Vida secreta de las princesas del har¨¦n
Unas pocas brillan como primeras damas, pero la mayor¨ªa de las esposas de gobernantes del Golfo vive en la oscuridad feudal. ?sta es su historia
Compartir el marido con otras esposas no es ¨®bice para ser primera dama, al menos en las peque?as monarqu¨ªas del Golfo. Mujeres como la jequesa Mozah de Qatar o la princesa Haya de Dubai atraviesan el espejo del har¨¦n como caras visibles de los emiratos donde sus esposos reinan y gobiernan. Al estilo de las first ladies occidentales, se prodigan en p¨²blico, marcan estilo y se re¨²nen entre ellas.
Es el club de las primeras damas del Golfo, un fen¨®meno llamativo si se contempla desde el conservadurismo feudal de la regi¨®n, y en el que algunos quieren ver un gesto de apertura y otros m¨¢s una cuesti¨®n de estilismo, como si las royals locales no pudieran sustraerse al magnetismo de la glamurosa Rania de Jordania.
Se mueven entre la 'abaya' y Versace, entre la tribu del desierto e Internet
Algunas de ellas son im¨¢genes de marca a la hora de atraer inversiones
Pero al lado de Mozah o Haya, en¨¦simas esposas de los gobernantes de Qatar o Dubai -se desconoce el n¨²mero exacto de coesposas de cada uno de ellos-, hay otras primeras damas que se pliegan a la tradici¨®n de la zona: la del ostracismo de la vida p¨²blica, que las condena a no tener derecho a la existencia. El perfil velado de la jequesa Sabika bint Ibrahim de Bahrein o la invisibilidad de la jequesa Fatima bint Mubarak, viuda del emir de Abu Dabi, son dos ejemplos del lado oscuro.
Pese a que la ¨²ltima ostenta el t¨ªtulo oficial de Madre de la Naci¨®n, nadie logra ponerle cara: est¨¢ prohibido fotografiarla o filmarla, y no tiene biograf¨ªa oficial. No se sabe d¨®nde naci¨®, qu¨¦ edad tiene o cu¨¢ntos hijos dio al emir. S¨®lo consta una cosa: que, a pesar de no ser la reina madre -el actual gobernante de Abu Dabi, Khalifa Bin Zayed al Nahyan, es hijo de otra de las coesposas de su marido-, su ascendiente sobre el pa¨ªs supera con creces el del aqu¨¦l.
Una cortesana de origen extranjero que frecuenta el palacio desgrana la escasa informaci¨®n existente sobre la jequesa Fatima amparada en un obligado anonimato. "No fue la primera esposa del emir, pero s¨ª la favorita. ?ste se prend¨® de ella cuando la descubri¨®, durante un viaje por el pa¨ªs, en una tribu del desierto. Ten¨ªa 13 a?os y era analfabeta. La jequesa aprendi¨® a leer y escribir una vez casada. Desde entonces respalda iniciativas educativas. Y el hecho de haber tenido que compartir a su marido con otras mujeres le hace ver el har¨¦n con desagrado: no le gusta que sus hijos tengan varias mujeres", confiesa esta residente en Abu Dabi. Imposible contrastar la informaci¨®n: hablar de la jequesa es tab¨².
En el amplio trecho que va de la abaya (t¨²nica negra tradicional) a los modelos de Versace que luce en sus apariciones p¨²blicas en Occidente la jequesa Mozah, estas mujeres salvan tambi¨¦n el abismo que media entre las tribus del desierto y la galaxia global. Si la jequesa de Abu Dabi no tiene rostro, Mozah -edad indefinida, licenciada en Sociolog¨ªa, notorio planchado facial- y Haya -35 a?os, amazona ol¨ªmpica, formaci¨®n oxoniense- disponen sin embargo de p¨¢gina web, o como quiera llamarse el incensario virtual que da cuenta de sus m¨²ltiples actividades sociales.
Mozah, la ¨²nica mujer p¨²blica del jeque Hamad Bin Khalifa al Thani, es enviada especial de la Unesco para la Educaci¨®n B¨¢sica y Superior y, desde 2005, miembro del Grupo de Alto Nivel de la Alianza de Civilizaciones. Pero su fuerte es el ¨¢mbito educativo. En 2003 impuls¨® la constituci¨®n de un fondo internacional para la educaci¨®n superior en Irak, y en su pa¨ªs amadrina la Ciudad de la Educaci¨®n, un megacampus situado a las afueras de Doha con facultades de las mejores universidades estadounidenses, como Carnegie Mellon o Georgetown. La jequesa ha recibido doctorados honoris causa de todas ellas. Y la revista Forbes la incluy¨® en 2007 en la lista de las 100 mujeres m¨¢s influyentes del mundo.
El matrimonio del jeque Mohamed Bin Rashid al Maktoum con la hermanastra del rey Abdal¨¢ de Jordania, Haya, ha hecho ganar peso pol¨ªtico a Dubai, y multiplicado el atractivo del emirato. Haya, 25 a?os menor que su esposo, es la madre de su decimonoveno hijo. Embajadora de buena voluntad del Programa Mundial de Alimentos de la ONU y presidenta de la Federaci¨®n H¨ªpica Internacional, Haya, que en su juventud frecuent¨® los hip¨®dromos espa?oles, es un valor a?adido por su proximidad al reino hachem¨ª.
"Todas estas primeras damas constituyen una importante baza a la hora de vender el Golfo a los inversores extranjeros, pero no es s¨®lo una cuesti¨®n cosm¨¦tica. Y aunque la first lady de Qatar sea, con diferencia, la m¨¢s exhibicionista, por as¨ª decirlo; la m¨¢s aficionada a las c¨¢maras, tras esta proyecci¨®n medi¨¢tica, in¨¦dita en la regi¨®n, est¨¢ una realidad inapelable, la de que estos pa¨ªses est¨¢n acortando la brecha de g¨¦nero", dice Mohamed Youssef, consultor internacional con base en Abu Dabi.
As¨ª, entre los vectores de negocio de los peque?os Estados del Golfo no s¨®lo figuran el petr¨®leo o los rascacielos imposibles, tambi¨¦n el glamour. Es ah¨ª donde entran en juego estas mujeres, aut¨¦nticas im¨¢genes de marca a la hora de atraer inversiones, cosmopolitismo y eventos sociales. O sea, negocio.
Aunque la imagen, a veces, no lo es todo. En noviembre pasado, el hotel Emirates Palace de Abu Dabi, un siete estrellas colosal, acogi¨® la segunda cumbre de la Organizaci¨®n de Mujeres ?rabes bajo el patrocinio de la jequesa Fatima bint Mubarak. Entre cenas de gala y besamanos s¨®lo para mujeres -los hombres fueron recluidos en edificios aparte-, las sesiones de trabajo eran retransmitidas por circuito cerrado de televisi¨®n. A la cita acudi¨® lo m¨¢s granado del papel cuch¨¦ oriental: la esposa de Mohamed VI de Marruecos, la siria Asma al Assad y la reina de Jordania, entre otras. Rania, falda l¨¢piz, stilettos y delgadez de astilla, reinaba cual top model entre un enjambre de fot¨®grafos y c¨¢maras... hasta que lleg¨® la jequesa Fatima. Fundido en negro. Plano fijo castigado de cara a la pared. La jequesa, menuda, cetrina, vestida de negro de la cabeza a los pies y luciendo un bocado de cuero repujado sobre la mand¨ªbula -un signo de sumisi¨®n en algunas tribus del desierto-, logr¨® eclipsar a la reina de corazones.
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