Hillary Clinton y Netanyahu, en rumbo de colisi¨®n
EE UU apoya la creaci¨®n de un Estado palestino, que el Likud rechaza
Vaguedades y mantras manidos. No pod¨ªa ser de otro modo en la primera visita oficial de la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, a Israel, un pa¨ªs que aguarda en el vac¨ªo pol¨ªtico la formaci¨®n de Gobierno tras las elecciones del 10 de febrero. Pero si la Administraci¨®n que preside Barack Obama cumple su promesa de implicarse a fondo para crear un Estado palestino, la colisi¨®n entre Washington y el Ejecutivo derechista que pretende formar Benjam¨ªn Netanyahu, recalcitrante opositor a esa iniciativa, ser¨¢ casi inevitable.
Clinton escuch¨® mucho -se entrevist¨® con el presidente, Simon Peres; con su hom¨®loga, Tzipi Livni; con el ministro de Defensa, Ehud Barak, y con el a¨²n jefe del Gobierno, Ehud Olmert- y habl¨® poco. Lo que dijo, sin embargo, choca frontalmente con las promesas de Netanyahu al electorado y con los programas de los aliados radicales con los que negocia la formaci¨®n de su Ejecutivo (salvo que Kadima se sume a la coalici¨®n) y con su propia ideolog¨ªa nacionalista. "Creemos que movernos hacia la soluci¨®n de los dos Estados es del inter¨¦s de Israel. Trabajar en direcci¨®n a ese fin es ineludible", declar¨® Clinton.
El jefe del Likud respondi¨®: "Necesitamos creatividad para construir una realidad pol¨ªtica y de seguridad diferente. ?ste es el objetivo com¨²n de ambos pa¨ªses". Por la mente de Netanyahu no pasa la creaci¨®n del Estado palestino. A lo sumo, propone mejorar la situaci¨®n econ¨®mica en Cisjordania al tiempo que aboga por derrocar al Gobierno de Ham¨¢s en Gaza. Y, por supuesto -tal como demandan los partidos que agrupan a los colonos y los fundamentalistas jud¨ªos-, ni hablar de desmantelar ni uno de los 200 asentamientos dispersos por Cisjordania.
El clima pol¨ªtico y el resultado de los comicios presagian un camino plagado de minas. El deslizamiento de Israel hacia la derecha es tan notorio como la divisi¨®n abismal en el campo palestino. Ham¨¢s gana paulatinamente influencia en Gaza y Cisjordania, y a este argumento se aferran los dirigentes del Likud para pregonar la tesis de que no existe socio con quien negociar. Clinton ha exigido a Ham¨¢s el cumplimiento de las condiciones exigidas por el Cuarteto (reconocimiento de Israel, de los acuerdos firmados por la OLP y renuncia a la violencia) para poner fin al aislamiento pol¨ªtico y econ¨®mico que sufre Gaza.
El Likud tambi¨¦n rechaza el reconocimiento de un Estado palestino y cumplir los acuerdos firmados por anteriores Ejecutivos israel¨ªes: los Acuerdos de Oslo (1993), la Hoja de Ruta (2003) y el compromiso de Annapolis (2007). Nadie puede esperar que EE UU aplique la misma vara de medir a Israel. "Nuestro apoyo es inquebrantable, sea cual sea su Gobierno", afirm¨® Clinton antes de enfatizar el "inexorable compromiso" de Estados Unidos con la seguridad de Israel. Ser¨¢ imprescindible una enorme presi¨®n pol¨ªtica o financiera sobre su m¨¢s firme aliado (al que Washington destina 2.400 millones de euros de ayudas, sobre todo militar) para que un Ejecutivo presidido por Netanyahu acepte la visi¨®n de Clinton.
En las reuniones de la secretaria de Estado con los l¨ªderes israel¨ªes estuvo tambi¨¦n presente el programa nuclear iran¨ª. La iniciativa de Obama de emprender un di¨¢logo con el r¨¦gimen persa despierta recelo en Tel Aviv.
El Gobierno de Olmert asegura ahora que no se opone a que Washington negocie con Teher¨¢n. S¨®lo exige que ese di¨¢logo se limite temporalmente y que se aprueben sanciones draconianas contra Ir¨¢n si este pa¨ªs, que insiste en que su proyecto est¨¢ destinado a la generaci¨®n de energ¨ªa, rechaza desmantelar sus planes at¨®micos.
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