A lomos de la nueva ola marroqu¨ª
La escena de rock y 'hip-hop' del pa¨ªs magreb¨ª vibra pese a la censura y el integrismo
No est¨¢n rotas, no. Simplemente alguien olvid¨® poner las ventanas a los bajos del edificio empresarial Techno Park, mole brutalista de cristal que parece un ovni venido de un planeta llamado "El Marruecos del Futuro". Adentro, en una oficina cedida por el due?o de todo esto, pasan fr¨ªo Hicham y Momo, organizadores de L'Boulevard. Un festival de rock que congrega en el campo de rugby de Casablanca a unas 160.000 personas al despuntar el verano. La cita ha devenido, con su apuesta por las bandas emergentes, en la cara de la "nueva ola marroqu¨ª", una de esas etiquetas que abundan en las artes; no contentan a nadie, pero sirven a la mayor¨ªa.
A riesgo de forzar la met¨¢fora, la imagen, la oficina sin cristales en un espacio horadado al vientre del sistema, se antoja una alegor¨ªa de lo que sucede con las bandas de la nueva escena. Viven m¨¢s toleradas que deseadas.
En la oficina grafiteada, miembros de Darga, rock de Casablanca, y Fez City Clan, raperos de la ciudad imperial, se quejan en cuatro lenguas (franc¨¦s, espa?ol, ingl¨¦s y ¨¢rabe dialectal). No son tan nuevos como se les supone; llevan a?os trabajando. No reniegan de su herencia aunque empleen guitarras el¨¦ctricas o platos en vez de la¨²des. Falta infraestructura y la efervescencia del verano -cuando los festivales se solapan por todo el pa¨ªs- desaparece en oto?o. No suenan en la radio, pese a que sus fans se cuentan por decenas de miles. Y no pillan el s¨ªmil con la movida madrile?a, por m¨¢s que se quiera ver en el ansia de cambio y en la lenta modernizaci¨®n un reflejo de aquella Espa?a. "No imitamos a nadie", zanja el cantante de Darga.
Su banda se hab¨ªa cobrado el d¨ªa anterior una curiosa d¨¢diva de Mohamed VI. Al grupo, junto a otros cuatro del estilo, le fue concedido en 2008 un premio de 25.000 euros y la grabaci¨®n de un v¨ªdeo por su contribuci¨®n a mejorar la cultura de Marruecos. Es com¨²nmente aceptado que el monarca ve con buenos ojos, de momento, tanta ebullici¨®n musical. Le sirve para enviar un mensaje de modernidad del pa¨ªs. Y para construir un muro sonoro ante el avance del islamismo radical entre la juventud descontenta.
Fueron militantes del partido de Justicia y Desarrollo quienes atizaron el esc¨¢ndalo que dio carta de naturaleza a la nueva escena marroqu¨ª. En la edici¨®n de 2003 del festival L'Boulevard, 14 miembros de bandas de heavy metal fueron llevados ante la justicia por "satanismo e inmoralidad" por "vestir camisetas negras" o "cantar en ingl¨¦s". Los seguidores de las bandas y la prensa franc¨®fona se embarcaron en una campa?a que logr¨® la libertad de los m¨²sicos.
Las cosas no han cambiado demasiado. "Existe la censura, claro, pero es sutil. Nos dejan decir lo que queramos aunque ignoramos d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite. Nos toca intuirlo", explica Ayla Mrabet. Ex bater¨ªa de un grupo de pop de chicas, Glam Insane (Locas por el Glam), "objeto de todos los insultos", es, a sus 23 a?os, periodista del semanario TelQuel. Ha escrito el texto que adorna el libro disco La diversidad de las m¨²sicas actuales de Marruecos, una recopilaci¨®n (de venta en Fnac) auspiciada por La F¨¢brica de Ideas, asociaci¨®n cultural espa?ola montada por Yolanda Agudo y Rub¨¦n Caravaca. Promotores, trotamundos y autores de la enciclop¨¦dica Gu¨ªa de las m¨²sicas del Magreb, llevan cuatro a?os predicando en Espa?a la buena nueva del rock marroqu¨ª. La cosa ha funcionado. Las ediciones de las dos principales citas con las m¨²sicas del mundo del verano espa?ol, La mar de m¨²sicas (dedicada este a?o a Marruecos) y Pirineos Sur, acoger¨¢n muchas de estas propuestas.
En t¨¦rminos musicales: rock mestizo, punk altermundialista o, sobre todo, rap. Como en todas partes, la cultura hip-hop, con su mezcla de identidad callejera, protesta y poscapitalismo, tambi¨¦n ha conquistado a la juventud marroqu¨ª.
Las estrellas de rap suenan en la radio, act¨²an ante cientos de miles de personas, protagonizan anuncios de televisi¨®n y hasta son patrocinadas por las marcas. Graban videoclips en las avenidas de las ciudades, donde el contrapicado perfecto puede hacer que Casablanca parezca Los ?ngeles. La mayor figura de la rima en Marruecos se hace llamar Bigg y es un tipo enorme, se dir¨ªa esf¨¦rico, de s¨®lo 25 a?os. Alcanz¨® un gigantesco ¨¦xito en 2006 con su disco de deb¨². ?xito aqu¨ª se traduce por escas¨ªsimas ventas y mucha popularidad. El 95% de los ¨¢lbumes son piratas y se venden por un euro en las calles de la Medina. Los originales (grabados en estudios de Casablanca, Meknes o Fez y masterizados casi siempre en Par¨ªs) son un lujo. Las bandas los registran m¨¢s como una carta de presentaci¨®n que para venderlos. La crisis de la industria, huelga decirlo, influye poco en un lugar sin industria y la democratizaci¨®n tecnol¨®gica es m¨¢s una virtud que un defecto.
La brillante cabeza de Bigg emerge del interior de un Hummer blanco, mastodonte incongruente para una ciudad en la que los coches se mueven como renacuajos en una charca sucia. ?l sol¨ªa ser la voz de los desfavorecidos (destina el 10% de sus ingresos a una ONG) y el tipo que no se cortaba en criticar el sistema. Ahora anda metido en componer su segundo ¨¢lbum (que grabar¨¢ en EE UU) y viste camisetas que dicen "No me juzgues si no eres mi fan". "Por supuesto que soy patriota", responde en la penumbra de un bar de Casablanca. "Si no lo fuese, hace tiempo que habr¨ªa dejado este pa¨ªs". Sus letras, cantadas en franc¨¦s y dariya (el ¨¢rabe de la calle), insisten, como las de la mayor¨ªa de los grupos, en el orgullo marroqu¨ª, en convencer a los j¨®venes a no dejar el pa¨ªs en pos de un espejismo occidental.
"Nos toca a nosotros recuperar nuestra identidad. Robar la bandera que nos robaron y vencer los complejos de ser marroqu¨ªes", hab¨ªa explicado en su local de ensayo el d¨ªa anterior Reda Allali, articulista de TelQuel y cantante de Hoba Hoba Spirit, una de las bandas m¨¢s veteranas. Tras media hora de pasar lista al pasado y futuro del rock magreb¨ª, decide despedirse con m¨²sica. Extiende los auriculares de un iPod que contiene su pr¨®ximo disco. Con esa voz arrastrada, canta en ingl¨¦s sobre rezar cinco veces al d¨ªa y sin embargo amar la propia libertad por encima de lo dem¨¢s. "El d¨ªa que escriba sobre otras cosas dejar¨¦ de ser 'joven' m¨²sico marroqu¨ª y ser¨¦ m¨²sico a secas", dice en ese futuro imperfecto que por aqu¨ª suena a una mezcla de ansiedad y cautela.Varios festivales espa?oles acoger¨¢n este verano grupos de Marruecos
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