Las croquetas de Bono
Casa Julio es un centro de peregrinaci¨®n para los 'fans' de la banda irlandesa
Son unas manos peque?as, ligeramente rosadas, suaves, a pesar de llevar toda la vida amasando pastas, batiendo huevos y cortando patatas. Bono, estrella del rock al mando de U2, acarici¨® esas c¨¢lidas manos: "Las dos, ?eh?", dice la protagonista. "Se las llev¨® a los labios y las bes¨®. Luego, dijo en castellano: 'Encantado, se?ora".
Maite Gil, de 68 a?os, habla mientras esos dedos que abraz¨® el cantante irland¨¦s entran en contacto con la harina, se sumergen en un gran bol de leche y acaban reboz¨¢ndose en pan rallado. Ella es la due?a, junto a su hijo Luis Torres, de 46 a?os, de la taberna Casa Julio, situada en el 37 de la calle de la Madera, el barrio de Malasa?a. ?Por qu¨¦ es famoso este bar?
"Se llev¨® mis manos a sus labios y las bes¨®", cuenta la due?a del bar
Vayan primero las cuestiones gastron¨®micas: las mejores croquetas de Madrid; la versi¨®n especial de la casa es una m¨¢gica combinaci¨®n de queso, espinacas y pasas. Una delicia. Seis generosas croquetas, 4 euros; 12 unidades, 8 euros. Una ganga.
Pero Casa Julio es m¨¢s popular por su leyenda musical. La historia empieza con los miembros de U2 buscando un espacio con encanto para realizar una sesi¨®n fotogr¨¢fica. Era 2000 y el grupo se encontraba en Madrid para asistir a la entrega de los Premios Amigo. Pero antes quer¨ªan hacer unas fotograf¨ªas que servir¨ªan para una campa?a promocional. Cuando entraron en Casa Julio lo tuvieron claro. "Les encandil¨® el aspecto de taberna antigua. En principio iban a estar dos horas, pero se quedaron m¨¢s de cinco", relata Torres. Las an¨¦cdotas se amontonan en el discurso de Luis y de su madre. Los irlandeses comieron tortilla y jam¨®n y bebieron mucho caf¨¦. El bajista, Adam Clayton, prob¨® el caf¨¦ y le dijo a sus compa?eros: "Est¨¢ buen¨ªsimo, tomadlo". Bono y el guitarrista, The Edge, fueron los m¨¢s parlanchines. En el otro extremo, parco en palabras, se situ¨® el bater¨ªa, Larry Mullen. "Se sent¨® en una silla y s¨®lo abri¨® la boca para comer", relatan los propietarios. Bono incluso puso buena cara al mal tiempo. Cuando el cielo se torn¨® sombr¨ªo, el cantante de U2 enton¨® un sonoro "o sooooole m¨ªo".
La sesi¨®n de fotos termin¨® a las dos de la tarde. A esa hora, Bono y The Edge se pidieron una copa de vino. "S¨®lo tomaron una, pero se llevaron al hotel una botella", informa Luis Torres. El grupo se march¨® con el est¨®mago lleno y las fotos que quer¨ªa. Pero las famosas gafas de Bono se quedaron olvidadas en la taberna. Luis Torres: "La verdad es que las vi, pero no coment¨¦ nada al cantante. Econ¨®micamente para ¨¦l no significan nada, pero me hubiese gustado tenerlas de recuerdo. A los pocos minutos, Bono regres¨® y las recogi¨®". El grupo desapareci¨® y, desde ese momento, Casa Julio se ha convertido en lugar de peregrinaci¨®n de los fans de U2, que el martes edita su nuevo disco, No line on the horizon.
Sirva de ejemplo uno de los ¨²ltimos famosos que se present¨® atra¨ªdo por lo que ocurri¨® aquella ma?ana en este peque?o local. Resulta que estaba Luis, el due?o, escoba en mano, a punto de cerrar una noche cuando vio a un tipo con gorra, en la calle, mirando con curiosidad por la ventana. "Abr¨ª la puerta", relata Luis. "Debajo de esa gorra reconoc¨ª el rostro de Javier Bardem. Me dijo que quer¨ªa conocer el bar donde hab¨ªan estado U2". El oscarizado actor escuch¨® la historia de Luis, se zamp¨® unas croquetas y se fue. Miguel R¨ªos, Guillermo del Toro, Santiago Segura... o la actriz Elena Anaya, que, mientras le hinca el diente a una sabrosa croqueta, se?ala: "Vengo aqu¨ª porque mi abuela hac¨ªa las mejores croquetas del mundo. Ella ya ha muerto y ¨¦stas son parecidas. Y, claro, porque aqu¨ª estuvieron los U2".
Japoneses, ingleses, franceses... se acercan a Casa Julio atra¨ªdos por la historia de U2. "Hace poco entr¨®", explica Luis, "un fan espa?ol y me pregunt¨® en qu¨¦ silla se sent¨® Bono. Yo le dije: "En una de esas cuatro", porque no estoy muy seguro. Y me dijo, muy serio: "?Cu¨¢nto dinero pides por ellas?". No las vendi¨®. A las semanas, otro fan le pidi¨® precio por una de las mesas. El grupo pag¨® 300 euros por el alquiler del bar. Maite sigue amasando croquetas. A ella le da un poco igual la m¨²sica pop: "Lo que me gustan son los boleros".
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