Julio Alonso, profesional de la calidad
Con la muerte de Julio Alonso Cardenete (Granada, 1940), el periodismo espa?ol pierde a un profesional singular, enamorado de su trabajo, exigente consigo mismo y con los dem¨¢s y cuya se?a de identidad fue situarse siempre en donde m¨¢s ¨²til y eficaz resultara para el producto period¨ªstico y el buen funcionamiento colectivo del medio, sin importarle nada -detalle ins¨®lito en este gre-mio- el brillo individual, el ¨¦xito personal y mucho menos el ejercicio del poder por el poder.
?sa es la evaluaci¨®n que puede hacerse de la ejecutoria generosa de Julio Alonso en los momentos fundacionales de EL PA?S, cuando construy¨®, en colaboraci¨®n con el alem¨¢n Reinhard G?de, el original dise?o de este peri¨®dico -que tanto ¨¦xito cose-ch¨®-, y pertrech¨® a la Redacci¨®n de un modus operandi, mediante el establecimiento de un Libro de estilo, que signific¨® una disciplina profesional y ¨¦tica para un trabajo con riesgos de anarqu¨ªa y falta de rigor.
El pacto de Julio Alonso con la obra bien acabada no admit¨ªa componendas. Cuando tuvo la responsabilidad de la edici¨®n, era frecuente verle aparecer armado de un rotulador en la sala de montaje, y, si consideraba incorrecto el resultado, tachaba con trazos rojos la p¨¢gina imperfecta, que hab¨ªa que rehacer sin contemplaciones. En cambio, a la vista del buen trabajo realizado con el peri¨®dico, Alonso recab¨® la colaboraci¨®n de G?de para dise?ar El Pa¨ªs Semanal, del que fue el primer responsable.
Julio Alonso cultiv¨® como nadie la calidad, que siempre crey¨® punto de convergencia entre los intereses profesionales y empresariales del periodismo. Y todo ello lo hizo con la impagable complicidad de periodistas de aquella ¨¦poca como el inolvidable Ismael L¨®pez Mu?oz, insuflando alegr¨ªa en la Redacci¨®n, que ambos consideraban complemento imprescindible del buen trabajo.
M¨¢s tarde, ya en la segunda mitad de los a?os ochenta, fue el alma de la reci¨¦n creada Escuela de Periodismo UAM/EL PA?S, junto al magisterio de Jes¨²s de la Serna. Alonso dio clase de dise?o a los alumnos de aquellas primeras promociones, pioneras en el aprendizaje del periodismo como un oficio que se asimila practic¨¢ndolo, ense?anza en la que ¨¦l era experto: fue precursor de las nuevas tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n, y contribuy¨® decisivamente a convertirlas con naturalidad en herramientas de trabajo.
La vida profesional de Julio Alonso no acaba ni empieza en EL PA?S. Antes de que saliera a la calle este peri¨®dico, Alonso trabaj¨® en Patria, de Granada, donde, seg¨²n su hermano Miguel, ¨¦l mismo se maquetaba su p¨¢gina de informaci¨®n internacional. Despu¨¦s fue redactor jefe del semanario Signo, y trabaj¨® en El Alc¨¢zar, Pueblo, Nuevo Diario y TVE. Fue un periodista inquieto. Yo le conoc¨ª en el diario Nivel, que se public¨® un solo d¨ªa (el 31 de diciembre de 1969) porque fue cerrado por el entonces ministro de Informaci¨®n y Turismo de Franco Alfredo S¨¢nchez Bella.
Tras su ¨¦poca en EL PA?S, ya en los a?os noventa, Alonso trabaj¨® en una nueva etapa del veterano diario Ya, donde recal¨® con su amigo Javier Baviano. Y, despu¨¦s de otras aventuras y proyectos, en el momento de su muerte, Julio Alonso era asesor editorial del grupo Joly y director adjunto de Cuadernos de Periodistas, editado por la Asociaci¨®n de la Prensa de Madrid y la Federaci¨®n de Asociaciones de Periodistas de Espa?a. Su preocupaci¨®n por el pr¨®ximo n¨²mero de esta revista le ha acompa?ado hasta sus ¨²ltimos d¨ªas.
La persecuci¨®n denodada de la calidad ha impregnado tambi¨¦n la vida personal de Julio Alonso. Una muestra de ello es la entereza con la que ha afrontado su larga y dura enfermedad. Hac¨ªa bromas con los que dec¨ªan ser C¨¢ncer como signo del zodiaco, y el d¨ªa que conoci¨® la gravedad de su enfermedad se la describi¨® as¨ª a su amigo Carlos P¨¦rez: "El viento me sopla de frente". No ha arriado nunca su sentido cr¨ªtico, aliado a su devoci¨®n por el humor.
Las ¨²ltimas veces que le vi fue en la cl¨ªnica Jim¨¦nez D¨ªaz, donde compart¨ªa onc¨®logo con mi mujer y a veces coincid¨ªa con ella en las sesiones de quimioterapia. Me dio un ejemplo de libertad de opini¨®n, como siempre la ejerci¨®: con lealtad y afecto, con naturalidad y sencillez, sin alardes de contestatario, pero con firmeza.
Sus hijos Julio, Soledad, Mar¨ªa y Roc¨ªo y sus cuatro nietos tienen de quien aprender. Descanse en paz.
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