fortalecer el Estado en detrimento de las autonom¨ªas. Con lo cual, una de tres: o los "giros catalanistas" del PP en Catalu?a no eran muy consistentes, o el se?or Tr¨ªas de Bes i Serra carece de br¨²jula pol¨ªtica, o ambas cosas a la vez.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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