Dimisiones
Ya lo hab¨ªan anunciado. Esta semana, que se vaya preparando el Gobierno andaluz porque la oposici¨®n va a pedir dimisiones por el caso de corrupci¨®n destapado en el Ayuntamiento malague?o de Alcauc¨ªn. Consideran que ha habido pasividad o connivencia con las pr¨¢cticas irregulares cometidas en este municipio. Desde la administraci¨®n auton¨®mica se parapetan en un c¨²mulo de actuaciones llevadas cabo en el tiempo para tratar de frenar dichas tropel¨ªas urban¨ªsticas. En todo caso, lo mejor ser¨¢ dejar trabajar a la Guardia Civil, Jueces y fiscales para que se llegue al fondo del asunto. Estamos seguros de que, ni desde el ¨¢mbito de las autoridades auton¨®micas, ni tampoco, desde el PSOE, van a salir reproches o furibundos ataques hacia los investigadores. Eso que se encuentran de ventaja ya que si el principal apresado fuera de otro partido pol¨ªtico seguro que el discurso hubiese sido bien distinto.
Pero, lo cierto es que han de darse explicaciones para dejar bien claro el papel de la Administraci¨®n. Que los partidos de la oposici¨®n aprieten en este asunto no nos debe extra?ar, est¨¢n en su deber, aunque algunos sean m¨¢s incoherentes de lo debido. Aqu¨ª cada palo debe aguantar lo suyo y bienvenida sea la discusi¨®n si con ello se llega a la verdad. A¨²n as¨ª, se echa en falta un m¨ªnimo consenso para actuar con mayor eficacia a la hora de combatir, por ejemplo, las construcciones ilegales. Y as¨ª, los mismos que ahora se escandalizan, son los que propician las manifestaciones vecinales frente a los respectivos ayuntamientos presionando para que les legalicen sus viviendas. Son, dicen tras la pancarta, familias que tienen derecho a un techo, dando por irreversible la situaci¨®n y ofreciendo, en fin, un rechazo feroz a la actuaci¨®n de la piqueta oficial. Pero la ley es la ley de modo que no caben pa?os calientes, sobre todo, si se tienen en cuenta las consecuencias que puede deparar su no cumplimiento.
Sin ir m¨¢s lejos, algunos ya est¨¢n en el calabozo, so?ando con los billetes calentitos que dej¨®, chusca e infantilmente, escondidos en su colch¨®n. El escenario, por tanto, va a ser muy similar al de otras ocasiones, pero es necesario insistir en este aspecto: aquellos que son los primeros en rasgarse las vestiduras por lo sucedido, son los que reclaman atajos, medidas blandas para dar por buena una situaci¨®n a todas luces ilegal. Que se sepa y que se act¨²e en consecuencia sin m¨¢s miramiento que el cumplimiento de la norma, cueste lo que cueste.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.