Contextos para Yourcenar
El heraldo que anunci¨® su descomunal talento fue Alexis o el tratado del in¨²til combate (1929), hermos¨ªsima novela epistolar en clave de confesi¨®n en torno a la libertad sexual predicada por Gide, la homosexualidad y los designios de la privacidad, escrita a los veinticuatro a?os como si llevase un siglo puliendo su excelso estilo meditativo. M¨¢s tarde lleg¨® su c¨¦lebre traducci¨®n de Las olas de Virginia Woolf para Stock, en 1937, de la que aprendi¨® a concebir im¨¢genes y a atemperar su ret¨®rico estilo poetiz¨¢ndolo con reflexiones en torno a valores intemporales y cualidades de la condici¨®n humana, y en 1938 publica sus Cuentos orientales, imbuidos de mitolog¨ªa hind¨² y leyendas orientales, y cuyo espl¨¦ndido relato ?C¨®mo se salv¨® Wang-Fo? vale por una reflexi¨®n aleg¨®rica del rol del artista en el mundo.
Con los ojos abiertos. Conversaciones con Matthieu Galey
Marguerite Yourcenar
Traducci¨®n de Elena Berni
Plataforma, Barcelona, 2008
350 p¨¢ginas. 19,95 euros
Filtrado por el largo alambique de la cultura cl¨¢sica aprendida de ni?a (T¨¢cito y Racine sustituyeron en su infancia a los cuentos de Andersen y Perrault), de sus provechosas lecturas de Proust buscando tambi¨¦n las reminiscencias del tiempo perdido y de su querencia por la reescritura de un tiempo pret¨¦rito, su inter¨¦s por la Historia emanada del individuo destila esas ap¨®crifas Memorias de Adriano (1951) que constituyen su obra maestra, mod¨¦lico relato de la evocaci¨®n que adopta formas de novela hist¨®rica o de ep¨ªstola moralista, en la que se exhibe espl¨¦ndida su prosa aristocr¨¢tica y austera de fraseo aseverativo, escasos adjetivos ("juegan muy malas pasadas"), impecable sintaxis de ecos greco-latinos, discurso autoritario, suntuario, y sutil voluntad epigram¨¢tica, una prosa argumentativa y pontificadora que transcurre por la p¨¢gina como las espesas aguas de un r¨ªo. La magia de la palabra evocadora resucita a Adriano, cuya voz solemne fluye en un mon¨®logo fecundo que reflexiona en torno al poder, al amor homosexual o a la memoria personal de las edades del hombre y del paso irremediable del tiempo ("Ciertas porciones de mi vida se asemejan ya a las salas desmanteladas de un palacio demasiado vasto...", "Me esfuerzo por recobrar un instante"), que concluye con la muerte, a la que debemos afrontar sin temor, como reza la frase final, afor¨ªstica y grave como tantas de las suyas, "Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos". Al mismo tiempo que fijaba los c¨¢nones de la novela hist¨®rica actual y cantaba al hombre solo y due?o de su destino, Yourcenar fue capaz de afianzar para siempre los dominios del soliloquio restaurador del pasado en la narrativa contempor¨¢nea, que luego se han visto enriquecidos con En el nombre de la tierra, de Verg¨ªlio Ferreira; El libro de familia, de Patrick Modiano; Se est¨¢ haciendo cada vez m¨¢s tarde, de Tabucchi, o Eleg¨ªa, de Philip Roth.
Su pasi¨®n por la historia la llev¨® a reconstruir el Renacimiento en Opus nigrum (1968) a trav¨¦s de la personalidad de Zen¨®n, el alquimista imaginario que Yourcenar se inventa confiri¨¦ndole entidad de personaje hist¨®rico merced a su infalible empat¨ªa ling¨¹¨ªstica y a una ambientaci¨®n de ¨¦poca que cuida cada detalle con precisi¨®n de arque¨®logo. Como sucede en Memorias de Adriano, tampoco aqu¨ª importa tanto la intriga cuanto la recreaci¨®n de una ¨¦poca, ni la acci¨®n novelesca adquiere en su narrativa siempre introspectiva el valor que s¨ª tienen en cambio el pensamiento y la conciencia. Yourcenar estima el mon¨®logo porque edifica su obra en torno a la voz, de modo que la palabra sirva entonces al prop¨®sito de poner en escena la conciencia de sus personajes, a quienes literalmente les da la palabra, les deja hablar. Su trilog¨ªa inacabada El laberinto del mundo -Recordatorios (1973), Archivos del norte (1977) y ?Qu¨¦? La eternidad (1988)- va en busca de sus or¨ªgenes familiares sin pretensiones autobiogr¨¢ficas ("el p¨²blico que busca confidencias personales en el libro de un escritor es que no sabe leer"), y sus personajes de ficci¨®n son entonces sus antepasados de verdad, pero tambi¨¦n a ellos les da la palabra, y habla apenas de s¨ª misma acabada de llegar al mundo, al final de Archivos del norte, con la distancia de la tercera persona pero con la inmensa ternura del recuerdo infantil, "Es demasiado pronto para hablar de ella. Dej¨¦mosla dormir sobre las rodillas de Madame Az¨¦lie; dejemos que sus ojos nuevos sigan el vuelo de un p¨¢jaro". Proust y Tolst¨®i est¨¢n muy cerca de estas evocaciones familiares nacidas por igual de los archivos y de la invenci¨®n de la memoria, dispuestas, entre la cr¨®nica geneal¨®gica y el gran fresco novelesco, "en la inmensidad del tiempo".
Con los ojos abiertos. Conversaciones con Matthieu Galey, que Plataforma rescata ahora -con la misma traducci¨®n que encarg¨® Emec¨¦ en 1982, que publicaron Plaza & Jan¨¦s y Gedisa y que pide a gritos una revisi¨®n- para que los muchos lectores de la Yourcenar, que han hecho de sus Memorias de Adriano (Edhasa), traducidas por Julio Cort¨¢zar con todas las musas trabajando al un¨ªsono para ¨¦l, un longseller indiscutible tambi¨¦n en nuestra lengua, dispongan nuevamente de los contextos necesarios para degustar la personalidad y la literatura de una de las m¨¢s grandes escritoras del XX, consagrada desde muy joven a la tarea de habitar en ajenas conciencias y de escribir contra el olvido. -
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