?No quiero hacerme Mayor!
Las operaciones de est¨¦tica y las cremas rejuvenecedoras -para ellas y para ellos- no se han visto lastradas por la crisis. Al contrario, seg¨²n lo que Leonard Lauder llam¨® el "¨ªndice del pintalabios": en situaciones de penuria econ¨®mica se venden m¨¢s cosm¨¦ticos para ocultar las marcas del des¨¢nimo.
M¨¢s all¨¢ de este mecanismo de compensaci¨®n y del culto a la juventud en nuestra sociedad, cada vez hay m¨¢s personas que se resisten a abandonar psicol¨®gicamente la adolescencia. Hablamos de hombres con p¨¢nico al compromiso -sentimental e incluso laboral- y de mujeres enamoradas del amor que no renuncian a su pr¨ªncipe azul. Lo que se conoce como s¨ªndrome de Peter Pan est¨¢ cada vez m¨¢s extendido en Occidente. Como el h¨¦roe de J. M. Barrie, los hombres y mujeres que lo sufren han idealizado la juventud y tienen problemas para afrontar los retos de la madurez, lo que les lleva a vestir y divertirse como adolescentes. El miedo a parecer mayores hace que muchos hombres en la cincuentena se lesionen en el gimnasio y muchas mujeres traten de disfrazar su edad con un atuendo juvenil que roza el rid¨ªculo.
Estos Peterpanes modernos reh¨²yen las responsabilidades, son altamente inseguros y no toleran las cr¨ªticas. ?C¨®mo han llegado al pa¨ªs de Nunca Jam¨¢s?
El 's¨ªndrome de Peter Pan'
"Todos los ni?os son artistas. El problema es c¨®mo seguir siendo un artista cuando uno es adulto" (Picasso)
El c¨¦lebre personaje popularizado por Walt Disney fue creado por J. M. Barrie para un musical que se estren¨® en Londres en 1904. Su argumento encaja como anillo al dedo para el s¨ªndrome que actualmente designa: Peter Pan es un ni?o que se niega a crecer y que vive junto a los ni?os perdidos, tan reacios como ¨¦l a madurar, en el pa¨ªs de Nunca Jam¨¢s, donde las aventuras se suceden sin fin.
El primero en usar este nombre para referirse a un trastorno emocional fue el psiquiatra Eric Berne, que en 1966 lo utiliz¨® para definir al ni?o que habita en todo adulto, centrado ¨²nicamente en satisfacer sus propias necesidades. En 1983 llegar¨ªa el s¨ªndrome de la mano del psic¨®logo Dan Kiley, que se sirvi¨® de Peter Pan para describir a los hombres y mujeres que se resisten a crecer. Se trata de personas inestables emocionalmente que suelen tener baja autoestima, ya que aspiran a mucho sin poner nada de su parte. A resultas de ello se escudan en la queja y culpabilizan a los dem¨¢s -como un ni?o a sus padres- de las cosas que no les salen bien. Veamos algunos atributos que, seg¨²n Kiley, permiten reconocer a un Peter Pan:
-su juventud y se niega a identificarse con su edad biol¨®gica.
-Es muy exigente con los otros; si no obtiene lo que pide, se enfada como un ni?o contrariado.
-Teme la soledad y es profundamente inseguro, aunque se esfuerce en ocultarlo.
-Se muestra siempre insatisfecho.
-Acostumbra a tener a su lado a un protector o protectora que cubre sus necesidades.
-Evita cualquier compromiso -muy especialmente de pareja- con la excusa de preservar su libertad, y act¨²a de forma irresponsable.
el pa¨ªs de nunca jam¨¢s
"Cada vez que un ni?o dice 'No creo en?las hadas', sucede que una peque?a hada cae muerta" (James M. Barrie)
El psic¨®logo y sex¨®logo Antoni Bolinches est¨¢ preparando un ensayo sobre un s¨ªndrome que, hace s¨®lo un par de d¨¦cadas "afectaba a una minor¨ªa de personas, pero que por nuestro modelo de sociedad se ha convertido en un problema generalizado, dando lugar a una generaci¨®n Peter Pan, ya que los j¨®venes de alrededor de los 30 a?os tienen un grado de inmadurez superior al que ten¨ªan los j¨®venes de generaciones anteriores".
Este terapeuta y autor de libros de psicolog¨ªa divulgativa define la madurez como "malos momentos bien asimilados". Por tanto, no caeremos en el s¨ªndrome de Peter Pan si somos capaces de integrar las frustraciones y conflictos de la vida cotidiana para aprender de ellos. Cuando el individuo no es capaz de darles esta lectura positiva, aunque sea a posteriori, entonces se neurotiza y se aferra a una adolescencia libre de responsabilidades.
En los hombres, uno de los rasgos fundamentales de este trastorno emocional es el p¨¢nico al compromiso sentimental, algo mucho m¨¢s raro en las mujeres. Seg¨²n Bolinches: "El fen¨®meno desde el punto de vista sociol¨®gico es muy sencillo. En las tres ¨²ltimas generaciones, en Occidente, la mujer ha superado su subordinaci¨®n hist¨®rica al hombre y con su esfuerzo ha evolucionado en todos los ¨¢mbitos. El hombre se ha visto descabalgado del lugar que ten¨ªa en la sociedad, lo que le ha generado una inseguridad suplementaria. Esto explica por qu¨¦ existen tantos hombres Peter Pan".
El 's¨ªndrome de Wendy'
"La casa de un hombre puede parecer un castillo desde fuera; por dentro es a menudo su guarder¨ªa" (Clare Boothe Luce)
En la obra de J. M. Barrie, Peter Pan invita a una ni?a llamada Wendy Darling al pa¨ªs de Nunca Jam¨¢s para que ejerza de madre de la pandilla de los ni?os perdidos. Este episodio significativo llev¨® a Dan Kiley, tras el ¨¦xito alcanzado por su libro, a publicar El dilema de Wendy. Se trata de un ensayo sobre las personas que protegen a su pareja -o a otras personas importantes de su vida- como si fueran sus madres. Es un rol que pueden desempe?ar indistintamente hombres o mujeres, aunque es m¨¢s com¨²n entre ellas. Quien padece el s¨ªndrome de Wendy tiene dificultades para controlar su propio rumbo y, para compensarlo, se vuelca en dirigir la vida del otro adoptando una actitud maternal. Seg¨²n Kiley, el s¨ªndrome de Wendy se reconoce por estas actitudes:
-Insiste en ejercer de madre protectora y asume la responsabilidad que elude Peter Pan.
-Siempre se muestra disponible; si no, experimenta un sentimiento de culpabilidad.
-Peri¨®dicamente acusa a su protegido de abusar de su buena fe, aunque tampoco hace nada para cambiar la situaci¨®n.
As¨ª como el de Peter Pan es fruto de la sobreprotecci¨®n en la infancia, las causas de este otro s¨ªndrome hay que buscarlas en un pasado familiar en el que Wendy se sinti¨® excluida, por lo que en la edad adulta asume el papel de los padres que no ha tenido. Para ello se valdr¨¢ de la primera persona cercana que se deje cuidar, normalmente la pareja.
Una dificultad que presentan ambos s¨ªndromes es que quienes los sufren no suelen reconocerse en su rol y recurren a justificaciones. Peter Pan disfraza su inmadurez de amor por la libertad, y Wendy atribuye sus cuidados maternales a la incapacidad o irresponsabilidad de la persona que toma bajo su protecci¨®n.
Acabar con el cuento
"Existir es cambiar; cambiar es madurar; madurar es seguir cre¨¢ndose a uno mismo sin fin" (Henri Bergson)
En su libro Las mujeres que aman demasiado, la terapeuta Robin Norwood se centra en la tendencia femenina -aunque no es una actitud exclusiva de las mujeres- de buscar hombres que hacen sufrir. Por una extra?a ¨¢lgebra amorosa, las personalidades pac¨ªficas y estables son descartadas a priori en la elecci¨®n de la pareja, ya que se sienten m¨¢s atra¨ªdas por caracteres complejos que desatan tormentas.
Al comprobar que muchas mujeres, tras fracasar con un determinado modelo de hombre, vuelven a enzarzarse en una relaci¨®n de similares caracter¨ªsticas, la autora encontr¨® las causas en un deseo de "amar demasiado". Es decir, frente a la relaci¨®n serena que no requiere movilizar todos los recursos disponibles, la persona adicta a amar desesperadamente necesita a alguien que se lo ponga dif¨ªcil, lo que a menudo implica enamorarse de alguien que no muestra el mismo afecto ni el mismo nivel de compromiso. Para salir de esta adicci¨®n destructiva, Norwood propone un programa de recuperaci¨®n en 10 puntos:
1. Buscar ayuda profesional.
2. Hacer de la recuperaci¨®n una prioridad vital absoluta, lo que implica hablar abiertamente con la pareja sobre la situaci¨®n.
3. Buscar un grupo de apoyo formado por?personas que entiendan el problema.
4. Desarrollar la propia espiritualidad mediante la pr¨¢ctica diaria, a trav¨¦s de la meditaci¨®n u otro medio que promueva la calma.
5. Dejar de manipular y controlar a los dem¨¢s, incluyendo no dar consejos y directrices que no nos han pedido.
6. No engancharse a los juegos de pareja con papeles de rescatador, perseguidor o v¨ªctima.
7. Enfrentarse a los propios problemas y?defectos, ya que a menudo tratamos de reparar los de los dem¨¢s para silenciar los nuestros.
8. Cultivar lo que se necesita desarrollar en uno mismo, sin esperar a que la pareja cambie para poder realizarse.
9. Volverse lo bastante ego¨ªsta para situar nuestro bienestar, trabajo y prioridades en primer plano.
10. Compartir con los dem¨¢s lo que hemos experimentado y aprendido, para ayudarlos y no repetir los mismos errores.
Al final, se trata de acabar con el cuento que nos impide ser personas libres y aut¨®nomas.
Las mujeres que aman demasiado
"?Por qu¨¦ a las mujeres nos atrae tanto convertir a alguien infeliz en nuestra media naranja y pareja perfecta? (¡) La ¨¦tica judeocristiana encarna el concepto de ayudar a quienes son menos afortunados que nosotros. Combinado con nuestra necesidad enfermiza de aceptaci¨®n, tenemos todos los ingredientes para emprender una cruzada. La necesidad de este tipo de mujeres de controlar a otros se origina en una historia infantil donde exist¨ªa todo menos el control. Una infancia en un entorno desestructurado, con emociones profundamente dolorosas: miedo, furia, culpa, verg¨¹enza, compasi¨®n extrema. Los mecanismos de protecci¨®n que desarrolla una ni?a en estas condiciones son dos: la negaci¨®n de hechos dolorosos y una posterior sublimaci¨®n de los acontecimientos a trav¨¦s de la necesidad imperiosa de adquirir control de la situaci¨®n" (Robin Norwood)."Son personas inestables emocionalmente que suelen tener baja autoestima; aspiran a mucho sin poner nada"
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