El portazo
Era inevitable, ten¨ªa que aparecer en estos momentos mi admirada Escarlata O'Hara, recurrente personaje utilizado para explicarles la aut¨¦ntica naturaleza del nacionalismo vasco. Al final su marido abandona a la hero¨ªna de Lo que el viento se llev¨® diciendo aquello de "francamente, querida, es lo que menos me importa", a pesar del lamento orgulloso de la protagonista de "qu¨¦ ser¨¢ m¨ª". Bueno, lo siguiente no fue para tanto. El Sur es mucho sur, su forma de ser acab¨® en lo cultural y folcl¨®rico envolviendo a los vencedores de la guerra civil norteamericana, nordistas republicanos, que empezaron a volverse conservadores y hasta reaccionarios. Seguro que encontrar¨ªa muy pronto a alg¨²n ingenuo -armas no le faltaba a la dama- para salir adelante.
La derrota y un poco de humillaci¨®n les acab¨® viniendo bien a los orgullosos personajes del Sur, como a mi admirada Escarlata O'Hara. Y qui¨¦n iba a decirnos que su partido, el dem¨®crata, iba a iniciar sobre la ruina y la degradaci¨®n de una casta un proceso de modernizaci¨®n y apertura, en el que le acabar¨ªa pasando por la izquierda al Partido Republicano, y terminara aupando a un afroamericano nada menos que a la presidencia de EE UU, el pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo. Y es que la reflexi¨®n tras la derrota nos mejora como partidos y como personas. Ev¨ªtese el berrinche de mi hero¨ªna e inicien los culpables del tanto va el plan a la fuente... la meditaci¨®n liberadora.
Parece ser que esta vez s¨ª que va de cambio, que es una buena y correcta pr¨¢ctica de higienizar la democracia desprendi¨¦ndola de la tendencia, ya harto acusada aqu¨ª, de convertirse en un r¨¦gimen ostentado por un mismo partido. Es bueno para la democracia y lo es hasta para los partidos, que pueden apreciar por este procedimiento tan civilizado de salir del poder, y no esperar el asalto a las Tuller¨ªas o al Palacio de Invierno, que la vida pol¨ªtica sigue y que ser¨ªa bueno que ellos la contin¨²en apartando lo que les ha podido conducir al fracaso. No me hagan demasiado caso, todo esto resulta muy razonable.
Lo que no va a parecer a muchos tan razonable es el maridaje de los socialistas y conservadores para llevarlo a cabo. Pero es que los sucesivos planes soberanistas fueron tan lejos, hasta poner patas arriba el sistema pol¨ªtico, que ambos se han tenido que poner de acuerdo sin demasiado esfuerzo para que ese entendimiento se produzca. El m¨¦rito del acuerdo entre el PP y el PSE lo tiene el PNV, muy especialmente el actual y quejoso lehendakari en funciones: si alguien hizo el milagro de unir a ambos fue ¨¦l con sus pol¨ªticas y querencias.
El reto que les queda a los protagonistas del cambio es que ¨¦ste no sea flor de un d¨ªa, como avisan los idus de marzo; que sea capaz de alcanzar la estabilidad pol¨ªtica, cuesti¨®n fundamental, porque de ello depende todo lo dem¨¢s. La investidura necesita estabilidad pol¨ªtica, el resto se dar¨¢ por a?adidura.
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