El peso de la inercia
La presencia ininterrumpida de un partido en el poder, independientemente del juicio moral pol¨ªtico que merezca, tiene m¨²ltiples manifestaciones. Una de las m¨¢s notorias consiste en la difracci¨®n que recogen todas las encuestas publicadas hasta la fecha. Una mayor¨ªa n¨ªtida cree necesario un cambio de gobierno (el 65% en el sondeo de este diario o el 54,7% en el del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas), pero un porcentaje todav¨ªa m¨¢s amplio (69%) piensa que el PNV es la formaci¨®n con m¨¢s probabilidades de ganar, aunque s¨®lo al 36% le gustar¨ªa que lo hiciera.
Una respuesta tan esquizofr¨¦nica har¨ªa dudar del equilibrio emocional de la sociedad que as¨ª responde. Sobre todo cuando los mismos sondeos se?alan con unanimidad que la mayor¨ªa relativa del partido eternamente gobernante se ve amenazada por el PSE y que el reparto de esca?os previsto deja en el aire la investidura de Juan Jos¨¦ Ibarretxe. Sin embargo, se trata de un fen¨®meno perfectamente explicable. Cuando se ha tenido durante tres d¨¦cadas a la misma fuerza pol¨ªtica al frente de las instituciones y, adem¨¢s, ha marcado con sus rasgos los s¨ªmbolos del pa¨ªs y la vivencia del autogobierno, cuesta imaginarse algo distinto. Pese a que se desee cambiar. Y aunque se intuya el cambio.
Algo muy parecido a esto es un r¨¦gimen, dicho sea sin intenci¨®n peyorativa. Frente a la opini¨®n optimista que sostiene que el cambio resulta irremediable desde que la sociedad vasca (y el propio nacionalismo) interioriz¨® que pod¨ªa producirse con naturalidad, sin que su advenimiento vaya a causar grandes traumas o sobresaltos, est¨¢ la otra versi¨®n. Argumenta ¨¦sta que una sociedad tan conservadora como la nuestra sentir¨¢ en el momento clave de acudir a las urnas el v¨¦rtigo de imaginar a un lehendakari que no sea del PNV, del partido que se ha hecho uno con el cargo.
De este choque de fuerzas entre la inercia y las ganas de experimentar otra cosa hablan de forma contradictoria las encuestas. De eso tratan estas elecciones.
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